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Los comunistas chilenos se preparan para llegar al Gobierno

El partido podría contribuir a que Bachelet, predecible ganadora de las elecciones, sintonizase mejor con los movimientos sociales

Bachelet, en primer término, con la socialista Camila Vallejo detrás.
Bachelet, en primer término, con la socialista Camila Vallejo detrás.H. R. (AFP)

El Partido Comunista chileno, que es parte del conglomerado que apoya la candidatura de Michelle Bachelet, la Nueva Mayoría, espera con especial atención los resultados de las presidenciales de este domingo 17: si la expresidenta gana en primera vuelta, como pretende el bloque, la colectividad realizará un Comité Central una semana después para definir su ingreso al Gobierno. El paso sería histórico, ya que los comunistas han estado en la oposición hace 40 años y no han vuelto a La Moneda desde la Administración del socialista Salvador Allende (1970-1973).

“Las tres principales reformas de Bachelet no se habían planteado en 23 años en Chile”, señala el presidente de los comunistas, el diputado Guillermo Teillier, para explicar este giro político.

El proceso de integración del PC a la oficialidad del centroizquierda ha sido un camino complejo y se ha tardado años. En la dictadura, el partido se mantuvo en la oposición apoyando el camino armado a través del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), que en 1986 organizó el fallido atentado contra Augusto Pinochet. La apuesta fue diferente a la que tomaron todos los otros partidos que habían conformado la Unidad Popular de Allende, entre ellos el socialista. En 1990, la colectividad consideró que no estaban dadas las condiciones para generar un pacto de gobernabilidad entre el centro y la izquierda y, liderados por la dirigente Gladys Marín, apostó por un camino testimonial que, en la práctica, produjo su aislamiento político.

Con la muerte de Marín en 2005, el PC emprendió una estrategia paulatina para retomar el papel institucional que había cumplido hasta 1973. Cuatro años después, en 2009, diferentes pactos instrumentales con la Concertación le permitieron al partido regresar al Congreso con tres diputados. Entre ellos Teillier, que en los años ochenta fue jefe militar de los comunistas.

Desde 2005, los comunistas han seguido una estrategia paulatina de acercamiento a la dimensión institucional

Bachelet les abrió espacios en su primer mandato, entre 2006 y 2010, como no lo hizo ningún otro Presidente de centroizquierda desde 1990. Los invitó a ceremonias oficiales en La Moneda, los incluyó en giras presidenciales y los gestos abrieron un camino de diálogo que durante algunos años hubiesen sido impensables. El jueves pasado, en el cierre de campaña de la exdirectora de ONU Mujeres, Teillier estaba sentado a cinco puestos del expresidente Ricardo Lagos y junto a los principales asesores de la candidata y líderes de la Nueva Mayoría. Los dirigentes del PC estaban junto a figuras emblemáticas de la Democracia Cristiana, un partido que pertenece a la Internacional Demócrata Cristiana, como el Partido Popular español, y que ha tenido históricamente un sello anticomunista.

El Comité Central que tendrá el PC en diez días será casi un gesto simbólico, porque es improbable que decidan marginarse de un Gobierno, después de su largo recorrido hacia el establishment. En el círculo de Bachelet dan por hecho que los comunistas entrarán a La Moneda de la mano de la pediatra y que integrarán su gabinete, aunque este hecho no marcará la carta de navegación de su mandato. Probablemente, señalan las mismas fuentes, no ocupen carteras de primera línea, sino que secretarías de Estado vinculadas a las áreas sociales. La decisión, en cualquier caso, está sólo en manos de Bachelet, que sabe que el respaldo ciudadano le pertenece a ella y no a los partidos que la apoyan.

Bachelet no ha integrado al PC a su rebaño por simples gestos simbólicos: necesita sumar fuerzas en el Parlamento para realizar las reformas profundas que contempla su programa y, sobre todo, que los comunistas le echen una mano con el control de los movimientos sociales, pese a que han perdido influencia desde las protestas de 2011. El partido sabe que su gran capital está en la calle, por lo que no abandonarán su ascendiente en el activismo sindical y estudiantil. Es “perfectamente posible” que los comunistas mantengan su influencia en el movimiento social y conformen paralelamente un Gobierno, explica Teillier.

El PC tiene tres diputados y cuatro nuevos postulantes a la Cámara, entre ellos la exlíder de los estudiantes Camila Vallejo, cuya elección es altamente probable. La geógrafa de 25 años ha mantenido lejanía con Bachelet y ha apostado en diferentes episodios a actuar con cierta autonomía de la cúpula de su partido, lo que se podría replicar desde el Congreso.

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