Egipto ahoga a Gaza con la destrucción de los túneles de contrabando
Había más de mil. Dependían de ellos 30.000 personas. Hoy no son más de una decena. Sin ellos, el precio del fuel aumenta y la electricidad escasea.
En los 12 kilómetros de frontera de Gaza con Egipto sólo se ven carpas polvorientas, la mayoría abandonadas. Cubren las bocas de unos túneles por los que hasta hace poco entraba en la Franja todo tipo de artículos, desde cigarrillos hasta motocicletas. El nuevo gobierno egipcio ha destrozado desde julio la inmensa mayoría de esos pasos, en un intento de acabar de una vez por todas con el contrabando de bienes y personas. Los túneles eran la principal arteria comercial de la Franja, la respuesta del grupo islamista Hamás al bloqueo económico de Israel. Trabajaban en ellos 30.000 jóvenes, que han quedado ahora sin ocupación o ingresos. El propio gobierno de Gaza estima las pérdidas por ese cierre forzoso en al menos 200 millones de euros.
El viernes, las autoridades egipcias destruyeron otros 10 túneles, después de haber interceptado una gran red de distribución de combustible, también subterránea, con tanques que almacenaban 30 toneladas de diesel. En los tiempos en que Hamás operaba en la frontera a su antojo, cuando Mohamed Morsi aún era presidente en Egipto, había en funcionamiento unos 1.200 pasos subterráneos, desde bocas que aún quedan intactas en suelo gazatí hasta propiedades privadas al otro lado de la frontera. Hoy no hay más de 10, según algunos soldados de Hamás que patrullan la frontera. En teoría esos túneles eran ilegales y de contrabando. En la práctica, Hamás los controlaba y abastecía a sus miembros y al gobierno a través de ellos.
“Han arruinado la economía. Han creado escasez de bienes y desempleo. Así nos tratan los que se supone que son nuestros hermanos”, dice Sadam, de 25 años, que por temor a represalias si cruza a Egipto da sólo su apellido. Desde hace siete años era dueño de un túnel de 1.200 metros de longitud por el que traía a Gaza productos alimenticios, sobre todo cajas de aceite de oliva. Lo sepultaron con explosivos hace dos meses y medio. Empleaba a 27 trabajadores que transportaban las mercancías en el subsuelo en tres turnos. Como los demás dueños de túneles, tenía un contrato firmado con una familia en Egipto, que recibía un tercio de los beneficios por dejar excavar una boca de entrada en su patio trasero.
Hoy Hamás, que gobierna Gaza desde 2007, controla férreamente los pocos túneles abiertos. El sábado, un grupo de gazatíes, escoltados por varios uniformados, cargaba sacos con cigarrillos griegos marca Karelia en un camión. De otra boca, aún operativa, llegaban cajas y algunas bombonas de gas, amontonadas a un lado. La versión oficial es que los túneles reventados no se vuelven a abrir. Sobre el terreno, bajo algunas pocas carpas, se ve a jóvenes sacando sacos llenos de tierra a ritmo frenético. Dicen que no hay muchas más opciones. El desempleo es elevado y los dueños aún pagan bien. Y ellos ya son todos unos expertos en esta industria del contrabando.
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