“La culpa de los populismos europeos es nuestra, de los gobernantes”
Mark Rutte, primer ministro liberal holandés, admite que los ajustes han creado desencanto y desarraigo entre la población de la UE
“La culpa de los actuales populismos europeos es nuestra, de los gobernantes, que no hemos explicado bien el impacto de los ajustes aplicados por culpa de la crisis”. Así ha justificado este jueves Mark Rutte, primer ministro liberal holandés, el ascenso de los partidos xenófobos y de extrema derecha en el seno de la UE. En su opinión, el desarraigo y desencanto mostrado por los ciudadanos evidencia “que los votantes no suelen equivocarse, y los políticos debemos exponer nuestra labor con cuidado, en lugar de decirles que yerran al votar a grupos extremistas”.
A los 46 años, Rutte encabeza su segundo Gobierno desde 2010 y conoce bien la situación. El primer Gabinete, en coalición con la democracia cristiana, estaba en minoría y precisaba el apoyo parlamentario del Partido de la Libertad. Su líder, el político xenófobo Geert Wilders, impuso sus ideas en materia de inmigración e integración, hasta que retiró el aval a los 558 días por las diferencias sobre los recortes. En septiembre de 2012, Rutte volvió a ganar los comicios. Esta vez le acompaña en el Ejecutivo la socialdemocracia, y aunque Wilders mantiene su popularidad el primer ministro se ha librado de su sombra. Ahora no solo se permite afirmar sin rodeos que “Grecia, Portugal, Irlanda o España no estarían en ninguna parte si no hubieran aplicado unas reformas tan duras”. También advierte a Rumanía y Bulgaria de que “no han avanzado lo bastante en la lucha contra la corrupción, ni han reformado su economía”. “Revisaremos la situación en diciembre, pero hoy no se dan las condiciones para que sus trabajadores entren en Holanda a partir del 1 de enero de 2014”, ha señalado durante un almuerzo con la prensa internacional.
El próximo año deben desaparecer las restricciones laborales impuestas aún por ocho países de la UE (Alemania, Bélgica, Francia, Luxemburgo, Malta, Reino Unido y España, además de Holanda) a rumanos y búlgaros. “Es crucial que (Sofía y Bucarest) se pongan al día. Han avanzado, sin duda, pero hay que ver cómo serán integrados sus trabajadores en nuestro mercado. Es lógico que haya tensiones y es preciso reducirlas. Y claro que hay racismo en Holanda. Pero el país, en sí mismo, no es racista. Este país ha cambiado mucho y las diferencias no se pueden negar. Por otro lado, las jerarquías no son importantes aquí, y creo que cualquiera puede lograr lo que se proponga”, ha añadido.
Licenciado en Historia y profesor en un colegio de secundaria dos horas semanales, Rutte ha subrayado que la situación de los refugiados sirios huidos de la guerra civil es un asunto de la UE. “Acogeremos a un grupo, aunque pequeño. Lo mejor es apoyar a la región para que estos civiles, que sufren horriblemente, no abandonen su mundo”. Este mismo jueves, el comité de derechos sociales del Consejo de Europa exigía a Holanda que no lanzara a la calle a los refugiados sin posibilidades de permanecer en el país. La decisión del Consejo es provisional, pero las autoridades holandesas —que dejan sin cobijo al año a unas 5.000 personas en estas condiciones, según cálculos de las organizaciones del sector— tendrán que seguir manteniéndoles hasta el fallo definitivo. En 2010 el Consejo de Europa ya prohibió a La Haya que desahuciara a familias con niños cuando sus peticiones fueran rechazadas.
Al final del encuentro, el primer ministro ha reconocido que la recuperación económica “es lenta pero prometedora”. Un ritmo que analiza, cada dos semanas, con los liberales de izquierda y los dos partidos confesionales del Parlamento. El trío, en la oposición, ha apoyado el último ajuste gubernamental de 6.000 millones de euros. Rutte no tiene mayoría en el Senado y a cambio de su respaldo los tres grupos han conseguido, entre otras, mayores inversiones en educación.
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