Cristina Fernández sigue al mando de Argentina a pesar de su convalecencia
El jefe de Gabinete asegura que la presidenta es quien toma las decisiones
Quien ordena y manda en Argentina sigue siendo la presidenta Cristina Fernández. Lo aseguró ayer el jefe de Gabinete, Juan Manuel Abad Medina, en una entrevista radiofónica: “El equipo de la presidenta está gobernando; es muy sólido, y lo hace con el vicepresidente [Amado Boudou] a cargo, como corresponde. Pero está claro que las decisiones las toma la presidenta, quien se encarga de dar instrucciones”. Fernández se sometió el martes por la mañana a una operación quirúrgica en la que le extirparon un hematoma cercano al cerebro. Descansó bien toda la noche, se encontraba de buen ánimo y comenzaría a comer ayer, según indicó el segundo parte médico del hospital Fundación Favaloro tras la operación. A falta de una información más detallada, los especialistas médicos consultados aseguran que lo más probable es que Fernández salga en pocos días del hospital y guarde un reposo moderado durante al menos tres semanas. Pero eso no le impedirá seguir llevando las riendas del país, a tenor de lo que aseguró su jefe de Gabinete.
Superado el desconcierto de las primeras horas, donde la Casa Rosada no aclaró si Fernández pediría al Congreso una licencia médica —cosa que no ha hecho— o si el vicepresidente firmaría un acta de traspaso de poderes —cosa que finalmente hizo el lunes sin previo aviso—, el Gobierno se esfuerza en defender la figura del presidente en funciones, Amado Boudou, imputado en varias causas por enriquecimiento ilícito y tráfico de influencias.
El hematoma se ha metido de lleno en la campaña de las elecciones legislativas del 27 de octubre. Donde antes se hablaba de la inflación y la inseguridad, ahora solo se habla de la salud de Cristina Fernández y de Amado Boudou.
A pesar de que desde la Casa Rosada se insiste en que Boudou se limitará a acatar las órdenes de la presidenta, la oposición ha convertido a Boudou en el blanco de todas sus críticas. Uno de los ataques más duros provino del antiguo diputado kirchnerista Felipe Solá, aliado de Sergio Massa, también exkirchnerista y principal candidato opositor en la provincia de Buenos Aires. “Está para andar en moto, no para gobernar”, dijo Solá. Desde el oficialismo, cerraron filas en torno a Boudou y varios cargos denunciaron la “difamación permanente” a la que someten a Boudou la oposición y los “medios hegemónicos”, Clarín y La Nación.
Como clara muestra de respaldo a Boudou, el vicepresidente viajó el martes a un acto electoral en la provincia de Córdoba acompañado ni más ni menos que por Carlos Zannini, el poderoso secretario Legal y Técnico del Gobierno, uno de los hombres más cercanos a la presidenta, junto a su hijo Máximo Kirchner. El cargo de Zannini está muy por debajo de su verdadero poder en la Casa Rosada. Lo mismo ocurre con Máximo Kirchner, que ejerce gran influencia en las decisiones políticas de la presidenta, a pesar de que no ocupa ningún cargo en el Gobierno y nunca se postuló como candidato en ninguna elección.
La influencia de Kirchner hijo y Zannini era un secreto a voces sobre la que nunca se había pronunciado abiertamente el oficialismo. Hasta que ayer la diputada kirchnerista Diana Conti declaró en Radio América: “Máximo Kirchner siempre opinó y con sentido muy común. Tiene sentido común, lógica de criterio, humildad; es una persona muy prudente, calma y muy inteligente. Máximo siempre estuvo muy compenetrado con los asuntos que manejaba su padre y maneja ahora su madre; seguramente es el nexo de transmisión porque es el hijo”. Respecto a Zannini, señaló: “Carlos Zannini tiene el ADN kirchnerista. Viene desde el sur con ellos; estuvo al lado de Néstor y Cristina desde la militancia, luego desde la gobernación, desde la llegada a la presidencia de la nación. (…) Es el soporte legal, técnico y político del kirchnerismo”. La diputada también expresó claramente quién manda ahora mismo en el país: “Cristina es la que sigue tomando las decisiones políticas trascendentales y el vicepresidente acata”.
Pasada la anestesia, todo vuelve a estar bajo control de Cristina Fernández. O de Carlos Zannini y Máximo Kirchner.
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