Las claves para acabar con 65 años de conflicto
El estatuto de Jerusalén, el futuro de los refugiados palestinos, los colonos judíos y los recursos acuíferos, a debate
"Todos los asuntos estarán sobre la mesa”, prometió el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, el 30 de julio, en la reapertura formal de contactos entre Israel y Palestina. Estas son las principales materias discutidas en 20 años de negociaciones.
Estado palestino y seguridad: La Autoridad Nacional Palestina (ANP) reclama plena soberanía en su estado independiente, con Gaza y Cisjordania como territorio y Jerusalén Este por capital. Benjamín Netanyahu, primer ministro israelí, en su discurso de Bar Ilan de 2009, se avino a la solución de dos estados pero exige que Palestina esté desmilitarizada –algo que no asume Abás, que quiere armamento, “limitado” porque hay otras prioridades- y que se mantenga una presencia militar propia en el Valle del Jordán, con control del espacio aéreo y las fronteras exteriores. Israel pretende seguir teniendo bases militares en suelo palestino. La ANP se niega a aceptar ni un soldado israelí dentro. Podría acatar una fuerza extranjera (tipo OTAN o UE) que garantice la paz.
Fronteras y asentamientos: Israel defiende mantener todo Jerusalén, incluso la parte ocupada, y los asentamientos levantados en Cisjordania, en zona invadida en 1967. Los palestinos quieren volver a las fronteras previas a 1967, avaladas por la resolución 242 de Naciones Unidas. Abás y la Liga Árabe aceptan intercambios puntuales de suelo, “mínimos y justos”, que modifiquen ligeramente ese trazado, algo que Israel podría estudiar. Palestina quiere que se reconozca la “ilegalidad” de las colonias, con más de medio millón de israelíes. Netanyahu defenderá la anexión de la mayor parte de los asentamientos y se calcula que quedarían descolgados unos 70.000 colonos, que sí deberían ser reubicados o asimilados por el estado palestino. Israel se ha negado esta vez a una moratoria en la construcción de asentamientos, como la aprobada en 2010.
Jerusalén: Israel ocupó dos tercios de ciudad a los jordanos en el 67 y luego expropió el 30%. Esa propiedad nunca ha sido reconocida por la comunidad internacional, como tampoco el hecho de que en 1980 una ley fundamental decretase es que la capital única e indivisible de Israel (resolución 478 del Consejo de Seguridad de ese año). La ANP exige como irrenunciable que Jerusalén Este sea su capital, con los 280.000 habitantes árabes actuales, salpicados con una quincena de colonias. En 2010, Israel barajó ceder la mitad y decretar un régimen especial sobre los santos lugares de la ciudad vieja, clave para judíos, musulmanes y cristianos. Los palestinos, siempre que sea su capital, debatirían una “ciudad abierta y compartida” con supervisión internacional sobre los recintos religiosos. El plan de partición de 1947 incluye el Corpus Separatum, que designa una supervisión de la ONU, pero no convence hoy. Hay redactadas nueve propuestas sobre el municipio y 17 sobre la ciudad vieja.
Refugiados: 760.000 palestinos fueron expulsados en la Nakba, la catástrofe de 1948, hoy convertidos en más de cinco millones de refugiados dispersos por Gaza, Cisjordania, Siria, Líbano y Jordania. Otra resolución, la 194, reconoce su derecho al retorno, aunque hasta los palestinos, más allá de las declaraciones formales, lo entienden imposible. Israel no los quiere en su estado porque pondrían en peligro su mayoría judía. Propone su vuelta a los Territorios, ya país, o una compensación económica, que asumiría la comunidad internacional. Habló de acoger a un grupo simbólico de 50.000. Israel exige, además, el reconocimiento del suyo como un estado judío, aunque ahora mismo millón y medio de árabes, en su mayoría musulmanes, viven en él.
Agua: El agua dulce de los acuíferos cisjordanos es esencial para ambos lados. Israel la explota hoy en el Valle del Jordán hasta en un 80%, dice la ANP, cuando a los palestinos se les raciona. Por eso exige un reparto equitativo.
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