_
_
_
_
_

Miss Liberty reabre sus puertas el Día de la Independencia

Las visitas a la estatua fueron canceladas tras el Huracán Sandy Hoy, 4 de julio, 300 de entre cerca de 15.000 visitantes podrán subir hasta la corona

Foto: atlas | Vídeo: afp | atlas
Andrea Aguilar

La Estatua de la Libertad fue inaugurada más de un siglo después de que Thomas Jefferson y los cuatro padres fundadores, firmaran el cuatro de julio de 1776 la Declaración de Independencia que establecía la escisión de las 13 colonias del Reino Unido, y el nacimiento de Estados Unidos. La Estatua, construida en Francia y diseñada por Frédéric Auguste Bartholdi, llegó por partes en barco hasta Nueva York, donde fue instalada en un islote al sur de Ellis Island, el puerto de entrada de millones de inmigrantes a la ciudad.

En la mano derecha, firmemente alzada, Miss Liberty levanta una antorcha, ese faro cuya tenue luz fue criticada en la prensa de la época, tras su inauguración en octubre de 1886. En la izquierda la icónica dama neoyorquina sostiene una tabla donde está inscrita la fecha de independencia, cuyo aniversario se celebra hoy, 4 de julio, con la fiesta nacional del Día de la Independencia. A las tradicionales barbacoas, fuegos artificiales y desfiles, se suma en esta ocasión la reapertura al público de Liberty Island y de la estatua. No es probable que los 300 visitantes que compraron las entradas con un mes de antelación, puedan leer las palabras, pero pueden estar dentro de las entrañas y tener acceso al interior de la corona del monumento.

Cerrada intermitente en la última década, el calvario del monumento a la Libertad arrancó con los atentados a las Torres Gemelas del 11 de septiembre de 2001. El terrorismo limitó, en este caso literalmente, el acceso a la Libertad. Se decidió entonces cerrarla a las visitas por miedo a que se produjeran atentados. En 2004 quedó reestablecido el servicio de ferries que traslada a los visitantes desde la punta sur de Manhattan y desde Nueva Jersey hasta el islote y se permitió el acceso al pedestal. La administración Obama presionó para que en 2009 la estatua quedara totalmente abierta, aunque con un número muy limitado de visitas. Dos años después, el islote y Miss Liberty quedaron de nuevo clausurados, en esta ocasión para acometer obras que dotaran al monumento de escaleras de emergencia y otras infraestructuras que pusieran al día la seguridad. El octubre pasado se abrieron las puertas de la remozada estatua, tan sólo un día antes de que el Huracán Sandy asolara el islote. “Quedaron dañados el embarcadero y las zonas de acceso, la estatua en sí, no”, explica en conversación telefónica John Harlan Warren, portavoz del Servicio de Parques Nacionales, organismo del que depende este monumento. “En Ellis Island los daños fueron mayores y por eso sigue cerrada al público”.

Apenas siete meses después del paso de la tormenta, se reinicia el servicio de ferries a Liberty, gestionado por una empresa privada Statue Cruises. Aunque el acceso al monumento es en principio gratuito, dado que ninguna otra embarcación está autorizada a fondear, la única forma de llegar es por medio de estos barcos privados, que cobran entre 17 y 20 dólares a los adultos dependiendo del nivel de acceso (las entradas más caras son las que permiten subir hasta la misma corona). Desde hoy, celebración del Día de la Independencia, y hasta el dos de septiembre, el servicio de barcos será diario desde las 8.30 am hasta las 4.30 pm con una frecuencia de 15 minutos desde Manhattan y de 30 desde Nueva Jersey. Se estima que mañana cerca de 15.000 personas usarán este servicio.

El ascenso por la Libertad no está exento de dificultades, físicas más que metafóricas en este caso. Las entradas deben ser compradas con antelación por Internet o por teléfono y son nominales; en las terminales de Manhattan y Nueva Jersey se debe atravesar un control de seguridad; se debe mostrar un documento de identidad que muestre el mismo nombre que en la entrada; y aquellos que suban hasta la corona deberán dejar sus enseres en taquillas (previo pago de dos dólares) para emprender el ascenso por los 377 escalones, con tan sólo una cámara de fotos y medicamentos en caso que los necesiten. Una vez superados los escalones, dentro de los pies de la estatua, se puede tomar un ascensor para llegar a la corona. Los niños menores de cuatro años no pueden subir. “La escalada es dura y no carece de riesgos físicos”, advierte la página web, que desaconseja el plan a aquellos que padezcan vértigo, claustrofobia, problemas cardíacos o respiratorios.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Andrea Aguilar
Es periodista cultural. Licenciada en Historia y Políticas por la Universidad de Kent, fue becada por el Graduate School of Journalism de la Universidad de Columbia en Nueva York. Su trabajo, con un foco especial en el mundo literario, también ha aparecido en revistas como The Paris Review o The Reading Room Journal.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_