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Europa desgarra a los ‘tories’

La relación con la UE abre un pulso entre el sector centrista y el ala tradicionalista del partido

El primer ministro británico, David Cameron.
El primer ministro británico, David Cameron. JUSTIN LANE (EFE)

Dos comentaristas muy cercanos al Partido Conservador británico han coincido en que los tories parecen haberse vuelto locos por su fobia a la UE. Benedict Brogan, director adjunto del Telegraph, el diario conservador por excelencia, lo ha dicho muy claro: “El partido tory se ha vuelto loco con Europa, y es culpa de Cameron”. Matthew Parris, exdiputado conservador y columnista del Times, ha sido más sutil. “No se necesita a un comentarista para analizar qué ha pasado con los conservadores, se necesita un psiquiatra”, ironizó en la BBC. A su juicio, la imagen que están dando los conservadores es “absolutamente espantosa y lo único que ven los votantes es que están desvariando otra vez acerca de Europa”.

El ala más antieuropea del partido no se ha fiado nunca del primer ministro David Cameron. Reniegan de su centrismo, que consideran la causa de que no alcanzaran la mayoría absoluta en 2010 y tuvieran que formar coalición con los liberales-demócratas, a los que detestan aún más que a Cameron. El auge del populista Partido por la Independencia de Reino Unido (UKIP), coronado con el 25% del voto en las municipales de principios de mes, les ha dado la coartada perfecta para lanzarse sobre Cameron.

Esta semana, 116 diputados conservadores votaron a favor de una enmienda censurando el programa legislativo de la coalición por no incluir una propuesta de ley sobre el referéndum de permanencia de Reino Unido en la UE, que Cameron ha prometido para 2017 si gana las elecciones de 2015. Una promesa arriesgada que ha abierto la caja de Pandora de la marcha de la UE, un tema tabú hace muy poco.

Maurice Fraser, profesor de la London School of Economics especialista en la UE y en el Partido Conservador británico, no cree, sin embargo, ni que Reino Unido se vaya a ir de Europa ni que todos los tories lo deseen. Entre otras cosas porque es un partido que ha agrupado corrientes muy distintas, desde centristas y democristianos como en la Europa continental a nacionalistas populistas de la derecha política tradicional. “Lo que estamos viendo es la tensión entre el sector moderno, centrista, liberal y capitalista por un lado y los nacionalistas-populistas, los conservadores más tradicionalistas”.

Lo que siempre les ha unido es el ansia de conseguir el poder. Por eso, “el Partido Conservador tiene que tomar una decisión: o se inclina por esa línea nacionalista, populista, casi diría poujadista, que en el resto de democracias europeas consigue entre el 15% y el 30% del voto, o si quiere atraer al centro político, y no solo a los miembros de su partido, para lograr el 40%”, explica Fraser.

A su juicio, lo que refleja el auge euroescéptico es el hecho de que ese sector “tiene una gran habilidad para utilizar los medios; en cambio, los centristas no se han preocupado por hacer lo mismo y más bien dan por seguro que los británicos van a seguir apoyando la pertenencia a la UE”. “A pesar de la presencia de los euroescépticos en los medios, no deberíamos pensar que el Partido Conservador se opone abrumadoramente a la UE”, advierte.

Los euroescépticos están utilizando dos argumentos para convencer a los británicos de que estarían mejor fuera de la UE: la crisis del euro ha dado alas a la tesis de que la economía británica se beneficiaría y el énfasis del UKIP contra la inmigración les hace pensar que hay que atacar por ese frente para ganar votos.

El argumento económico es uno de los defendidos días atrás por lord Nigel Lawson, un barón tory no especialmente eurófobo y durante seis años canciller del Exchequer con Margaret Thatcher. Philip Whyte, investigador del Centre for European Reform, un centro de estudios europeísta pero crítico con el funcionamiento de la UE, discrepa de esa visión. En un estudio titulado ¿Perjudican los vínculos europeos de Gran Bretaña su prosperidad? concluye que muchos de los argumentos económicos euroescépticos son “engañosos” y que los problemas de la economía británica “no tienen nada que ver con las cargas burocráticas de la UE”.

Whyte subraya que, según la OCDE, la economía británica es ya la economía menos regulada del mundo y difícilmente lo sería más fuera de la UE. Sostiene también que algunos de los principales problemas tienen su origen en el propio país, y no en la burocracia europea. Y cita la mala calidad de la enseñanza preuniversitaria, las rígidas normas de planificación urbana o la congestión del transporte. Destroza el mito de que salir de la UE favorecería el comercio con países terceros al preguntarse por qué Alemania, sometida a las mismas normas del mercado interior, exporta a China seis veces más. Y recuerda que estar fuera supone el riesgo de tener que cumplir esas normas del mercado europeo sin poder modelarlas desde dentro.

La cuestión de la inmigración es más delicada. El Gobierno de Cameron ya está dificultando de manera efectiva la procedente de países terceros y quizás por eso el objetivo euroescéptico es ahora torpedear la que llega de la UE. Pero es impensable que Londres intente prohibir la libre circulación de viajeros y el derecho a establecerse en otro país de la UE, una de las cuatro libertades del Tratado de Roma. Tampoco le dejarían el resto de socios.

“Cameron está intentando solucionar eso restringiendo el acceso de los inmigrantes al Estado de bienestar, en vivienda, educación o sanidad, condicionándolo al tiempo que llevan en el país, a que paguen impuestos. Eso debería reducir la desconfianza hacia la inmigración”, explica Maurice Fraser. Pero eso solo lo podrá hacer si no supone una discriminación por nacionalidad. Y no es tan fácil: el Gobierno aún no ha explicado cómo lo piensa hacer…

“Al Partido Conservador le gustan los líderes fuertes, como Margaret Thatcher. Y todo esto está poniendo a prueba la capacidad de liderazgo de Cameron. Veremos si se deja llevar por los medios y los sondeos, a tener contentos a los euroescépticos para mantener el partido unido, o si va a actuar en nombre del interés nacional. Es todo un reto para él”, sostiene el profesor Fraser. “Lo que Cameron puede hacer es demostrar que tiene una agenda clara para reformar y descentralizar la UE, una agenda política y de competitividad que pueda unir al partido, que pueda ser apoyada por otros países de la UE y asuma las preocupaciones de la gente. Tiene que mostrar que es un líder fuerte. Y creo que todavía no lo ha conseguido”, advierte Fraser.

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