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El Partido de los Piratas alemanes busca tierra firme

La estrella política de 2011 y 2012 se hunde en los sondeos en año electoral

Johannes Ponader (izquierda) y otro miembro del partido, ayer durante el congreso federal.
Johannes Ponader (izquierda) y otro miembro del partido, ayer durante el congreso federal. c. stache (AFP)

Desarbolados, tocados y ¿hundidos? Cuesta renunciar a las metáforas náuticas para describir la situación actual de los Piratas de Alemania. La estrella política de 2011 y 2012 se quedó este año sin columna propia en los gráficos de intención de voto de la televisión pública ARD para las generales de septiembre, donde aparece bajo el epígrafe “otros” junto a partidos estrafalarios como el de la Política Espiritual o el Anarquista del Pogo de Alemania. Tras triunfar en las regionales de Berlín con el 8,9% de los votos en otoño de 2011 y, en 2012, repetir éxito en Renania del Norte-Westfalia (7,8%), Sarre (7,4%) y Schleswig-Holstein (8,2%), el Partido de los Piratas pinchó este año en Baja Sajonia (2,1%) y ha pasado de pisar los talones a Los Verdes hace un año con el 11% de los apoyos a la insignificancia en los gráficos actuales. Este fin de semana, el partido celebra su último congreso federal antes de las elecciones. Sus dirigentes esperan frenar la caída y recuperar el 5% de los votos que les permitiría entrar por primera vez en el Parlamento federal (Bundestag).

Los Piratas padecen fuertes tensiones internas. Desde fuera les llega la nueva competencia de Alternativa para Alemania, una flamante formación euroescéptica y conservadora que arañará una porción del voto de protesta que hace unos meses obtenían Los Piratas. Ya los superan en todas las encuestas.

Para compensar esta erosión, el partido necesita delimitar sus posiciones y desarrollar un perfil más allá de su imagen como conglomerado juvenil formado en los nuevos medios. Los partidos tradicionales han invertido recursos en el campo digital y, con el uso masivo de Internet en todas las franjas de edad y de formación, Los Piratas están perdiendo su principal especialidad. En los demás debates políticos han estado en el limbo durante buena parte del tiempo transcurrido desde su fundación en 2006, pero su progresiva decantación hacia el centroizquierda los ha puesto en un territorio político superpoblado: Los Verdes y el socialdemócrata SPD comparten demasiadas posiciones con la Unión Demócrata Cristiana de Angela Merkel (CDU) como para que, encima, quede espacio para los recién llegados.

Este fin de semana servirá también para reordenar las filas del partido. Se va su dirigente Johannes Ponader, que hace un año se hizo famoso al aparecer con sandalias en un debate político televisado. Ponader representa un tipo característico de la imagen del partido: es hombre, cultiva la provocación, muestra un aspecto un poco singular y no llega a los 40 años. Ha sido una piedra en el zapato del presidente del partido, el funcionario del Estado Bernd Schlömer, que se juró poner orden en las filas piratas.

Uno de sus problemas ha sido la transparencia a la que aspira la formación: a menudo airean las tensiones internas sin control. Su reputación como partido de la democracia de base y de la participación directa se ve dañada con cada tuit provocador de dirigentes, militantes y grupos regionales. Más que democracia interna, la crudeza las discusiones públicas y la cacofonía de opiniones diversas generan una imagen caótica de la que algunos militantes culpan a los medios de comunicación o a ataques deliberados. Sea como sea, los Piratas han estado sin timón desde hace meses.

Los Piratas intentaron asentarse con propuestas de participación ciudadana en Internet. Hace menos de dos años su pujanza fascinó a los analistas como un fenómeno que se adelantaba al futuro. Pero en año electoral aparecen como una moda caduca. Tienen un fin de semana y cuatro meses para encauzar algún remedio.

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