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La hospitalización de Buteflika provoca un debate en Argelia sobre su sucesión

El presidente argelino está ingresado en un hospital militar en París desde el fin de semana El deterioro de su estado de salud dificulta su plan de presentarse a un cuarto mandato en 2014

Abdelaziz Buteflika, en enero, en Argel.
Abdelaziz Buteflika, en enero, en Argel.AFP

La hospitalización, desde el sábado, del presidente argelino Abdelaziz Buteflika, de 76 años, arroja muchas dudas de que pueda acabar su actual mandato y, sobre todo, de que esté en condiciones de aspirar a otro, a partir del año próximo, como era aparentemente su intención.

Buteflika fue trasladado hace cuatro días de Argel a París a causa de un accidente isquémico transitorio, según informó Rachid Bougherbal, el médico argelino que le atendió y recomendó su ingreso en el hospital militar francés Val-de-Grâce. Bougherbal no le acompañó a París, pero asegura haber hablado con él por teléfono y haberle escuchado decir que “se encontraba bien”.

Sus colaboradores, empezando por el primer ministro Abdelmalek Sellal, insistieron en que el “malestar” no revestía gravedad ni dejaría secuelas. En 2005 Buteflika ya fue operado en urgencias, en ese mismo hospital, de una úlcera hemorrágica. Reconoció después que estuvo “muy, muy malo”. “Desde hace tres años ha reducido mucho sus comparescencias públicas y su ritmo de trabajo”, señala Lounes Guemache, director de la publicación digital Tout sur l’Algérie.

Pese a la opacidad que rodea la salud del jefe del Estado el ictus que padece “ha sido lo suficientemente serio para no escondérselo a los argelinos”, recalcaba el diario Liberté de Argel. Era, sin embargo, difícil disimularlo porque, el miércoles 1 de mayo, Buteflika tenía previsto asistir en Argel a la final de la Copa de Argelia y entregar el trofeo al equipo vencedor.

Buteflika fue aupado al poder en 1999 por el Ejército que buscaba un presidente civil para pasar la página de la lucha antiterrorista en la década de los noventa que se cobró cerca de 200.000 muertos. Desde entonces él y su camarilla civil —en la que sus hermanos Said y Nacer ocupan un lugar destacado— han ampliado sus atribuciones, pero el servicio secreto militar (DRS) sigue teniendo mucho peso en el manejo del país. El principal activo de Buteflika en la presidencia es la reconciliación nacional tras la guerra civil larvada que vivió el país.

Buteflika modificó la Constitución en 2008 para poder presentarse, por tercera vez, al año siguiente a las presidenciales que volvió a ganar. Se le atribuía la intención de concurrir de nuevo en 2014 para ser presidente hasta 2019, con 82 años. Para intentar evitarlo una decena de partidos políticos pequeños solicitaron al Ejército que lo impidiera.

Los militares del DRS no han tratado de impedirlo, pero en marzo registraron los domicilios de algunos antiguos colaboradores de Buteflika en el marco de una investigación sobre las comisiones que una empresa italiana, Saipem, les habría supuestamente pagado entre 2007 y 2009 a cambio de ocho contratos obtenidos en Argelia por importante de 11.000 millones de euros.

La salud de Buteflika “constituye un freno para el ejercicio del poder en un país tan difícil como Argelia”, constata el rotativo El Watan. El ictus presidencial “es un revés para los que iban calentando motores de cara al cuarto mandato” presidencial, añade. El periodista Lounes Guemache cree, sin embargo, que “si su estado no empeora, el presidente seguirá adelante con sus planes, es decir preparándose para ejercer un cuarto mandato”.

Le Quotidien d'Oran, un diario más bien favorable a Buteflika, expresaba, por su parte, el deseo, en un editorial, de que el sucesor del presidente no sea impuesto desde arriba sino que se “respete la soberanía del pueblo al que se le debe permitir que se exprese democráticamente (...)”.

“Algunos ya están haciendo llamamientos a la destitución de Buteflika, pero su marcha prematura plantearía serios problemas”, advierte Lounes Guemache. “Su sucesión no ha sido preparada en las alturas”, añade. “Ningún candidato potencial emerge ni ninguna personalidad goza de suficiente consenso”. “De ahí que la designación de un nuevo presidente sea muy complicada”, concluye.

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