La reina Beatriz : “Hoy el poder no puede dotar de contenido la Monarquía”
Guillermo será entronizado este martes en la Iglesia Nueva de Ámsterdam ante las monarquías mundiales
La despedida de la reina Beatriz de Holanda ha puesto este lunes de manifiesto lo segura que está de haber abdicado en el momento adecuado. Su último discurso a la nación fue emitido en diferido por televisión a partir de las 20.30. En ese momento, la soberana y los futuros reyes, Guillermo-Alejandro y Máxima, disfrutaban de una cena de gala con los representantes de las monarquías mundiales en el Rijksmuseum de Ámsterdam. Recién renovada, la pinacoteca fue el escenario perfecto para un mensaje redondo: la sala está lista para el futuro y guarda a Rembrandt y Vermeer, dos tesoros históricos. “En estos momentos la Monarquía puede contribuir a fomentar el respeto a la democracia y estimular la cohesión e integración social”, dijo la reina, que hizo después un canto a la unidad nacional simbolizada por la Corona. “En la entronización el rey jura la Constitución para proteger la libertad. Las leyes democráticas son sancionadas por el rey y él estimula la sociedad y a todos sus grupos. El poder o la ambición personal no pueden dotar hoy de contenido a la Monarquía, que solo puede existir como servicio a la comunidad”, dijo.
En un discurso sentido también subrayó la importancia de la tolerancia, y de la cooperación a escala nacional e internacional. “La cooperación europea se basa en intereses comunes y en la necesidad de vivir en paz. Las decisiones de la UE marcan nuestra vida, en las materias que son útiles y necesarias”, añadió. El momento más emotivo fue el recuerdo a su esposo, el fallecido príncipe Claus. “Su apoyo e influencia han sido esenciales para mí, y su interés por el entorno nos abrió a todos la puerta al futuro. Fue la mejor cosa que hice, elegirle como esposo”. Y luego concluyó asegurando que el rey Guillermo Alejandro “estará por encima de los partidismos y será sensible a las necesidades actuales. Para ello necesita el apoyo de su pueblo. Sin vosotros y vuestro apoyo yo no habría podido hacerlo. Quería deciros que vuestro apoyo me acompañará en el futuro”.
Beatriz ha reinado durante 33 años y se marcha con un 73% de popularidad personal. Es verdad que el margen de maniobra que tenía en la formación de las coaliciones gubernamentales ha sido recortado por el Parlamento. También que antimonárquicos y republicanos han hecho una campaña mediática para manifestarse hoy contra la entronización de Guillermo. Pero no es menos cierto que los 200 años de la Casa de Orange son aplaudidos sinceramente por la ciudadanía. Eso sí, siempre que los gastos de la realeza no sean excesivos y ninguno de sus miembros despliegue gestos más propios de la jet-set.
Guillermo y Máxima aprendieron la lección en 2012, con la venta forzada de una villa de recreo en Mozambique. Dijeron que era un proyecto cercano a su corazón y que ayudaría a uno de los países más pobres de África. La realidad es que la compra se produjo en plena crisis y estuvo marcada por las irregularidades de los intermediarios. “Corrieron el peligro de perder el apoyo de que ahora disfrutan”, han opinado al unísono todos los historiadores nacionales al evaluar el suceso.
La matriarca, Beatriz, observó con preocupación lo ocurrido porque es alérgica a los escándalos. Cuando en 2004, ella misma, viuda de su amado esposo, el príncipe Claus, y huérfana de padres (la antigua reina Juliana y su marido, el príncipe Bernardo), se vio arrastrada por los errores familiares, pidió consejo a un selecto grupo de asesores. No entendía por qué ser popular podía valer más que representar bien a la nación.
Al final de su vida como soberana, ha conseguido aunar ambos extremos. Las desgracias personales, sobre todo el accidente de esquí que ha dejado en coma a su segundo hijo, Friso, han conmovido a su pueblo. Sin embargo, tras 75 años en el ojo público, su seriedad y afán de perfeccionismo serán sustituidos por el talante casi campechano de Guillermo. Y Beatriz, vestida de azul y plata durante la cena de gala, está encantada de que el nuevo rey tenga su estilo. “Siempre que Guillermo no tuerza su camino y siga siendo él mismo”, como le ha pedido. Ella, entretanto, abrazará feliz su nueva vida como Princesa de Holanda.
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