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La fiscalía alemana investiga a uno de los últimos guardianes de Auschwitz

El nonagenario exsuboficial de las SS Hans Lipschis fue expulsado de EE UU en 1983

Una placa que dice “Nunca de nuevo, nunca olvidar” se levanta en unas piedras junto a la verja del campo de Auschwitz-Birkenau.
Una placa que dice “Nunca de nuevo, nunca olvidar” se levanta en unas piedras junto a la verja del campo de Auschwitz-Birkenau.J. Skarzynski (AFP)

Hans Lipschis dice que fue “cocinero, todo el tiempo” que pasó en Auschwitz, primero como soldado y después como suboficial de las SS, la organización paramilitar nazi. En el campo de concentración y exterminio murieron asesinadas 1,3 millones de personas mientras Lipschis, que hoy tiene 93 años, atendía según dice los pucheros en la cantina de los guardias entre 1941 y 1944. Militó en la Tercera División Blindada de las SS, célebre por la calavera que lucía en su insignia y por su implicación en numerosos crímenes de guerra. Al principio, la división se formó con guardias de campos de concentración y exterminio. Sus efectivos eran alemanes por nacionalidad o, de acuerdo con el catálogo racista nazi, por “etnia”. Este sería el caso de Lipschis.

Nació en 1919 en Kretinga, Lituania. Su carnet de las SS lo acredita como volksdeutscher, extranjero de ascendencia alemana. También como “panadero” de profesión. Pero, aunque registra sus dos promociones a cabo y a cabo primero, no dice qué hacía en el campo. Fue deportado a Alemania desde Estados Unidos en 1983 por haber pertenecido a las SS. Desde entonces vive tranquilamente en Aalen, una localidad de 65.000 habitantes al sur del país.

Los fiscales de Stuttgart abrieron ayer una investigación contra el nonagenario por sus actividades durante sus años en Auschwitz. Hace unas semanas que el Centro Simon Wiesenthal de Los Ángeles introdujo su nombre en la lista de criminales de guerra nazis más buscados. Ocupa el cuarto puesto.

Un grupo de reporteros del diario Die Welt rastrearon la pista y se presentaron en su casa, que describen como un edificio de dos pisos típico de las colonias residenciales de los años cincuenta: recoleto, limpio, austero y sin apenas más adornos que la vegetación o, ya dentro, un cuadro con una oración evangélica. Contó a Die Welt que en Auschwitz solo fue cocinero y que no presenció “nada” en el epicentro del Holocausto. ¿No vio nada de todo aquello? “Ver no, pero oír sí”. No permaneció en Auschwitz hasta el final, pero tampoco recuerda cuándo lo enviaron al frente de la II Guerra Mundial. Ni en qué división luchó. “Se me ha olvidado”, alega.

Los alemanes entraron en Kretinga en el verano 1941. Lipschis se llamaba entonces Antanas Lipsys. En el mismo mes, los soldados detuvieron a los judíos de la región, unos 250, y asesinaron a 214 de ellos. Según atestigua su hoja de servicios, Lipschis estaba en Auschwitz como soldado de las SS ya en octubre. Es una ficha verde impresa, cumplimentada con una máquina de escribir que tiene entre sus tipos la runa doble de las SS. Dos años más tarde, Lipschis obtuvo el pasaporte del Reich alemán. Cuenta que le obligaron a inscribirse, que no tuvo opción, que era joven y que le decían: “Haz esto, haz lo otro”. Después de cocinar en Auschwitz, le tocó pelear el frente ruso. Cuenta. Pero a menudo, el cometido de las divisiones más sanguinarias de las SS no era tanto la lucha como la aniquilación ejemplarizante de desertores y sediciosos hasta el último día de la guerra. Después se instaló en la República Federal de Alemania.

Viajó a Estados Unidos en 1956 y vivió 26 años allí sin que nadie lo importunara. Tiene una hija en Chicago. Trabajó en la fábrica de guitarras Harmony, una marca legendaria usada por estrellas como Elvis. Die Welt se pregunta si Bob Dylan habrá tocado una Harmony hecha por el suboficial de las SS Lipschis. La investigación contra el cabo primero ha sido posible gracias a la condena a John Demjanjuk en 2011. Aunque no había pruebas de crímenes concretos, los jueces consideraron que su documentado servicio como guarda en el campo de exterminio de Sobibor basta para condenarlo por complicidad con decenas de miles de asesinatos.

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