Irak celebra elecciones en medio de una escalada de la violencia sectaria
Aunque las elecciones no van a afectar al Ejecutivo, sí que constituyen una indicación sobre el primer ministro Al Maliki
Irak ha celebrado hoy sábado sus primeras elecciones desde la salida de las tropas estadounidenses en diciembre de 2011. Un total de 13,8 millones de ciudadanos estaban convocados para renovar las asambleas provinciales. Pero los comicios dicen tanto de la progresiva normalización del país como de su disfuncionalidad. Una docena de bombas caseras y ataques con mortero a otros tantos colegios electorales han dejado cuatro heridos, apenas un recordatorio de la violencia que ha precedido a la cita con las urnas y causado un centenar de muertos desde el pasado domingo. Además, 14 candidatos han sido asesinados durante la campaña electoral.
Los atentados han aumentado desde principios de año. Los extremistas suníes y la rama local de Al Qaeda tratan de capitalizar el malestar de esa minoría con el Gobierno de Nuri al Maliki, un chií que se ha mostrado incapaz de tender puentes para cerrar la herida sectaria que abrió la ocupación del país. En ese contexto, y aunque las elecciones no van a afectar a la composición del Ejecutivo, sí que constituyen una indicación sobre la popularidad de Al Maliki, a apenas un año de los comicios generales. Un buen resultado de su formación, el Estado de la Ley, le abriría las puertas a un tercer mandato.
“En cualquier caso, gana Al Maliki”, asegura a EL PAÍS un observador occidental que durante los últimos diez años ha asesorado a las autoridades iraquíes. Este analista, que pide el anonimato porque no está autorizado a hablar con la prensa, admite que la coalición que respalda al primer ministro va a sufrir sin duda el desgaste por el hartazgo de los iraquíes con la corrupción y la falta de servicios públicos y la corrupción. Sin embargo, recuerda que no hay verdadera oposición.
“Iraquiya [el bloque laico que apoyaban muchos suníes] se está desintegrando, el ISCI [el grupo chií rival de Al Maliki] está desaparecido. Sólo el Movimiento Sadrista mantiene el empuje, pero tiene una base de voto limitada”, explica. La realidad es que, al margen de los grupos políticos, los lazos religiosos, comunitarios o tribales siguen pesando a la hora de decidir el voto. Por lo demás, el interlocutor considera que “las elecciones están técnicamente muy bien preparadas”, pero con la pega de que “la Comisión Electoral no es políticamente independiente”.
Unos 8.000 candidatos se disputan los 378 escaños en liza en el conjunto de las asambleas provinciales. Una vez constituidas su principal responsabilidad es la elección del gobernador, quien tiene la última palabra sobre las finanzas locales y coordina la reconstrucción, un capítulo clave para mejorar la vida cotidiana de los iraquíes. Pero la credibilidad de los comicios se ve afectada por el hecho de que sólo votan 12 de las 18 provincias. Las tres de la región autónoma kurda tienen su propio calendario electoral y lo harán en septiembre. En Kirkuk, la disputa entre las distintas comunidades impide celebrar la consulta. Y el Gobierno ha decidido retrasar el voto en Al Anbar y Nínive, dos provincias de mayoría suní, debido a la inestabilidad política.
“Las elecciones no pueden resolver todos los problemas de Irak, pero los problemas no pueden resolverse sin elecciones”, ha declarado Martin Kobler, el jefe de la misión de la ONU en Irak (UNAMI), durante una visita a un colegio electoral en Bagdad, citado por la agencia France Presse.
La afluencia de votantes se inició de forma perezosa cuando abrieron los colegios a las siete de la mañana y a dos horas del cierre, previsto para las cinco de la tarde, seguía sin ser significativa. Los resultados no se conocerán hasta dentro de varios días.
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