Bersani fracasa al intentar pactar el presidente de la República con Berlusconi
Marini, el candidato pactado por ambos líderes, se queda en menos de 20 apoyos por la tarde El líder del centroizquierda anuncia que propondrán otro nombre
En una operación disparatada que algún día se estudiará en las facultades de Ciencias Políticas, el secretario general del Partido Democrático (PD), Pier Luigi Bersani, ha cosechado este jueves un sonado fracaso que ha puesto al borde de la escisión al centroizquierda italiano. Su candidato a presidente de la República, el exsindicalista católico Franco Marini, de 80 años, ha obtenido los votos del Pueblo de la Libertad (PDL) de Silvio Berlusconi y de Elección Cívica (SC) de Mario Monti, pero no los de la totalidad de los parlamentarios del centroizquierda, que se han rebelado contra el acuerdo de Bersani con Il Cavaliere votando al jurista Stefano Rodotà, el candidato del Movimiento 5 Estrellas (M5S) de Beppe Grillo.
En la primera votación, Marini (521 votos) ha ganado a Rodotà (240) pero no ha logrado ni de lejos los dos tercios (672) que necesitaba para erigirse en sucesor de Giorgio Napolitano. En la segunda, PD, PDL y SC han decidido votar en blanco para llegar cuanto antes a la cuarta votación —en la que solo se necesita la mayoría absoluta—, pero visto que la bronca entre los suyos no hacía más que crecer, Bersani ha anunciado unas primarias de urgencia para decidir un nuevo candidato a presidente de la República.
La rectificación no ha hecho más que subrayar el patinazo. La decisión del secretario general del PD de pactar, en secreto y por su cuenta, un candidato con Berlusconi ha conducido al centroizquierda a un deshonroso callejón sin salida. La bronca que se produjo el miércoles por la noche en un teatro de Roma cuando Bersani anunció a sus parlamentarios el nombre de Franco Marini no fue nada en comparación con la que se ha registrado este jueves por la mañana en la puerta de la Cámara de Diputados y, sobre todo, en las redes sociales. “Rodotà significa el cambio. Marini, el fracaso”, se podía leer en algunas pancartas improvisadas por militantes del PD en la puerta de la Cámara de Diputados, al tiempo que los 1.007 grandes electores –diputados, senadores, delegados regionales y senadores vitalicios— iban llegando para iniciar la votación.
Algunos militantes del PD han quemado ante las cámaras el carnet del partido. Dentro, algunos diputados de centroizquierda han ocupado buena parte de la mañana en desatascar su buzón de correo electrónico, atiborrado de mensajes donde sus militantes les reprochaban el “chanchullo” entre Bersani y Berlusconi. Enseguida se ha sabido que los 45 parlamentarios de Nichi Vendola, el líder de Izquierda, Ecología y Libertad, no votarían por Marini. “La gente nos pide buena política”, se ha justificado Vendola, “y hoy el perfume de buena política lleva el nombre de Stefano Rodotà”.
La jugada de Bersani, en cambio, olía a chamusquina. Sobre todo cuando, después de depositar su voto, ha buscado ante las cámaras al delfín de Berlusconi, Angelino Alfano, le ha pasado el brazo por el hombro y ha charlado con él distendidamente. El horno de la izquierda no estaba para bollos y la red ha vuelto a explotar. ¿A dónde quería llegar Bersani? Y, sobre todo, ¿por dónde? ¿Era el acuerdo para sacar adelante la candidatura de Marini —un puro exponente de La Casta— el preámbulo de un pacto de Gobierno con Berlusconi?
Tal riesgo —¿o no es un riesgo pactar con Berlusconi después de lo aprendido en dos décadas de berlusconismo?— fue en principio conjurado por el resultado de la primera votación. De los 999 asistentes, 521 han votado por el candidato del PD, mientras que Rodotà, el nombre propuesto por Beppe Grillo, ha obtenido 240 apoyos.
El resultado ha dejado dos cosas meridianamente claras y ninguna buena para Bersani. La primera es que, como habían anunciado algunos parlamentarios rebeldes del PD antes de la votación, el centroizquierda no ha votado en bloque a favor de Marini, convirtiendo en imposible su elección a la primera. La segunda, que el jurista Rodotà ha recibido los 162 apoyos propios del Movimiento 5 Estrellas y otros 78 más. Bersani se ha convertido de nuevo en el señor de las victorias insuficientes y, lo que es más grave, en el balón de oxígeno que necesita Berlusconi —el tercer clasificado en las elecciones del 24 y 25 de febrero— para seguir manejando a su antojo la política italiana. En una de sus idas y venidas por la Cámara de Diputados, los periodistas han preguntado a Bersani: “¿Está explotando el PD?”. El secretario general ha respondido que no. A la pregunta de si estaba preocupado, ha contestado: “Sí, pero por Italia. Veréis como encontramos una solución…”.
La solución no ha llegado con la segunda votación, en la que los parlamentarios del PD, PDL y Elección Civica han votado en blanco. 418 votos en blanco y 230 a favor del candidato de Grillo. Cuando los más pesimistas se temían que la estrategia de de Bersani y Berlusconi —esa extraña pareja— era la de llegar a trancas y barrancas a la cuarta votación y sentar a Franco Marini en el palacio del Quirinal, el secretario general del PD ha pegado un volantazo. Ha hablado de una “nueva fase” y ha anunciado que su partido propondrá otro nombre a los 1.007 grandes electores. Bersani y los suyos tendrán que plantearse de una vez si quieren buscar el voto de la izquierda y del Movimiento 5 Estrellas o seguir dorándole la píldora a Berlusconi. Para la primera opción pueden servir Stefano Rodotà o Romano Prodi. Para la segunda, Massimo D’Alema. Cambiar de una vez o no cambiar jamás.
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