La violencia sectaria deja 20 víctimas mortales en Birmania
Monjes budistas incendian edificios habitados por musulmanes y mezquitas en el centro del país Las autoridades han decretado el estado de emergencia
Las autoridades de Myanmar han declarado el estado de emergencia en cuatro municipios para poner fin a los enfrentamientos entre budistas y musulmanes, que han causado la muerte de 20 personas desde el miércoles en una de las localidades, Meiktila. Al menos 2.000 personas han sido desplazadas por los choques étnicos. El estallido de violencia supone un desafío para el Gobierno reformista que asumió el poder en marzo de 2011, tras cinco décadas de régimen militar.
El humo continuaba saliendo este viernes de algunos de los edificios que fueron incendiados —entre ellos, al menos una mezquita, una escuela religiosa islámica y una oficina del Gobierno—, y grupos de hombres, incluidos monjes budistas, armados con cuchillos rondaban por las calles en Meiktila —ciudad situada unos 540 kilómetros al norte de la capital económica del país, Yangon—, informa la agencia France Presse.
Se trata del peor brote de violencia entre comunidades que sufre Myanmar, la antigua Birmania, desde que una oleada de choques entre budistas y musulmanes el año pasado en el estado occidental de Rakhine dejó al menos 180 muertos y provocó el desplazamiento de más de 110.000 personas.
Los vecinos de Meiktila se han quejado de que había poca policía en la ciudad cuando el miércoles comenzó la violencia, cuyo desencadenante fue una discusión entre una pareja budista y los dueños musulmanes de una tienda de artículos de oro. La pelea degeneró en disturbios, en los que participaron cientos de personas, y puso de manifiesto las tensiones étnicas, agostadas durante el gobierno de la Junta de los generales.
Grupos de derechos humanos habían advertido de que los choques en el oeste podrían extenderse a otras partes de Myanmar y, el año pasado, destacados monjes budistas se concentraron para protestar contra los musulmanes en la ciudad de Mandalay, en el centro del país. Los enfrentamientos en Meiktila son los primeros de los que hay noticia que se hayan producido fuera del oeste desde entonces.
No ha trascendido cuál de las dos partes ha sufrido mayor número de víctimas mortales como consecuencia de la violencia de esta semana, pero los musulmanes —que representan alrededor del 30% de los 100.000 habitantes de Meiktila— se han mantenido este viernes alejados de las calles, mientras tiendas y comercios seguían ardiendo. Varios miles han huido de sus casas y se han refugiado en un estadio municipal y una comisaría, mientras algunos budistas se han resguardado en santuarios y monasterios de la ciudad.
Los musulmanes de Myanmar —en gran parte de origen indio, chino y bangladesí— suponen entre el 4% y el 5% de una población total de unos 60 millones, aunque el país no ha realizado un censo en las tres últimas décadas. Los disturbios sectarios han estallado en otras ocasiones en algunas zonas, en particular en el estado de Rakhine. Desde los enfrentamientos del año pasado, miles de musulmanes rohingyas —la etnia sin Estado más numerosa de Asia— han huido del conflicto, muchos de ellos a Malasia.
La lucha para contener la violencia se ha convertido en uno de los principales desafíos a los que se enfrenta el presidente Thein Sein, en su intento de llevar el país hacia la democracia. Thein Sein ocupó el cargo hace dos años y, a pesar de las ambiciosas reformas y cambios —como la liberación de disidentes encarcelados y la relajación de la censura—, su Gobierno es cada vez más criticado por no ser capaz de detener por completo el derramamiento de sangre entre budistas y musulmanes. Además, se ha producido un enconamiento de la lucha contra los rebeldes de la etnia kachin en el norte. Naciones Unidas ha advertido de que los enfrentamientos étnicos pueden poner en peligro el frágil programa de reformas puesto en marcha por Thein Sein.
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