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El primer ministro de Túnez ultima la formación de un Gobierno de tecnócratas

El primer ministro islamista prepara un Ejecutivo de tecnócratas independientes, que reclama la oposición laica tunecia, pero al que es reacio Ennahda

El primer ministro tunecino, Hamali Jebali, en Túnez el pasado 9 de febrero.
El primer ministro tunecino, Hamali Jebali, en Túnez el pasado 9 de febrero.F. BELAID (AFP)

Túnez se encamina a superar, al menos provisionalmente, la crisis desatada hace una semana por el asesinato, en la puerta de su casa, del político izquierdista Chokri Belaid, de 49 años, gran fustigador de los islamistas. El atentado movilizó a las fuerzas laicas que desde entonces reivindican con más ahínco la formación de un Gobierno de tecnócratas independientes, es decir, que el partido islamista Ennahda ceda gran parte de su poder.

El primer ministro, el islamista Hamadi Jebali, de 63 años, se mostró dispuesto a hacer esta concesión a la oposición, el miércoles 6 de febrero, y se ha mantenido firme en su propósito pese a la hostilidad de su partido que ocupa el 40% (89 de 217) de los escaños de la Asamblea Constituyente. Jebali dará a conocer su nuevo Gobierno en breve.

Aunque aún no ha ganado aún del todo su apuesta Jebali ya ha salido engrandecido a ojos de las fuerzas laicas y de buena parte de la prensa hasta el punto de que Ridha Kéfi, director de la web informativa Kapitalis, afirma hoy en un comentario: “los tunecinos ven en él un auténtico jefe de Estado”.

“He elegido a mi patria”, escribe Jebali en un comentario en una página de Facebook. La frase ha sido unánimemente interpretada como que ha optado por Túnez en lugar de su partido del que es el número dos detrás de Rachid Ghanouchi, de 71 años. Jebali es un ingeniero termodinámico educado en Francia, pero que vivió también un año exiliado en España.

Para formar su próximo Ejecutivo y ayudarle a superar la crisis Jebali se ha rodeado de un “consejo de sabios”, compuesto por 16 personalidades de prestigio entre las que destaca el general Rachid Ammar, jefe de Estado Mayor de los Ejércitos. Su papel fue decisivo, en enero de 2011, en la caída de la dictadura de Ben Alí. Se negó a que las Fuerzas Armadas disparasen sobre la muchedumbre.

El primero en rechazar la propuesta de Jebali fue, el jueves pasado, el jefe del grupo parlamentario de Ennahda, Sahbi Atig, y después las juventudes del partido se echaron a la calle, el sábado, para defender “la legitimidad del Gobierno que emana de las urnas”. “La decisión [de Jebali] ha sido tomada sin consultar a ninguna de nuestras instituciones”, se lamentaba la diputada Amen Azzouz. Durante la manifestación los islamistas moderados fueron acompañados por los salafistas que exigen la unidad de los musulmanes frente a los “impíos”.

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Algunos miembros del Ejecutivo, como el titular de Asuntos Exteriores, Rafik Abdessalem, yerno de Ghanouchi, amenazaron incluso con “la retirada del poder de Ennahda” si Jebali persistía en su empeño de Gobierno tecnocrático. Ennahda se resiste a que la presión de la calle le haga perder el poder que ganó en las urnas en octubre de 2011.

Con la excepción del Congreso para la República (CpR), socio de Gobierno de Ennahda, el conjunto de las fuerzas laicas reclaman ese Gobierno de tecnócratas apolíticos. A principios de semana el poderoso sindicato Unión General de Trabajadores Tunecinos, que cuenta con medio millón de afiliados, también apoyó la propuesta.

Para salir del atolladero Ghanouchi, el líder de Ennahda, propuso el martes un compromiso que se acerca bastante a la iniciativa de su “número dos” en el partido. “Estamos abiertos a todos para llegar a componer un Gobierno de personas competentes a nivel nacional, lo que coincide con lo que pide Jebali, con además una representación ampliada” de las fuerzas políticas, declaró Ghanouchi.

El máximo líder islamista deja así caer que, además de los tecnócratas, otros partidos laicos podrían entrar en el futuro Ejecutivo en el que Ennahda renunciaría a las carteras de Interior, Justicia y Exteriores que ahora ostenta.

Túnez tiene pendiente la elaboración una Ley Fundamental que la Asamblea Constituyente empezó a redactar a finales de 2011, pero que dista mucho de estar aún lista a causa de las divergencias entre islamistas y laicos.

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