Todos los males de la política contemporánea se concentran en la figura de Berlusconi. No hay nadie que sintetice mejor el poder corruptor del dinero, la manipulación populista de la televisión, la amalgama y confusión entre intereses privados y públicos, la personalización caudillista, la democracia del público o la destrucción del Estado de derecho y de la división de poderes desde el Gobierno.
Su legado es desastroso y bien vivo, pero su regreso ahora a la escena electoral es una nueva desgracia para Italia y para Europa que viene a sumarse a las numerosas dificultades de todo tipo que atraviesa la Unión Europea. La degradación de la política encuentra su personificación en la imagen misma de este septuagenario trabajado por la cirugía plástica y por una patética lubricidad de anciano que quiere vencer con dinero los estragos de la edad.
No es un caimán el que regresa, sino la momia, como acertadamente le ha calificado Liberation. Produce espanto, pánico incluso, y apesta a dolor y a muerte, pero ya no tiene los mismos dientes ni idéntica capacidad para arrear con su cola, aqunque los malos instintos permanezcan vivos. Y lo que quiere sobre todo es huir de nuevo de los procesos judiciales que le persiguen, un móvil que ya estuvo presente en la primera ocasión en que se presentó.
Comentarios
El regreso de Berlusconi es como si Díaz Ferrán anunciara su ingreso en la política. Todos sabríamos que su intención sería claramente deshonesta. En este caso, el provecto ex mandatario trata de lavar su cara en las urnas riéndose una vez más de sus ciudadanos, pero, sobre todo, trata de retrasar su ingreso en la cárcel. Eso es lo que mueve a esta momia de su mausoleo. Si Drácula salía de su ataúd para chupar la sangre de sus paisanos, el vampiro de Italia, además, intenta no ser chupado por la justicia. Una buena estaca es lo que hace falta. O esperar que la diosa vida se lo lleve con él, y que no falte mucho. Y es que si la elevada edad, por sí sola, en algunos casos puede ser garantía relativa de algo, cuando se le añade una gran sinvergonzonería deja de ser garantía de nada para convertirse en aval de lo peor. Tal es el caso de este histrión nocivo que cuesta creer que haya llegado a ser guía del pueblo italiano durante tanto tiempo. Lo dicho, como si aquí pusiéramos a Díaz Ferrán a dirigir nuestro destino.
Momia y caimán. Quizás más caimán que momia. La Real Academia en su segunda acepción ( la que atribuye “caimán” a las características de las personas) dice, Caimán: “persona que con astucia y disimulo procura salir con sus intentos”. Algunas de las variedades ( especies) del caimán ( animal) están especialmente protegidas y sus pieles son utilizadas en la marroquinería de lujo ( bolsos, zapatos). En cuanto a Momia se refiere la alta institución académica como : cadáver que naturalmente o por preparación artificial se deseca con el tiempo sin entrar en putrefacción. Bassets dice de Berlusconi que “no hay quien sintetice mejor el poder corruptor del dinero” , le acusa de manipulación populista de la televisión, de la destrucción del estado de derecho y de la confusión entre intereses públicos y privados. Todo cierto, ciertísimo, pero – desgraciadamente – no exclusivo del personaje. Berlusconi no deja de ser un paradigma en muchos de estos aspectos para otros muchos personajes públicos, políticos relevantes, instituciones ( Comunidad Europea, Bancos, Gobiernos, Poderes informativos – no sólo televisivos – en general). En realidad el poder corruptor del dinero se explica históricamente por si solo y a la destrucción del estado de derecho se han sumado – con la disculpa de la crisis- no pocos estamentos de todo tipo. ( Me imagino que en lo que a nuestro país respecta no hace falta recordar las promesas electorales, la reflotación de los bancos, los desahucios, las privatizaciones de derechos públicos comprendidos en la Declaración de Derechos Humanos, el cercenamiento de la justicia…). Diríase que señalando a Berlusconi estuviésemos descargando culpa sobre lo nuestro, lo próximo: “ Miren cómo es ese, nosotros no somos así”. Bueno, pues no estamos tan lejos. Hagamos también introspección. Las referencias a la momia física, aderezadas de adjetivos como “septuagenario”, “patética lubricidad de anciano” “ ansias de vencer con dinero los estragos de la edad”, “ apestar a dolor y muerte”, son desafortunadas se atribuyan a Berlusconi, a un ex presidente de la Cámara, a una ex -presidenta del gobierno o a un monarca. Cada cual tiene derecho a huir de la muerte y de la vejez como pueda si el único daño es el auto-infringido( cirugías plásticas). El uso de la prostitución no parece ser privativo – con todo lo chusco y ostentoso que resulta en su caso - de D. Silvio. Y la famosa señorita marroquí podrá ser menor en el carnet de identidad pero sin duda era mayor de 14 años que es la edad que la Iglesia católica fija para poder casarse. En cualquier caso Berlusconi podrá llegar con ella a un acuerdo seguramente más barato que el de D. S. K. con la camarera de New York. Y D. S. K. va a pagar 6 millones de dólares que en este caso es difícil le pague su multimillonaria esposa. Se los tendrá que sacar de sus ahorrillos, esos ahorrillos que resultan impropios de un candidato ¡ Socialista! a la Presidencia de Francia. En fin, Berlusconi, un “monstruo” sí pero no tan distinto de nuestros demás dirigentes. A los cuáles, como a él hasta ahora, los elegimos ( quienes los voten, claro) haciendo uso de esta democracia tan magra que nos está quedando, que nos están dejando los múltiples Berlusconis que nos rodean.
Durao Barroso, por cierto claramente caimán, ¿ borra con su foto de hoy recogiendo el Nobel de la Paz como Presidente de la Comisión Europea aquella otra foto de las Azores ? Era el “ cuarto hombre”, el anfitrión, pero lucía allí muy ufano y orgulloso, con discreción, tras aquellos políticos sin par, belicistas donde los haya. A mi me parece que no hay una relación casual sino causal entre una foto y la otra. Entre la declaración de guerra a Irak y la obtención de este Nobel de la Paz. Guerra y Paz.
Berlusconi representa probablemente lo más negativo del populismo moderno, pero su trayectoria pública solo se explica por "Tangentopoli" y el fracaso de las distintas alternativas presentadas por el centro izquierda italiano para competir con él; así que no sé a quién se le puede echar la culpa, salvo que echemos la culpa a toda la sociedad italiana, y tampoco creo que se trate de eso. Lo malo del populismo es que, a menudo, resulta tremendamente popular y es muy capaz de ganar elecciones; aunque a veces, y menos mal, también las pierde, como le ha ocurrido a Mas y tal vez le ocurra en un futuro próximo a Berlusconi, si es que al final se presenta. Es más, en mi opinión lo mejor probablemente sería eso, que Berlusconi se presentara a las elecciones y perdiera, y que también se presentara Monti y ganara; porque dicho sea de paso, no creo que resulte demasiado democrático que en Italia gobierne un tecnócrata impuesto desde el centro de Europa y que no ha pasado por las urnas, por muy competente que pueda resultar.
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Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).