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Multitudinaria manifestación en Kuwait para denunciar las elecciones de mañana

Los opositores han convocado una gran movilización para boicotear los comicios, que va a dar la medida del respaldo que tienen en su pulso con la familia real

Ángeles Espinosa
Una voluntaria reparte camisetas electorales en Kuwait City
Una voluntaria reparte camisetas electorales en Kuwait CityGustavo Ferrari (AP)

Miles de kuwaitíes se han congregado esta tarde para expresar su rechazo a las elecciones legislativas de mañana y promover su boicot. La manifestación, la primera autorizada desde que el Gobierno del emirato prohibió los mítines políticos a principios de noviembre, es el último capítulo del pulso que la oposición mantiene con el emir, a quien acusa de querer neutralizar el Parlamento. “El pueblo quiere la anulación del decreto”, han coreado los manifestantes en referencia al edicto que ha cambiado la ley electoral. Más allá de parafrasear el lema de la Primavera Árabe, el eslogan evoca que si no se alcanza un compromiso la lucha política va a trasladarse a la calle como ha pasado en varias autocracias árabes.

Las elecciones de mañana en Kuwait van a decidirse en gran medida hoy, durante la jornada de reflexión. En una muestra de la insólita situación política que atraviesa ese país, el Gobierno autorizó una manifestación convocada por el frente opositor para pedir que se boicoteen las urnas. Una variopinta alianza de islamistas, liberales y jóvenes activistas acusa al emir de querer neutralizar el Parlamento con los cambios que ha introducido en la ley electoral. El asunto ha polarizado la sociedad kuwaití y puesto al monarca contra las cuerdas. Si la oposición tiene éxito, los comicios, los quintos en seis años, quedarán deslegitimizados.

“El cambio de la ley electoral ha sido el detonante, la gota que desborda el vaso, pero se trata de un proceso acumulativo. Lo que se está pidiendo en la calle son cambios democráticos”, explica por teléfono Saad Al Ajmi, el editor del periódico online Al Aan, el único verdaderamente independiente del emirato.

En efecto, el pulso se ha intensificado desde que los islamistas y sus aliados tribales ganaron las elecciones legislativas del pasado febrero y se lanzaron a conquistar una mayor influencia en las decisiones políticas del emirato. Apenas cinco meses después, el Tribunal Constitucional disolvió el Parlamento con el argumento de que había habido irregularidades en la delimitación de las circunscripciones electorales, y dictó que se restaurara la Cámara elegida en 2009, cuya composición era más favorable al Gobierno. Sin embargo, las protestas impidieron que llegara a reunirse.

Entonces, el emir, el jeque Sabah al Ahmad al Sabah, anunció por sorpresa un cambio en el sistema electoral. Kuwait, con 3,7 millones de habitantes de los que dos tercios son extranjeros sin derecho al sufragio, se divide en cinco circunscripciones, cada una de los cuales elige a 10 diputados. Pero a diferencia de lo que suele ser habitual, los kuwaitíes podían seleccionar no a uno sino hasta cuatro candidatos (no se trata de listas electorales porque no hay partidos propiamente dichos). A partir de estas elecciones, el decreto del emir establece que solo se pueda votar a un candidato.

“El cambio pretende acallar la voz de la Asamblea Nacional, ya que facilita que las autoridades controlen los resultados electorales, lo que mina la legitimidad democrática del país”, ha denunciado el exdiputado, Musallam al Barrak, una de las voces más críticas con la actuación del jeque Sabah, a quien ha responsabilizado directamente de la situación. A diferencia de los parlamentos en otras monarquías árabes, el kuwaití tiene capacidad legislativa y de veto sobre los miembros del Gobierno, cuyos puestos clave siguen monopolizados por la familia real.

Los opositores consideran el decreto un abuso del artículo 71 de la Constitución (que solo autoriza tal proceder en situaciones excepcionales) y aseguran que el nuevo sistema diluye su capacidad de forjar alianzas e incremente los riesgos de compra de votos y de sobornos, un mal muy extendido en Kuwait. Su movilización se ha traducido en numerosas protestas, algunas de las cuales terminaron en enfrentamientos con la policía. A principios de noviembre, el emir prohibió las concentraciones de más de 20 personas.

Aún así, el Ministerio del Interior ha autorizado la manifestación convocada para hoy por el Frente Nacional para la Salvaguarda de la Constitución, la organización paraguas que agrupa a los opositores. Jóvenes activistas y liberales, que inspirados por la Primavera Árabe quieren mayores libertades sociales y políticas, se han unido a los islamistas (y las conservadoras tribus), que quieren tener mayor peso en el gobierno del país, de forma no muy distinta a lo que ocurriera en Egipto o Túnez.

“La primavera kuwaití empezó antes que la árabe”, asegura Al Ajmi, en referencia a la pugna que desde hace varios años mantiene el Parlamento con la familia real para lograr una verdadera monarquía constitucional. El emirato tiene una de las rentas per capita más altas del mundo, además de un envidiable estado de bienestar. “A diferencia de otros países aquí no se está pidiendo la caída del régimen”, precisa el periodista, “sino que se quiere proteger la Constitución, una de las más antiguas de la región. El emir no la ha respetado al cambiar la ley electoral fuera del Parlamento”.

Los islamistas sin embargo van más lejos y ya hablan abiertamente de cambiar la Carta Magna. “Los Al Sabah están perdiendo su legitimidad”, afirma en un email Mansur al Khuzam, exsecretario general del Hizb al Umma que abandonó en 2008 y en la actualidad simpatizante de la movilización juvenil. Para él, sólo hay dos salidas: “que el régimen dé marcha atrás [en la ley], pero la gente no va a aceptar la pérdida de tiempo y de dinero gastados en candidatos corruptos; o lo más probable, que mantenga el circo [electoral] y la gente se soliviante aún más con la familia real”.

A pesar de la imagen de tranquilidad que el emir ha querido transmitir viajando esta semana a Londres, hay indicios de nervios en palacio. Por primera vez en la historia de Kuwait, el Gobierno está enviando SMS a los ciudadanos para que voten mañana.

“La respuesta a esa convocatoria va a darnos una indicación del poder de la oposición”, señala George E. Irani, profesor de la Universidad Americana de Kuwait, que recuerda que el objetivo de los opositores es que los votantes no superen el 20%-30% para que el proceso quede deslegitimizado. En su opinión, “el país está polarizado, pero no todo es blanco o negro; algunos miembros de la familia real han tendido la mano y también hay opositores que concurren a las elecciones”. Irani apunta además la influencia de la situación regional.

Después de 21 meses de revuelta en el vecino Bahréin, el hermano mayor saudí está especialmente sensible a veleidades democráticas que puedan perturbar a otra monarquía árabe. Como en esa isla-Estado, EEUU se enfrenta en Kuwait a la contradicción entre los valores democráticos y la estabilidad necesaria para que siga fluyendo el petróleo. Una escalada del conflicto en el emirato, que tiene las sextas reservas de crudo y es uno de los diez principales exportadores de sus derivados, tendría repercusiones indeseadas en el precio del barril.

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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