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Portugal aprueba su presupuesto más restrictivo entre protestas

A partir del 1 de enero el aumento en impuestos que pagarán los portugueses equivaldrá en torno a un salario mensual medio

Antonio Jiménez Barca
Un grupo de manifestantes frente a la sede del Parlamento portugués en Lisboa.
Un grupo de manifestantes frente a la sede del Parlamento portugués en Lisboa.JOSE MANUEL RIBEIRO (Reuters)

De un lado, los 224 diputados portugueses discutiendo y votando el que será el más restrictivo, polémico y difícil presupuesto de la historia reciente de Portugal; del otro, miles de personas, convocadas por los sindicatos y varias asociaciones civiles, gritando y protestando pacíficamente frente a la sede del Parlamento contra ese mismo presupuesto en un intento desesperado de frenarlo. O, al menos, de hacer oír su rabia. Al final bastaron los votos de la coalición conservadora gubernamental PSD CDS-PP, para aprobar el texto. Toda la oposición (Partido Socialista portugués, Partido Comunista Portugués, Bloque de Izquierda y Los Verdes) se pronunció en contra.

Mientras, afuera, protestan los sindicalistas, las amas de casa, los desempleados, los estudiantes y los estibadores. Uno de estos manifestantes porta una pancarta con un mensaje simple y contundente: “Sáquenme de esta película”. Hay periodistas de la agencia estatal Lusa que temen por su puesto de trabajo y miembros de un movimiento especial de parados surgido al socaire de la crisis, como tantos otros en Portugal. En una esquina, un joven atiende una especie de caseta de cartón en la que pide que se firme contra la, a su juicio, previsible privatización del agua.

Todos están convencidos de que el presupuesto que acaba de aprobarse les va a empeorar la vida todavía un poco más. Es cierto. El texto incluye, entre otras medidas, una brutal subida de impuestos calificada por la oposición como de auténtica “bomba fiscal”, encaminada a enjugar la deuda a embridar el déficit y a seguir las directrices de la troika acreedora. El Gobierno defiende que es un presupuesto condicionado y que su margen de maniobra para elaborar otro es muy escaso, dada la necesidad de ajustar el gasto para cumplir los compromisos asumidos.

Los recortes son muchos y afectan, sobre todo, a las clases medias asalariadas portuguesas, las que ya de por sí cargan con el peso ingente de la recesión económica en un país maltrecho que fue intervenido en abril de 2011 para evitar su bancarrota.

Así, a partir del año que viene, se reducen varios tramos del Impuesto de la Renta portugués a fin de recaudar más y se implanta una sobretasa global del 3,5% para todos que comenzará a funcionar en enero. Pagarán más los pensionistas, los que cobran el subsidio de desempleo y los que cobran el subsidio por enfermedad. En general, la subida de impuestos, de tasas y de sobretasas que se va a abatir sobre la ya sufrida población portuguesa a partir del 1 de enero equivaldrá a un salario completo. Y los funcionarios y pensionistas, además, seguirán sin una de las dos pagas extras, retirada ya hace un año.

Es decir: el año que viene, 2013, será duro. La economía caerá un 1% según un Gobierno (un 1,8% según la OCDE aseguró hoy), el consumo se despeñará un 2,5% y el paro escalará hasta el 16,8%. Habrá recortes, todavía sin precisar, en Sanidad y en Educación. Todo funcionará un poco peor, como los transportes públicos. Sólo en 2014 el país comenzará a levantarse, según aseguró hoy el ministro de Finanzas, Vítor Gaspar. Lo malo es que el año pasado, Gaspar dijo exactamente lo mismo refiriéndose a 2013, con lo que la población (y muchos de los especialistas y economistas) han dejado de creer en sus previsiones.

Mientras desde Europa, de rebote, llega una ayuda no del todo inesperada: las nuevas y mejores condiciones que la Unión Europea aplicará para el cumplimiento de la deuda Grecia podrán ser aprovechadas por los otros dos países intervenidos financieramente (Portugal y Grecia). Así lo aseguró Gaspar en su intervención.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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