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Israel parará los ataques durante la visita del primer ministro egipcio a Gaza

El gesto obedece a la intención del Gobierno de mostrar su apoyo al pueblo palestino. Morsi sobre los bombardeos: “Los israelíes deben entender que es inaceptable"

Un niño participa en una de las manifestaciones propalestina en la franja de Gaza.
Un niño participa en una de las manifestaciones propalestina en la franja de Gaza.ANWAR AMRO (AFP)

En todo un golpe de efecto, el primer ministro egipcio, Hisham Kandil visitará este viernes la franja de Gaza acompañado de varios “responsables de seguridad” egipcios, según una filtración difundida por la cadena de televisión Al Yazira. Esta será la primera visita de un miembro del gobierno egipcio desde que la franja pasó a ser controlada por Hamás, lo que representa un duro golpe al bloqueo político promovido por Israel y EE UU, y una expresión de la voluntad de El Cairo de desarrollar una política exterior más asertiva en Oriente Medio. A primera hora del viernes, un comunicado oficial israelí ha anunciado que "Benjamin Netanyahu se ha comprometido a parar todas las operaciones ofensivas en Gaza durante la visita del primer ministro egipcio, que debería durar alrededor de tres horas".

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Durante las últimas horas, las autoridades egipcias han intensificado sus contactos con varios actores clave en la región para frenar la escalada de violencia entre Israel y Gaza producida a raíz del asesinato el miércoles del líder de las milicias de Hamás, Ahmed al-Yabari. Egipto ya ha ejercido en anteriores ocasiones de mediador entre ambas partes a través de sus responsables de inteligencia. “Hay una forma de conseguirlo: imponer una tregua entre Hamás e Israel. Estamos trabajando en ello con los estadounidenses”, declaró un responsable egipcio al periódico Al Ahram.

Precisamente, ante el fracaso de estos esfuerzos, la visita de Kandil se puede interpretar como una estrategia para forzar a Israel a detener su ofensiva contra Gaza, al menos de forma temporal. La decisión supone un desafío a Washington, impulsor del bloqueo a Gaza que solo se atrevió a romper recientemente el emir de Catar, y constituye una ruptura clara con la política de Mubarak en anteriores crisis de un cariz parecido.

A causa de la crisis actual, las delicadas relaciones entre Israel y el Egipto posrevolucionario se encuentran en su peor momento. El presidente egipcio, Mohamed Morsi, ha retirado su embajador en Tel Aviv como protesta por la ofensiva israelí. Por su parte, el embajador israelí en Egipto, Yaakov Amitai, ha sido llamado a consultas y abandonó el país árabe la noche del miércoles.

En declaraciones a la televisión egipcia, el rais egipcio condenó el jueves de forma contundente los ataques contra Gaza. “Los israelíes deben entender que esta agresión es inaceptable, y que podría llevar la inestabilidad a toda la región”, advirtió Morsi. Las autoridades egipcias han puesto en marcha toda su maquinaria diplomática para frenar la escalada del conflicto, y han solicitado una reunión de urgencia de la Liga Árabe el sábado.

Morsi aseguró haber abordado la crisis con Obama en una conversación telefónica, en la que buscaron vías para “restablecer la calma”. Por su parte, el ministro de Exteriores egipcio, Mohamed Kamel Amr instó a su homóloga estadounidense, Hillary Clinton a “intervenir para poner fin a la agresión de Israel contra el pueblo palestino de Gaza”, según informó el ministerio en un comunicado oficial.

Otra de las acciones de El Cairo en respuesta a la ofensiva de Israel fue abrir el paso fronterizo de Rafah, que conecta a Egipto con la franja de Gaza, para permitir el traslado de los heridos al hospital de la ciudad egipcia de Al Arish. La entrada de personas y bienes a Egipto está habitualmente sometida a numerosas restricciones, por lo que el comercio entre ambos territorios se realiza a través de túneles subterráneos.

El ascenso al poder de Morsi, cuya organización, los Hermanos Musulmanes, tiene un vínculo ideológico con Hamás levantó enormes esperanzas entre los líderes islamistas palestinos. Sin embargo, hasta el momento, el rais no había alterado de forma significativa la política hacia Gaza. La actual crisis supone toda una prueba de fuego para Morsi, que debe buscar un difícil equilibrio entre canalizar a nivel político la indignación que sienten los egipcios por los ataques contra Gaza pero, a la vez, no comprometer sus relaciones con EE UU, ni entrar en un conflicto abierto con Israel.

La dificultad de su tarea se puso de manifiesto después de hacerse público un comunicado oficial de los Hermanos Musulmanes que urge al gobierno a romper las relaciones diplomáticas con Israel. En su nota, la cofradía instaba a los egipcios a participar en concentraciones de protesta delante de todas las mezquitas del país el jueves por la tarde, además de convocar a una gran manifestación el viernes en los alrededores de la mezquita de Al Azhar.

“El gobierno no puede hacer menos que cortar todas las relaciones con el ente sionista, ya que el Estado egipcio necesita ejercer de modelo para los árabes y los musulmanes”, afirma el comunicado, que condena también a EE UU por su apoyo incondicional a Tel Aviv, y también a los Estados árabes por “permanecer de brazos cruzados mientras se vierte sangre palestina”.

La ambigua política de Egipto en relación con el conflicto en Palestina fue una de las puntas de lanza de los ataques de la Hermandad contra el régimen de Mubarak. No obstante, el margen de maniobra de Morsi en este asunto es limitado, pues Egipto necesita mantener unas buenas relaciones con Occidente para relanzar su maltrecha economía.

De ahí que, más allá de algunos gestos, como negarse a pronunciar la palabra “Israel” en su discurso ante la Asamblea General de la ONU, el rais egipcio hubiera mantenido la misma política hacia Israel que el régimen de Mubarak. Hasta que llegó la presente crisis.

Israel y Egipto firmaron los acuerdos de paz de Camp David el año 1979, que sentaron las bases para el restablecimiento de sus relaciones diplomáticas. Tras la revolución egipcia, las relaciones entre ambos países se han deteriorado. Un momento de especial tensión tuvo lugar en septiembre de 2011, cuando un grupo de jóvenes manifestantes asaltó la embajada israelí en El Cairo, forzando un cambio de la sede de la legación.

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