Neda Soltani: “Aquel error de los medios me arruinó la vida”
Una foto suya sacada de Facebook se difundió como la de una joven iraní muerta por disparos de un ‘basiyí’ durante las protestas iraníes de 2009
Neda se convirtió en símbolo de la represión a las ansias democráticas de los iraníes. Era junio de 2009 y su muerte captada por un teléfono móvil dio la vuelta al mundo. Sólo que entre las prisas y la falta de periodistas sobre el terreno, algunos medios internacionales publicaron una foto equivocada sacada de Facebook, la de Neda Soltaní en lugar de la fallecida Neda Agha-Soltan. Fue el principio de una pesadilla para Soltaní que, tres años después, exorciza en My Stolen Face (Mi rostro robado), un libro donde cuenta cómo aquello arruinó su vida y cómo se está rehaciendo.
“Aquel error de los medios me arruinó la vida”, ha declarado Soltaní al programa Outlook de la BBC. La mujer, una profesora de inglés que ahora tiene 35 años y trabaja en una universidad de Estados Unidos, no ha vuelto a ver a su familia desde que a raíz de ese percance se viera obligada a huir de Irán. Era eso o colaborar con el régimen que pretendía aprovechar la confusión de las fotos para que se declarara Neda Agha-Soltan y confesara haber fingido su propia muerte.
"El 21 de junio de 2009 fui a mi oficina por la mañana temprano y al abrir mi cuenta de correo electrónico, me encontré con 67 solicitudes de amistad en Facebook. Durante las siguientes horas, recibí otras 300. No sabía entonces que mi foto y nombre habían aparecido en las páginas web y las televisiones de todo el mundo", recuerda Soltaní.
No llegaría a percatarse de lo que ocurría hasta última hora de ese día. Aunque las protestas de los estudiantes por la reelección de Ahmadineyad habían obligado a suspender las clases en la Universidad de Azad donde ella enseñaba inglés, Soltaní tuvo reuniones hasta tarde. Ya de noche, antes de volver a casa, echó un último vistazo al correo y encontró un email de un desconocido.
Fue muy impactante... Cuando vi a gente de todo el mundo manifestándose con mi foto, la colocación de altares, las velas
“Decía que una chica llamada Neda Soltani —que es mi nombre— había sido asesinada en las calles de Teherán el día anterior. Dado que no había información disponible sobre ella, esta persona estaba tratando de encontrar datos en Facebook a través de un proceso de eliminación, descartando una por una a las otras Neda Soltani que aparecían en el portal”, relata.
Fue sólo el principio. Al llegar a su casa, empezó a recibir llamadas de estudiantes, colegas, amigos y familiares que la habían visto en CNN, en Fox News, o en los canales por satélite en persa que emiten desde fuera de Irán. Aunque las parabólicas están prohibidas, son muchos los iraníes que las esconden en los tejados o jardines de sus casas para enterarse de lo que su Gobierno les quiere censurar. Con frecuencia las autoridades tratan de interferir las emisiones, al igual que limitan el acceso a Internet, pero esas dificultades sólo alientan la curiosidad.
En las fechas posteriores a las elecciones, que la oposición y una gran parte de los iraníes consideraron fraudulentas, los gobernantes reforzaron sus esfuerzos para aislar al país del exterior. Fracasaron. Mientras su bloqueo informativo hacía aguas gracias a los móviles y las redes sociales, la foto de Neda obtenida sin verificar de un sitio web se convirtió en el símbolo de las protestas.
“La prensa internacional estaba usando una foto mía scada de mi cuenta de Facebook para acompañar las imágenes de la muerte de Neda Agha-Soltan”, explica aún incrédula Neda Soltaní durante su conversación con la BBC.
La joven fallecida, de 27 años y sin afiliación política conocida, murió por el disparo de un miliciano basiyí durante una concurrida manifestación en el centro de Teherán, muy cerca del parque Laleh. La grabación de móvil colgada en Internet dio al resto del mundo la medida de la represión que afrontaban los manifestantes iraníes. En medio del dolor, su familia, a la que se prohibió celebrar un funeral público, tardó 48 horas en difundir fotos de la muchacha. Fueron 48 horas fatídicas para Soltaní.
"Mi foto había sido convertida en el rostro de una mártir y de todo el movimiento de oposición. Los medios de comunicación la publicaban junto a las imágenes de la muerte de la verdadera mártir, Neda", recuerda Soltaní.
Aunque la profesora quiso aclarar la confusión, ya era demasiado tarde. "Algunos blogueros publicaron actualizaciones de la noticia y dieron cuenta del error, pero muchos de los periodistas que recibieron mi mensaje no reaccionaron y mi foto se siguió utilizando", lamenta. "Mucha gente incluso me envió mensajes de odio, acusándome de ser una agente del régimen que había accedido a la cuenta de Facebook de Neda para denostar el rostro de su heroína, el símbolo de la resistencia y la oposición".
"Fue muy impactante... Cuando vi a gente de todo el mundo manifestándose con mi foto, los altares, las velas... Era como estar allí y ver mi propio funeral... Yo sabía que podía haber sido yo, que bien podría haber sufrido el destino de esa pobre mujer inocente".
Pero el impacto emocional palidece al lado de lo que se le vino encima. El imperdonable error causado por las prisas periodísticas abría una vía de escape que los responsables de la represión no podían dejar pasar.
"El régimen iraní se sentía acosado por la atención que la muerte de Agha-Soltan había suscitado en el exterior. A los tres días, agentes del Ministerio de Inteligencia vinieron a mi casa y me convocaron para una reunión. Querían convencer al mundo que la muerte de Neda Agha-Soltan no se había producido, que solo era una campaña de propaganda contra Irán. Cuando comprendieron que no estaba dispuesta a jugar su juego se volvieron contra mí. Recuerdo que uno de los agentes me dijo: 'Usted como individuo no cuenta para nosotros. En estos momentos, es la seguridad nacional de nuestra patria islámica lo que está en cuestión”.
Pero lo que es peor, personas de su entorno, incluido su novio, le dieron la espalda. Temiéndose lo peor, siguió el consejo de sus amigos, pagó un jugoso soborno a un funcionario de emigración y viajó a Turquía. Empezaba entonces la segunda parte de su calvario convertida en una refugiada en busca de asilo político, a la que el libro que acaba de publicar sólo pone punto y seguido. Todavía hoy algunos funcionarios iraníes siguen afirmando que ella es Neda Agha-Soltan, y que fingió su propia muerte".
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