El patinazo olímpico deja a Romney sin seguidores en Reino Unido
El republicano puso en cuestión la capacidad de los anfitriones para organizar el evento
Si de los británicos dependiera, Barack Obama sería reelegido por goleada. Mitt Romney nunca ha tenido demasiado crédito en Reino Unido. Y, si tenía alguno, lo echó a perder cuando en vísperas de los Juegos Olímpicos de Londres puso en cuestión la capacidad de los anfitriones para organizar un evento de esa envergadura.
Lejos de hacer la vista gorda, el primer ministro británico David Cameron le lanzó un dardo envenenado como respuesta. “Estamos organizando los Juegos Olímpicos en una de las ciudades más concurridas, más activas, más animadas de todo el mundo. Por supuesto, es mucho más fácil organizarlos en medio de la nada”, contestó, en referencia a que Romney había sido el máximo responsable de la organización de los Juegos de Invierno de 2002 en Salt Lake City.
El apoyo a Obama no solo se basa en esa anécdota. Los británicos ven en el radicalismo de derechas de Romney el peligro de la reedición de un nuevo George W. Bush, el presidente estadounidense más discutido en Europa en decenios y en especial en Reino Unido, el aliado más directamente afectado por la guerra de Irak tanto política como militarmente. Ahora temen que Irán pueda convertirse en el próximo Irak.
Quizás por eso una encuesta llevada a cabo en Internet por Angus Reid señala que los británicos apoyan a Obama en una proporción de 10 a 1. Y eso que apenas algo más de la mitad de ellos creen que el presidente saliente ha cumplido con las expectativas que había despertado y casi uno de cada cinco asegura que su gestión no les ha impresionado en absoluto.
Incluso David Cameron, si pudiera, probablemente votaría por el candidato demócrata a pesar de que los aliados naturales de los conservadores británicos son los republicanos estadounidense. Pero el primer ministro se ha guardado mucho de expresar en público sus simpatías. Quizás porque en los anteriores comicios presidenciales invitó y agasajó por todo lo alto al que entonces ya se perfilaba como candidato republicano, el senador John McCain, al que presentó como “el próximo presidente de Estados Unidos” en el congreso del Partido Conservador en Bornemouth en otoño de 2006 y luego le apoyó explícitamente en un viaje a Washington en enero de 2008.
A pesar de ese patinazo, Cameron ha acabado construyendo una buena relación personal con el presidente Obama. Y cree que el proyecto centrista que defiende como líder tory y como primer ministro británico se acerca más a la tibieza de Obama que al radicalismo de Romney. Por eso, y porque los británicos parecen dar casi como segura la reelección del actual presidente, Cameron haría como la mayoría de sus ciudadanos y probablemente votaría por Obama si pudiera.
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