La diplomacia demostrada por Obama convence a los iraníes en EE UU
Los miembros del Consejo Nacional Americanoiraní confían en que con el presidente las posibilidades de un ataque a Irán sean menores que con Romney
“Obama ha demostrado que quiere darle una oportunidad a la diplomacia”. Son las palabras que pronunció Nobar Elmi, iranoamericana y responsable de comunicación del Consejo Nacional Americanoiraní (NAIC, en sus siglas en inglés), cuando el tercer debate entre los candidatos a la presidencia de Estados Unidos se adentró en la crisis entre Irán e Israel a cuenta de la amenaza que el programa nuclear del primero representa para el segundo. La frase de Elmi, con pequeños matices, es la misma que repitieron la escasa treintena de sus compatriotas, todos miembros de NAIC, que se congregaron en un bar de Washington para ver el último cara a cara entre los candidatos a la presidencia de EE UU.
NAIC es una asociación independiente de EE UU que trabaja para desarrollar y reforzar la relación bilateral entre ese país e Irán, uno de los asuntos de política exterior que más ha polarizado esta campaña electoral. Aunque en los últimos meses NAIC se ha mostrado muy crítica con las sanciones económicas contra Irán aprobadas por la Administración Obama, alertando de que el bloqueo de exportaciones al país asiático estaba obstaculizando la posibilidad del desarrollo de los derechos y las libertades civiles entre su población, la mayoría de los que asistieron al debate del lunes por la noche, tenían muy claro que con Mitt Romney en la Casa Blanca, la probabilidad de una intervención armada en Irán tenía más visos de convertirse en una realidad que de permanecer en “un riesgo plausible pero lejano”, de seguir gobernando Barack Obama.
“Cada semana, Romney dice una cosa diferente, pero el partido al que representa parece el menos consciente de la bomba de relojería que para la estabilidad de Oriente Próximo supondría un ataque de EE UU a Irán” Ladan Sepideh, residente en Maryland
“El hecho de que el exgobernador no haya sido claro en su respuesta cuando ha sido preguntado por su reacción si el Primer Ministro de Israel llamara anunciándole que iba a bombardear Irán, es sintomático de su imprecisión en política internacional”, ha comentado Kowsar Jowhari, una estudiante de derecho y de las pocas que ha accedido a dar su nombre completo cuando se le inquiría por su opinión sobre el debate. En la sala en la que se reunieron los miembros de NAIC –todos menores de 40 años y la mayoría mujeres- los asistentes tenían la convicción de que Romney sería el candidato con mayores posibilidades de iniciar una guerra contra Irán.
“Cada semana dice una cosa diferente, pero el partido al que representa parece el menos consciente de la bomba de relojería que para la estabilidad de Oriente Próximo supondría un ataque de EE UU a Irán”, aseguraba Ladan Sepideh, propietaria de un negocio en Maryland. Durante los minutos en los que se ha hablado de la crisis iraní y de la amenaza de su programa nuclear, sólo Obama se ha merecido los tímidos aplausos de la sala.
Entre los presentes, la buena relación entre el candidato republicano y el actual Primer Ministro israelí, Benjamín Netanyahu, también constituyó un motivo de recelo, si bien muchos recordaban que, tradicionalmente, el voto judío siempre se ha decantado a favor de los demócratas. “En materia social han sido más favorables a las posturas progresistas que a las defendidas por los republicanos, pero quizás ahora reconsideren esos valores y opten por un candidato que aparentemente les asegure un mayor apoyo para contrarrestar esa “amenaza” iraní”, sostenía Jowhari.
Aunque los americanoisraelíes pertenecen a una minoría económicamente poderosa y muy bien preparada intelectualmente, lo que decantará su voto, según los presentes, no serán los temas económicos sino las propuestas en materia de política exterior de cada uno de los candidatos. Muchos tenían de antemano decantado su voto: “Obama ha sido mucho más honesto”, era la frase más repetida, casi con la misma unanimidad que su apuesta por la diplomacia, pero ninguno de los asistentes parecía muy entusiasmado por el intercambio de argumentos. “Se trata de un debate entre candidatos a la presidencia de EE UU, el grado de sinceridad que puede esperarse de ambos es mínimo”, coincidían.
La decepción del último debate no se ciñó exclusivamente a los temas centrados en el programa nuclear iraní o en la fortaleza de la alianza que une EE UU e Israel, reiterada por ambos candidatos. Muchos echaron de menos una mención a la situación en Palestina. “Ese es el quid de la cuestión. Mientras nadie aborde ese asunto, lo que opinen sobre la situación en Oriente Próximo es papel mojado”, comentó Jawid, que no quiso desvelar su apellido.
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