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La reaparición pública de Xi Jinping calma la inquietud desatada en China

Las reuniones del futuro presidente de las dos últimas semanas fueron canceladas

Jinping visita la Universidad de Agricultura de Pekín en una foto difundida ayer por Xinhua.
Jinping visita la Universidad de Agricultura de Pekín en una foto difundida ayer por Xinhua.l. hongguang (AP)

Xi Jinping, el hombre llamado a dirigir el destino de China durante los próximos 10 años, reapareció ayer en público calmando la inquietud desatada, tanto dentro como fuera del país, por la falta de explicaciones del Gobierno chino. Desde el pasado 1 de septiembre, en que fue visto por última vez, habían sido canceladas todas las reuniones que Xi tenía previstas con altos dirigentes de distintos países que visitaron Pekín esos días, incluida la secretaria de Estado de EE UU, Hillary Clinton.

Sin hacer alusión alguna a las dos semanas en que Xi ha estado apartado de los flashes, la agencia oficial Xinhua hizo públicas dos fotos de la participación del vicepresidente, durante la mañana de ayer, en el llamado Día de la Ciencia Nacional, celebrado en la Universidad de Agricultura de Pekín. En ellas puede verse a un Xi Jinping interesado por la muestra junto a un grupo de profesores. Según la prensa hongkonesa, algunos alumnos pudieron tomar fotos del dirigente con sus móviles.

El empecinado silencio de las autoridades chinas y el bloqueo en las redes sociales de simples términos como “dolor de espalda” para evitar que se especulara con la salud de Xi, hicieron temer que se tratara de un mal mayor —se ha barajado desde un infarto a un cáncer— que le impidiera tomar las riendas del país. A este secretismo se sumó que aún no se ha convocado el XVIII congreso del Partido Comunista Chino (PCCh), previsto para octubre próximo y en el que Xi debe suceder a Hu Jintao como secretario general del PCCh. Anteriores convocatorias de este importante cónclave se han realizado en agosto.

Además, la desaparición de Xi ocurrió en medio del caso Bo Xilai, el exalcalde de Chongqing y exjefe del PPCh en esa municipalidad. Bo Xilai, uno de los políticos más populares de China y representante del ala más izquierdista, se postulaba para uno de los nueve escaños del Comité Permanente del Politburó, el órgano más poderoso y en el que se sienta la dirección colegiada del único partido que gobierna China. Pero la vinculación de su esposa —Gu Kailai— con el asesinato del hombre de negocios británico Neil Heywood destapó el mayor escándalo político de los últimos 20 años del país y acabó con las aspiraciones de Bo.

El caso sigue su curso en los tribunales. Tras ser juzgada Gu Kailai y condenada en agosto pasado a la pena capital con suspensión de dos años, ahora le toca el turno, el próximo martes, a Wang Lijun, exjefe de la policía de Chongqing y mano derecha de Bo Xilai. Fue precisamente Wang quien destapó el escándalo —en el que además de asesinato hay corrupción y evasión de capitales— al tratar de refugiarse en el consulado de EE UU en Chendu, al que llevó una gran cantidad de documentos para justificar sus temores tras encubrir el crimen.

Según lo estipulado por Deng Xiaoping (1904-1997), el hombre que impulsó el actual avance de China, la cúpula del PCCh se renueva totalmente cada 10 años. Los congresos, sin embargo, se celebran cada cinco y su preparación siempre desvela las duras luchas que se producen en el seno del PCCh por el reparto del poder entre las distintas facciones que lo componen.

Xi Jinping, de 59 años, es considerado un hombre de consenso y no se le adscribe directamente a ninguna facción, pero todas ellas se dejan la piel por introducir a los suyos en el Comité Central (198 escaños, a los que se añaden 156 suplentes) y muchos más en el Politburó (24 escaños) y sobre todo en el Comité Permanente del Politburó (nueve escaños). El único gesto de estos días sobre que Xi Jinping se mantenía en la cúpula del poder fue una carta de pésame por el fallecimiento de un veterano del PCCh hecha pública el jueves y firmada por varios dirigentes, entre ellos Hu Jintao y Xi.

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