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La extrema derecha se radicaliza y propone abandonar a Bruselas

Las rencillas internas y las crisis debilitan al partido xenófobo de Geert Wilders

Isabel Ferrer

La aparente pérdida de tirón electoral del Partido de la Libertad, la extrema derecha holandesa, corre pareja a dos hechos: las rencillas internas y la crisis financiera. Las primeras lo han debilitado mostrando las fisuras de un líder todavía intocable, Geert Wilders. La otra ha reemplazado a la crítica contra el islam, que le hizo famoso y le ha valido amenazas de muerte. Ambas circunstancias han llevado al político a mostrarse más polémico que nunca. Propone el abandono inmediato de la UE y la retirada de la contribución de Holanda al Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. La ONU tampoco se libra del portazo, “mientras incluya países musulmanes”. Al mismo tiempo, propugna reducir la ayuda al desarrollo a las catástrofes naturales y las misiones de paz a la mitad de las programadas. Con todo, y a pesar de que cada vez se aísla más, Wilders sigue contando al menos como la cuarta fuerza nacional en los sondeos.

Los desacuerdos dentro del Partido de la Libertad han sido de diverso grado. De la diferencia de opinión con el diputado Hero Brinkman, un personaje muy mediático, que pidió una sección de juventudes y mayor democracia interna, al abandono de tres parlamentarios y varios representantes provinciales de la agrupación. Las fugas han revelado los entresijos de un partido que es más bien un movimiento político. Brinkman acabó marchándose para formar su propio grupo, pero su antiguo jefe tampoco quiere militantes. Ni mucho menos convocar un congreso anual. Es decir, abrirse al mismo electorado que dice representar. Y para el que acuñó la frase lapidaria de su campaña: “Holanda para nosotros; Bruselas, para ellos”.

La capital de la UE representa para Wilders el epicentro del actual terremoto financiero. “Hay que salir de la Unión Europea de inmediato. No debemos ceder soberanía ante unos burócratas que creen poder dictar nuestro futuro”, señala. Su alternativa al abandono del espacio al que su país envía el 80% de sus exportaciones, y de donde llega el 70% de las importaciones, consiste en hacer pactos bilaterales. “Como Suecia y Noruega, que mantienen su libertad”, asegura. En algunos momentos, cuando le embarga el sentimiento nacionalista, hace declaraciones que no sonarían fuera de lugar en Reino Unido, ajeno a la eurozona. “Pescado. Maravilloso. Un producto auténticamente holandés. Como a mí me gusta”, manifestó en Urk, uno de los pueblos de pescadores más hermético de Holanda.

A pesar de su pérdida de tirón, el partido de Wilders aparece el cuarto en intención de voto

A los gobiernos holandeses (el saliente, de centro-derecha, y el anterior, de centro-izquierda), las salidas de Wilders le suponen a veces grandes quebrantos. Cuando filmaba películas críticas con el islam y presentaba libros tachándolo de credo violento, veían planear la sombra de una posible respuesta integrista. Ahora que las críticas contra el islam, la inmigración musulmana y los trabajadores polacos han cedido, temen perder imagen. “El único país que no paga al Fondo Monetario Internacional, la ONU y el Banco Mundial es el Vaticano. ¿Dónde quiere llegar? Así solo dañamos nuestra posición internacional”, ha advertido Uri Rosenthal, ministro de Exteriores dimisionario.

En los debates electorales, Wilders critica la supuesta falta de valor de sus rivales para enfrentarse a Bruselas. Con el mismo ímpetu, sin embargo, asegura luego “no descartar a nadie” para formar una coalición gubernamental. Se lo dice a los mismos políticos que abandonó el pasado 21 de abril, al rechazar un ajuste adicional de 16.000 millones de euros para no sobrepasar el déficit del 3%. La barrera que califica de “intolerable y marcada por los burócratas de Bruselas que pisotean nuestra soberanía”. El último sondeo lo situaba en el cuarto puesto, tras liberales, socialistas radicales y socialdemócratas. Muy lejos, en cualquier caso, del apoyo parlamentario brindado la pasada legislatura al Gobierno en minoría, de centro-derecha.

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