La Policía mexicana tirotea un vehículo y hiere a dos agentes estadounidenses
Un marino mexicano que acompañaba a los estadounidenses alertó a la Armada del ataque Los agentes abrieron fuego contra el coche diplomático en la carretera de Cuernavaca
Emboscada. Esa es la palabra que ha usado la Embajada de Estados Unidos en México para definir el origen del ataque a tiros a uno de sus vehículos la mañana de este viernes en una carretera mexicana. Con el paso de las horas, más que aclararse ha crecido la confusión en torno a este incidente, en el que los tres pasajeros de un todoterreno con matrícula diplomática salvaron la vida gracias al blindaje del vehículo que alcanzó a resistir la metralla.
Todo comenzó al filo de las ocho de la mañana a 50 kilómetros al sur de la capital mexicana, cuando un vehículo con matrícula diplomática en el que viajaban dos funcionarios del Gobierno de Estados Unidos y un capitán de la Armada de México fue atacado a tiros por miembros de la Policía Federal.
Horas más tarde, el gobierno mexicano informó de que el vehículo “recibió múltiples impactos de bala en el tramo de la carretera Tres Marías-Huitzilac de parte de personal de la Policía Federal que se encontraba en la zona realizando labores de persecución del delito”. El comunicado, emitido conjuntamente por la Marina Armada de México y la Secretaría de Seguridad Pública, de la que depende la Policía Federal, confirmaba lo que hasta ese momento eran rumores: que los disparos habían sido realizados por federales, el cuerpo policiaco que es el orgullo del presidente Felipe Calderón.
Según la versión del gobierno mexicano, dada a conocer más de siete horas después del ataque, el vehículo en el que viajaban los estadounidenses fue alcanzado en un camino de terracería “por un vehículo cuyos tripulantes mostraron armas de fuego, por lo que el conductor del vehículo diplomático maniobró para evadirse y volver a la carretera, momento en el que los tripulantes del vehículo agresor abrieron fuego sobre el vehículo diplomático”.
Sin embargo, la noche del viernes la Embajada de Estados Unidos divulgó un comunicado en el que la actuación de las agencias del Gobierno mexicano quedan aún más comprometidas. Tras señalar que dos miembros del Gobierno de Estados Unidos y un capitán de la Marina Armada de México “fueron emboscados”, la misión diplomática detalló que “el vehículo intentó escapar, fue perseguido y sufrió daños considerables. Los pasajeros solicitaron la ayuda de las fuerzas armadas de México, las cuales respondieron”. La embajada calificó de “estable” la condición de salud de sus ciudadanos tras del atentado.
Los estadounidenses han sido identificados por el diario El Universal como Jess Hoods Garner y Stan Dove Boss, capacitadores en seguridad del Gobierno de Estados Unidos, que se dirigían a instalaciones de la Marina mexicana en un todoterreno blindado marca Toyota y modelo Land Cruiser.
El comunicado gubernamental mexicano explicaba que además del auto que disparó inicialmente a los funcionarios, otros tres vehículos de la Policía Federal se sumaron al ataque del todoterreno, que detuvo su marcha en el kilómetro 50 de la carretera federal Ciudad de México-Cuernavaca, en las inmediaciones de un conocido poblado llamado Tres Marías, donde turistas y viajeros suelen detenerse a comer un bocadillo.
Durante la persecución, el capitán mexicano que acompañaba a los estadounidenses alertó a la Armada Marina del ataque que estaban sufriendo. El todoterreno presentaba múltiples impactos de bala tanto en los costados como en la parte trasera. En el lugar donde quedó el vehículo se han recogido decenas de casquillos de bala. Desde el primer momento, miembros de la Marina Armada de México aseguraron a la prensa que acudió al lugar de los hechos que los autores de los disparos eran policías federales.
A pesar del blindaje del vehículo, los agentes estadounidenses presentan algunas heridas “que no ponen en peligro su vida", mientras que el marino tuvo solo contusiones “leves”, según detalla el comunicado mexicano. Los heridos fueron atendidos en un hospital de Cuernavaca, capital del Estado de Morelos.
Hay varias interrogantes todavía por despejar en este caso. Aunque ha trascendido que los estadounidenses no son agentes de la oficina antidrogas de ese país (DEA por su siglas en español) ni del Buró Federal de Investigaciones (FBI), no se ha dado a conocer a qué organización pertenecen ni qué hacían en esa visita al campo de tiro de la Armada en Morelos. De igual manera, se desconoce qué clase de operativo realizaba la Policía Federal cuando interceptó, emboscó de acuerdo con la versión estadounidense, al vehículo diplomático. Las autoridades mexicanas han prometido una investigación y las estadounidenses han ofrecido su cooperación para la misma.
Existen dos antecedentes de ataques a personal diplomático de Estados Unidos en México. Uno ocurrió el 15 de febrero de 2011. En esa fecha, el vehículo en el que viajaban dos agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas fue atacado en San Luis Potosí (noreste del país). En el incidente murió el agente estadounidense Jaime Zapata. La autoría del crimen fue atribuida al cartel de Los Zetas. El otro fue el asesinato de una empleada del Consulado de Ciudad Juárez, el 14 de marzo de 2010. En esa ocasión también fue acribillado el marido de la empleada y el esposo de otra trabajadora de la representación diplomática en esa ciudad fronteriza.
El presidente Felipe Calderón considera a la Policía Federal como una institución modelo y durante su sexenio se ha empeñado en convertirla en una corporación emblema de su legado en materia de seguridad pública. Sin embargo, en apenas dos meses, el cuerpo policiaco ha sido motivo de escándalo. La mañana del 25 de junio pasado tres policías federales fueron asesinados a tiros por algunos de sus compañeros en la terminal dos del aeropuerto internacional de la Ciudad de México y este viernes han protagonizado este incidente diplomático que podría haber derivado en una verdadera tragedia de repercusiones internacionales.
La carretera federal México-Cuernavaca, que conduce a balnearios y zonas recreativas muy populares entre los capitalinos, se mantuvo cerrada largas horas después de ocurrido el ataque, mientras que la vía de peaje funcionaba de manera normal.
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