La ecologista Silva eclipsa la presencia de Dilma en la apertura de los Juegos
La presidenta de Brasil no fue informada de que la exministra portaría la bandera olímpica
La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, y los ministros de su Gobierno presentes a la apertura de los Juegos Olímpicos de Londres tuvieron que ver con sorpresa, sin que nadie les hubiese informado antes, desfilar junto al secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, y siete personalidades mundiales más a la ecologista y opositora Marina Silva llevando la bandera olímpica, mientras era aplaudida y puesta de relieve ante millones de telespectadores del mundo.
El Comité Olímpico había guardado el secreto con celo y la propia presidenta Dilma supo de la distinción a su adversaria política cuando esta salió llevando la bandera olímpica.
La que fuera ministra de Medio Ambiente del expresidente Luiz Inazio Lula da Silva durante cinco años y fundadora con él de su partido (el PT) dejó el Gobierno por incompatibilidad de la entonces ministra de la Casa Civil, Dilma Rousseff, a la que Silva consideraba poco inclinada a los temas ecológicos.
La exministra dejó también el partido de Lula y Dilma, se pasó al Partido Verde y disputó con Dilma las presidenciales consiguiendo 20 millones de votos, que obligaron a la candidata de Lula a disputar la segunda vuelta.
El Comité Olímpico Internacional (COI) ha alegado que la ecologista fue escogida junto con otras siete personalidades mundiales por “su lucha contra la destrucción de la selva amazónica”.
El hecho de que Silva ensombreciera la presencia de la mandataria brasileña en Londres que solo tuvo cinco segundos en la televisión ha causado malestar en el Gobierno de Brasilia y en su diplomacia.
Todos han confesado que fueron cogidos de sorpresa y que ninguna autoridad brasileña había sido ni consultada ni avisada con antelación.
El ministro de Deportes, el comunista, Aldo Revelo, comentó con ironía: “No podíamos impedir que la Casa Real de Inglaterra invitara a la exministra. Además ella siempre se llevó bien con la nobleza europea”.
El presidente del Congreso, Marco Maia, ha revelado también su sorpresa dando a entender que como mínimo se ha tratado de un gesto de poco gusto diplomático.
Dilma ha sido elegante y no ha comentado el caso. Su antagonista política, Silva, comentó en su página web que se había sentido orgullosa de ver en el palco a la primera mujer brasileña presidenta de la república.
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