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¿Alguien sabe qué aspecto tiene el presidente de Serbia?

Le jefa de diplomacia europea, Catherine Asthon, muestra la precariedad del servicio diplomático europeo.

Construir una política exterior para la Unión Europea es tan difícil como lo es el simple hecho de poner de acuerdo a 27 países (28 cuando Croacia entre en el club, dentro un año) con geografías, historias, vecinos, capacidades e intereses tan diversos como los que hay en la Unión. La ambición de establecer tal política se torna en pura entelequia cuando quienes están al frente no están a la altura del reto, lo que se intuye en Bruselas una y otra vez y sólo muy raramente trasciende a ojos vista para que a nadie le queden dudas de cómo son las cosas. Uno de esos momentos cumbre de camarote de los hermanos Marx se produjo hace unos días, cuando el recién elegido presidente de Serbia, Tomislav Nikolic, acudió a Bruselas para dar fe de su voluntad europeísta. La precariedad del Servicio Europeo de Acción Exterior quedó estruendosamente de manifiesto, y nada menos que por boca de su máxima responsable, Catherine Ashton. “No sé quién es”, reveló la jefa de la diplomacia europea cuando acudía presurosa a reunirse con el flamante nuevo jefe de Estado.

El vídeo de 39 segundos que deja al aire las vergüenzas de la UE está haciendo las delicias del ciberespacio, patrocinado incluso por euroescépticos pata negra, que ven en él una ocasión de oro para demostrar en manos de quién está la UE. La Alta Representante se precipita por un pasillo, con uno de esos trajes tan imposibles de que gusta, hacia la habitación en que ha de reunirse con Nikolic cuando se frena en seco y se da la vuelta, reclamando con urgencia la ayuda de su mano derecha, Robert Cooper: “¿Robert, puedes acompañarme, que no sé quién es?”. “Yo tampoco”, responde el gran consejero.” ¿Hay alguien que le reconozca?”, inquiere la baronesa, que entre negativas de fondo hace caso a una funcionaria de su servicio que abre la carpeta que lleva para mostrar un tesoro: “Yo tengo una foto”. Y allá que se precipitan todos a la sala de reuniones.

La pieza se cierra con la imagen de Ashton y Nikolic ya fuera de la sala, posando para los fotógrafos. Luego, el presidente aseguró que la reunión había durado más de lo inicialmente previsto y que él le había transmitido a ella su convicción de que el futuro de Serbia está en la Unión –necesario de explicar dado el pasado ultranacionalista del nuevo presidente-- a lo que Ashton asintió, dado que eso es lo que prevé la política de la UE para los Balcanes.

A Ashton, que tiene su encanto en la distancia corta y gran voluntad de salir adelante, según ella y sus corifeos, también hay quien le critica por falta de tacto. Alguien estaba intentando convencer a la Alta Responsable de la Política Exterior de la Unión, con motivo de una crisis en Honduras, que la mejor vía para abordar el problema era Brasil. “Eso me supera”, reconoció ella en una muestra de humildad intelectual que la honraría de no haber chafado el efecto a ojos de quienes estaban presentes cuando añadió: “¡Váyase!”.

Hoy mismo, concluido el Consejo de Asuntos Exteriores reunido en Luxemburgo, Ashton se mostraba orgullosa de la dureza de las conclusiones pactadas por los Veintisiete con respecto a Siria. Nada sustancialmente nuevo sobre la casi docena y media de condenas y sanciones anteriores. Prueba de ello es que, como ella dice, traicionado la certeza de que esta decimosexta batería no van a servir para nada, “mientras continúe la represión, seguiremos aplicando nuevas sanciones”. Antes de empezar la reunión, Francia y Reino Unido estaban muy gallitos con respecto al incidente aéreo turco-sirio, en lo que algunos creían oír tambores de guerra, como ya los hicieron sonar en su día París y Londres en Libia. “La intervención militar está fuera de cuestión”, salió al paso el ministro holandés de Exteriores, Uri Rosenthal, quien aseguró que lo de este martes en la OTAN serán “consultas políticas que tendrán una dimensión política”.

Luego, en la reunión de ministros, y hablando de todo un poco, el español José Manuel García-Margallo se lamentó ante sus colegas de que “la política exterior de la UE lleva muchos años desatendiendo a Latinoamérica, a pesar de que es uno de los continentes que ofrece mayores oportunidades en el siglo XXI.”. Veintisiete socios, veintisiete sensibilidades y una sola coordinadora, Catherine Ashton.

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