Atrapado en el caos de Libia un jurista español
Esteban Peralta, miembro de una misión de la Corte Penal Internacional, permanece retenido por la milicia de Zintán tras visitar a Saif el Islam
Como en tantos asuntos en la Libia de hoy, la confusión manda. Esteban Peralta Losilla, profesor de Derecho Internacional Público de la Universidad de Zaragoza y desde 2003 funcionario de la Corte Penal Internacional (CPI), ha dado con sus huesos en una residencia de Zintán, unos 170 kilómetros al sur de Trípoli. El 7 de junio viajó a esta ciudad para reunirse con Saif el Islam, el hijo del dictador Muamar el Gadafi capturado en noviembre por la milicia de Zintán, que se niega en redondo a entregarlo a las autoridades centrales de Libia. Pero dos miembros de la misión —la abogada australiana Melinda Taylor y su traductora libanesa Helene Assaf— fueron acusadas por los milicianos de intentar pasar subrepticiamente a Saif al Islam un artilugio para grabar conversaciones y documentos procedentes del principal colaborador del heredero de Gadafi, perseguido por las nuevas autoridades libias. Peralta, también acompañado por el diplomático ruso Alexander Jodakov, podría viajar a España cuando lo deseara, pero decidió permanecer en Libia junto a sus otras dos compañeros de misión.
La CPI y el Consejo Nacional de Transición, el organismo que dirige Libia una vez depuesto el dictador, mantienen una dura pugna por juzgar a Saif el Islam. Claro está que las autoridades libias no desean que sea extraditado a La Haya, pero también está claro que el sistema judicial libio está destrozado y que es complicado que pueda desarrollarse en el país árabe un proceso con todas las garantías.
Pero es que, además, el débil Gobierno libio es incapaz de imponer su autoridad a algunas de las milicias más combativas y que más arriesgaron en la lucha contra el tirano. Y los milicianos de Zintán, que capturaron al hijo de Gadafi en noviembre, se niegan a entregarlo: es también un tesoro que se convierte en una baza política.
Los letrados se reunieron con Saif al Islam Gadafi, cautivo en Zintan
"No podemos hablar con él pero estoy en permanente contacto con la Embajada de España en Trípoli. Solo el pasado jueves pudieron ser visitados. También ha acudido otra misión del Tribunal Penal Internacional. Tenemos la impresión de que quienes le tienen detenido en Zintán los utilizan para sus fines políticos. No sabemos a qué responde esto", cuenta a este diario Ana Peralta, hermana del jurista de 48 años que ejerce como jefe de la Sección de Apoyo Legal de la CPI, cuya misión es facilitar el trabajo técnico de la defensa de los encausados.
Los funcionarios libios aseguran que Taylor fue sorprendida mientras pasaba a Saif el islam documentos comprometedores para la seguridad nacional, unas cartas remitidas por Mohamed Ismail, mano derecha del hijo de Gadafi. Los funcionarios libios desean que las dos detenidas colaboren para dar con el paradero de Ismail. Permanecerán 45 días bajo custodia, mientras avanzan las investigaciones, según las autoridades libias.
Los Gobiernos australiano y ruso, la OTAN y el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas presionan al Gobierno de Trípoli para que sean liberados los cuatro miembros de la misión. Sin éxito de momento. "Una delegación de la CPI y los embajadores de sus países han visitado a los [detenidos]. Están todos bien. Están en una residencia, no en una prisión. Tienen agua, comida y son bien tratados", ha afirmado a Reuters Ahmed al Gehani, un abogado libio que ejerce de enlace entre la CPI y el Gobierno libio. El ministro de Exteriores australiano, Bob carr, ha anunciado que viajará a Libia para gestionar la controversia.
El Gobierno australiano, al igual que la CPI, argumenta que los miembros de la misión gozaban de inmunidad diplomática. Pero para los milicianos de Zintán, una ciudad que se ha convertido en un reino de taifas en el que el consejo municipal ejerce todo el poder al margen de Trípoli, conceptos como el de inmunidad diplomática son una novedad.
Con todo, nadie teme por la seguridad de los detenidos. "Están detenidos sin acusación. Les confiscaron los móviles y están incomunicados. Siempre le queda a una cierta incertidumbre, pero el embajador nos transmite tranquilidad. En la residencia tienen aire acondicionado, televisión y nevera", explica Ana Peralta. Solo queda esperar.
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