"Hablamos en alemán, pero no sé en qué idioma discutiríamos, no lo hacemos"
Margit Wunsch, 25 años, Berlín, está haciendo el doctorado en Historia y Mathias Gaarmann, 26 años, Copenhague, cursa un master en alemán y estudios europeos
“Nos acabamos de reencontrar después de dos semanas y media, ese es el ritmo normal. Entonces solemos pasar juntos un fin de semana largo. Pero a veces también permanecemos juntos más tiempo; en realidad, podemos escribir nuestros trabajos en cualquier parte. Simplemente vamos juntos a la biblioteca en Berlín o en Copenhague. Naturalmente, al estar en la universidad, podemos adaptarnos de manera más flexible que si tuviésemos un puesto de trabajo fijo.
Nos conocimos en agosto de 2011, en la celebración del compromiso matrimonial de unos amigos comunes en Dinamarca; ellos habían mantenido una relación transatlántica, de Dinamarca a Estados Unidos, antes de tomar la decisión de casarse. Luego seguimos en contacto. En octubre nos vimos de nuevo en Berlín y desde entonces somos pareja.
Todavía no hemos vivido juntos en un mismo lugar. Pero eso no ha sorprendido a nadie en nuestro círculo de amistades, porque muchos de nuestros amigos mantienen relaciones a distancia. El hecho de estudiar un tiempo en el extranjero se da casi por sobreentendido y así es como se llega a esta situación. También es bonito conocer desde dentro otro país y otra cultura, a través de una relación a distancia. Hay que ver el lado positivo.
De una forma u otra, siempre encuentras el modo de expresar lo que quieres decir"
Al principio nos comunicábamos en inglés, pero ahora ya solo hablamos en alemán. Fue una decisión deliberada, porque Mathias sabe alemán. No tengo ni idea de en qué idioma discutiríamos; hasta ahora no lo hemos hecho nunca. De una forma u otra, siempre encuentras el modo de expresar lo que quieres decir, aunque a veces se necesite algo más de tiempo. En cualquier caso no hemos notado que existan grandes diferencias culturales, más bien se trata de pequeñeces, por ejemplo, que los alemanes toman comida caliente a mediodía y fría por la noche y en Dinamarca ocurre exactamente lo contrario.
Hablamos todos los días, casi siempre a través de Skype, o nos llamamos por teléfono cuando estamos de viaje. También utilizamos la modalidad de vídeo de Skype, pero a veces resulta más difícil ver al otro, a pesar de que está tan lejos. Y también nos escribimos cartas, no páginas y páginas, sino un saludo cariñoso. Es estupendo llegar por la noche a casa y ver que en el buzón hay algo más que facturas. Y, por supuesto, estamos encantados de que haya vuelos baratos. Si uno busca con tiempo suficiente, siempre encuentra buenas ofertas. Por eso, en realidad, nuestras vidas siempre están planificadas con uno o dos meses de antelación. Pero hay que establecer prioridades: si la relación es importante para ti, encuentras el dinero necesario para viajar. En el momento de separarnos, siempre sabemos cuándo nos volveremos a ver. Así no es tan terrible decirse adiós.
Pero las relaciones a distancia también tienen ventajas. Cuando uno está solo, trabaja muy disciplinadamente, y así cuando nos vemos tenemos más tiempo para estar juntos. Aunque si viviésemos juntos, seguro que podríamos concentrarnos igual de bien en nuestro trabajo. Este año los dos terminamos nuestros estudios, y eso supone una especie de pausa. Entonces podremos tomar un nuevo rumbo. También tenemos previsto mudarnos juntos a Berlín este otoño. Siempre podremos plantearnos más adelante la alternativa de Copenhague”.
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