_
_
_
_

“Todos debemos romper la omertà”

Los jóvenes de Brindisi se conjuran contra la violencia tras el atentado que acabó con la vida de una estudiante e hirió a otros seis

Un letrero que dice "Somos las víctimas de esta guerra entre el Estado y la Mafia" cuela en una calle de Brindisi (Italia).
Un letrero que dice "Somos las víctimas de esta guerra entre el Estado y la Mafia" cuela en una calle de Brindisi (Italia).CARLO HERMANN (AFP)

Hay un mensaje colgado sobre la verja del instituto que resume todo el dolor y la rabia, pero que también es una crónica de lo que ha venido sucediendo en Brindisi y de lo que tal vez tanto dolor esté a punto de cambiar: "Podéis amenazarnos, golpear a nuestros hombres, hacer saltar nuestras casas, pero no tocar a nuestros hijos. No encontraréis un lugar seguro donde escapar a nuestra rabia". El mensaje no lleva destinatario, entre otras cosas porque las autoridades aún siguen a oscuras sobre la autoría del atentado que el sábado por la mañana acabó con la vida de Melissa Bassi, de 16 años, e hirió a otros seis alumnos del instituto Morvillo-Falcone, pero tampoco hace falta. Independientemente de quién sea el autor o los autores del brutal atentado —un criminal solitario o una mafia nueva o vieja—, los vecinos ya están hartos de enfrentarse a solas, sin la ayuda del Estado que debe protegerlos, al poderoso control de la Mafia.

Más información
La fiscalía italiana cree que el atentado de Brindisi es obra de una sola persona
Atentado mortal contra un instituto en Italia

Por eso, el sábado por la tarde, cuando los políticos locales y hasta el arzobispo de Brindisi, monseñor Rocco Talucci, agarraron el micrófono para desenfundar tardías e inútiles palabras de consuelo, los muchachos y sus padres —amigos y compañeros de Melissa y también de Veronica, la estudiante de 15 años que sigue luchando contra la muerte— los bajaron a gritos del estrado. Detrás de ellos, una pancarta improvisada, firmada con el nombre de Melissa y un corazón, ponía el dedo en la llaga: "Somos ciudadanos de un país que solo se acuerda de estar unido cuando se muere...". Ahora que el atentado de una crueldad extrema —tres bombonas de gas unidas junto a la entrada de un instituto que lleva el nombre de la esposa del juez Giovanni Falcone, de cuyo asesinato se conmemora ahora el 20º aniversario— ha puesto el foco sobre Brindisi, la ministra del Interior del Gobierno de Mario Monti, Anna Maria Cancellieri, ha reconocido: "Es un territorio herido por la criminalidad, donde recientemente se han producido muchos episodios de gran violencia. Por no citar los estragos del contrabando. Los mismos parlamentarios me han descrito un clima muy pesado, donde son frecuentes los ataques a quienes se oponen al chantaje y donde los jóvenes empuñan las armas con gran facilidad. Es este el caldo de cultivo del atentado contra la escuela, un atentado de una magnitud sin precedentes".

Dos personas colocan flores frente a una foto de la estudiante muerta ayer en Brindisi.
Dos personas colocan flores frente a una foto de la estudiante muerta ayer en Brindisi.CONTROLUCE (AFP)

Mientras, los 200 policías y carabinieri enviados —ahora— por la ministra del Interior a Brindisi, —100 para controlar el territorio y otros 100 para investigar"— aún no saben qué apellido ponerle a la masacre. Durante las últimas semanas, las fuerzas de seguridad italianas se han centrado en la elaboración de un plan contra el terrorismo rojo o anárquico, heredero de las Brigadas Rojas, al que se le atribuye la autoría del atentado en Génova contra un directivo de Ansaldo Nuclear y diversos ataques a intereses económicos. Sin embargo, y aunque no se descarta ninguna línea de investigación, las sospechas del fiscal jefe de Brindisi, Marco Dinapoli, van en otro sentido. No cree que se trate de herederos de las Brigadas Rojas ni tampoco de la Mafia tradicional. Su retrato robot habla de "un hombre solo, no extranjero, experto en informática y enfadado con el mundo". Y ha añadido: "Disponemos de imágenes de vídeo significativas. Un hombre adulto accionando un mando a distancia Estamos trabajando en ellas. No descartamos hacerlas públicas si conviene a la investigación".

El padre de Melissa se llama Massimo Bassi. A mediodía del domingo ha asistido a la misa por el alma de su hija celebrada por un cura de Brindisi, Luigi Ciotti, implicado en la lucha contra la Mafia. En un momento de la celebración, Don Ciotti ha dejado el altar, se ha acercado al padre roto por el dolor y se ha arrodillado ante él: "Todos debemos romper la omertà, los silencios, las complicidades. Tenemos que tener el coraje de nuestras acciones. El corazón nos debe dar la fuerza". Los mismos jóvenes que abuchearon al obispo tocado de birrete se han emocionado y han aplaudido al cura humillado ante el dolor. Los estudiantes del instituto Morvillo-Falcone, ganadores de un concurso por la legalidad en la vida pública, no parecen dispuestos a poner la otra mejilla.

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_