Hollande comienza a ejercer el poder en Francia y en Europa
Los socialistas franceses presionan para frenar la ola de despidos en grandes empresas Berlín acepta una mayor inflación para favorecer un reequilibrio económico
En el mundo acelerado de hoy y con la Unión Europea de nuevo sometida a fuertes tensiones por la crisis griega, los cien días de gracia de que solían gozar los políticos ganadores son algo tan del siglo XX como la última vez que un presidente socialista estuvo en el Elíseo. François Hollande no tomará posesión hasta el próximo martes, pero ya está recibiendo en París a altos responsables de la Unión, mientras desde su entorno se advierte en términos disuasorios a quienes planean despidos masivos pensando en beneficios bursátiles. Y desde Alemania, Angela Merkel le envía recados, tanto sobre el irrenunciable rigor presupuestario en Europa como sobre Afganistán. La canciller alemana y el nuevo presidente galo se reunirán por primera vez el próximo martes, pocas horas después de la toma de posesión de Hollande.
Hollande se ha convertido en el tótem de la izquierda europea, tanto que ya ha tenido que dejar con las ganas a alguno de los que le habían pedido audiencia, como el líder de la izquierda radical griega, Alexis Tsipras, aunque el heleno ha justificado el retraso indefinido de su visita a París con el argumento de la evolución de la situación en Atenas.
Antes de hacer valoraciones políticas sobre la situación en Europa, desde las filas socialistas francesas se ha puesto la lupa en el panorama nacional, con un gran zafarrancho en ciernes a la vista de los despidos masivos que planean grandes consorcios. “Como consecuencia de la presión política, algunas compañías ha pospuestos sus planes de despidos”, ha declarado Michel Sapin, consejero económico de Hollande que suena como ministro de Finanzas.
Sapin no ha dado detalles, pero sobre la mesa del futuro presidente planean la anunciada venta de General Motors de su planta en Estrasburgo (unos mil empleos), reajustes en las plantilla de Carrefour (3.000-5.000, según los sindicatos), cierre de una planta del grupo PSA-Peugeot-Citroën, negociaciones para el ahorro de 2.000 millones de euros en tres años en Air France-KLM y cierre de altos hornos de ArcelorMittal.
Sapin ha recordado la promesa electoral de Hollande de reducir el 10% de la actual tasa de desempleo y ha hecho saber que no solo será “extremadamente caro” despedir para hacer subir la cotización bursátil sino que a General Motors se le va a hacer entender “que hay una cierta moralidad en la vida económica, que respetar a los trabajadores es uno de los valores de una gran compañía”.
En el marco europeo, Hollande recibió el miércoles a Herman Van Rompuy, presidente del Consejo Europeo, y hoy a Jean-Claude Juncker, presidente del Eurogrupo, formado por los 17 los países de la eurozona. Juncker viajó a París para recordar el futuro presidente que “no se puede reabrir el pacto presupuestario” y adelantarle que “no habrá nueva negociación formal, pero es posible introducir elementos de crecimiento”.
Es la posición de la Alemania de Merkel, quien ha reiterado en el Bundestag, que “un crecimiento a crédito no haría volver al principio de la crisis”. “Ni lo queremos, ni lo haremos”,ha remachado entre los aplausos de los suyos. También ha desautorizado a Hollande a propósito de Afganistán, de donde el futuro inquilino del Elíseo quiere retirar sus tropas de combate este mismo año, frente al compromiso común de los aliados de seguir hasta finales de 2014. “Para el Gobierno alemán rige un principio: juntos entramos, juntos saldremos”, ha subrayado la canciller.
A pesar de la de firmeza de Merkel, su ministro de Hacienda, Wolfgang Schäuble, ha enviado señales de flexibilidad al considerar “aceptable” una tasa de inflación de entre el 2% y el 3%. La inflación en la eurozona es ahora del 2,6%, sensiblemente por encima del 2% que el banco central alemán (Bundesbank) ha considerado tradicionalmente el techo para la subida de precios. La inflación ronda el 2% en Alemania y las palabras de Schäuble dan pie a pensar que el Bundesbank aceptaría tasas del 2,5% o 2,6% en un gesto dirigido a favorecer un reajuste de las diferencias económicas entre los países de la Eurozona.
De hecho, Schäuble ha adelantado que los sueldos alemanes podrían subir más de la media europea en los próximos meses. Tras muchos años de estancamiento, los sindicatos alemanes quieren negociar la participación de los trabajadores en los beneficios del auge económico. Alemania sacrificaría así parte de su competitividad y, en el mejor de los casos, ayudaría a que sus socios se recuperen del actual desequilibrio comercial con la primera economía europea.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.