Un agente doble saudí frustró el último atentado de Al Qaeda contra EE UU
El grupo terrorista islámico intentó detonar un avión en el aniversario de la muerte de Bin Laden Iba a emplear un explosivo no metálico adherido al cuerpo con un calzón
El terrorista suicida al que Al Qaeda le encomendó hacer estallar un avión norteamericano en el aire un año después de la muerte de Osama Bin Laden era en realidad un doble agente saudí infiltrado en el grupo insurgente, que se presentó voluntario para la misión, según fuentes de la inteligencia norteamericana. El explosivo que iba a emplear, más sofisticado que otros interceptados en el pasado, se halla en manos del FBI, que lo está analizando.
El agente saudí huyó de Yemen, donde se había infiltrado en Al Qaeda en la Península Arábiga, y viajó a Emiratos Árabes Unidos, donde contactó con la CIA y le entregó información sobre el grupo terrorista y el artefacto explosivo que se le había entregado. La Casa Blanca tuvo constancia del plan a mediados de abril. El grupo de élite Navy SEALS había aniquilado a Bin Laden en Pakistán el 2 de mayo de 2011.
Según el Gobierno de EE UU, el agente doble proporcionó información crítica a la CIA, que el domingo le permitió lanzar un ataque desde un avión no tripulado, controlado de forma remota, por medio del cual aniquiló a Fahd Al Qasaa, director de operaciones externas de Al Qaeda en la Península Arábiga. De él, el Pentágono creía que estaba implicado en el bombardero del destructor USS Cole, ocurrido en Yemen en 2000 y en el que fallecieron 17 soldados de EE UU.
La agencia Associated Press fue la primera en informar del intento de atentado este lunes. El Gobierno de EE UU mantuvo esa información en secreto durante más de dos semanas, pero se vio obligado a confirmar el ataque por las revelaciones de la agencia. Diversos funcionarios han confirmado que el explosivo que iba a emplear Al Qaeda hubiera sido difícil de detectar en los controles de seguridad de un aeropuerto.
Se trata de un explosivo no metálico colocado dentro de un calzón diseñado a medida, de modo que hubiera sido imperceptible incluso en cacheos pormenorizados como los que suele realizar la Agencia de Seguridad en el Transporte norteamericana. Además, la bomba tenía dos vías de detonación, para evitar fallos de última hora, según esos funcionarios.
Al Qaeda quería evitar así un error como el del nigeriano Umar Farouk Abdulmutallab, que en 2009 había tratado de hacer estallar un avión cuando aterrizaba en Detroit. Solo logró quemarse la ropa interior, sin hacer estallar la pentrita que portaba en su calzón. Fue arrestado, sometido a un juicio en el que se declaró culpable y condenado a cadena perpetua.
El FBI estudia ahora si debe aconsejar una modificación de las medidas de seguridad en los aeropuertos, dadas las nuevas técnicas a las que recurre Al Qaeda. Desde los atentados del 11 de septiembre de 2001, ese grupo terrorista ha intentado atacar reiteradamente a las aerolíneas norteamericanas. En 2006, la policía del Reino Unido desarmó un complot para hacer estallar al menos 10 aviones con destino a Norteamérica con explosivos líquidos.
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