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Grecia vota contra Bruselas

La oposición a los rescates monopoliza la campaña electoral Solo dos partidos defienden las recetas de austeridad impuestas por la troika

María Antonia Sánchez-Vallejo
Reparto de comida a parados e inmigrantes en Atenas.
Reparto de comida a parados e inmigrantes en Atenas. JOHN KOLESIDIS (REUTERS)

El ministro germano de Finanzas en una aduana griega: “¿Nombre? Wolfgang Schäuble. ¿Nacionalidad? Alemana. ¿Ocupación? No, vengo solo unos días”. Es uno de los muchos chistes que se oyen en Grecia y, en vez de Schäuble, podrían protagonizarlo Merkel, Barroso, Juncker o cualquier europeo con mando en plaza, aunque los alemanes sean la diana favorita por las cuentas pendientes de la ocupación nazi en 1941. También hay chascarrillos sobre los afanosos funcionarios del grupo de trabajo de la Comisión Europea, que está volviendo del revés el Estado griego: los alemanes se encargan de organizar el sistema de recaudación fiscal; los franceses, de reformar la Administración central. Así que, con el país intervenido, sometido desde hace dos años por la troika a recetas de austeridad extenuantes, cuando los griegos voten el próximo domingo, muchos lo harán contra Europa.

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Los dos grandes partidos, el socialista Pasok y la conservadora Nueva Democracia (ND), cuyo reinado hegemónico está a punto de concluir según las encuestas de intención de voto —una muestra de Public Issue les da el 14% y el 21,5% de apoyo, respectivamente—, son los únicos que apoyan los rescates; el resto —una treintena de propuestas, desde los comunistas más recalcitrantes a los nacionalistas o los filonazis— se opone en distinta medida a las dolorosas fórmulas europeas: recortes de hasta un 25% en las pensiones; reducción salarial del 20% en el sector privado, desaparición de 150.000 empleos públicos. El partido filonazi Amanecer Dorado propone revocar el memorándum firmado con la troika (y acaricia el 5% de los votos). El ultranacionalista Griegos Independientes, liderado por un exdiputado de ND, prevé llegar al 10% de los sufragios. La ley electoral fija en el 3% el mínimo para obtener representación parlamentaria.

Pero en un país tan dado a las contradicciones no todo es blanco o negro. “Una encuesta del 20 de abril muestra que un aplastante número de griegos, más del 70%, quiere seguir en la eurozona y en Europa. A la vez, la mayoría respalda a partidos que se oponen al memorándum firmado con la troika”, apunta Nikos Konstandaras, director adjunto del diario Kathimerini. “Esta es la paradoja, que puede explicarse por el hecho de que los griegos quieren ser parte integral de Europa, pero a la vez están disgustados por el modo en que se ha gestionado el rescate y sus condiciones. La consecuencia es que muchos quieren castigar a los dos grandes partidos por llevar a Grecia a este desastre, aunque también les preocupa que, si no sacan suficientes votos, la inestabilidad política perjudique nuestra condición de miembros de la UE. Por eso, el día 6 puede que vote al Pasok y a ND más gente de la que muestran los sondeos”.

Dimitri Sotirópulos, profesor de Ciencia Política de la Universidad de Atenas, cree que las señales de alerta no se corresponden con la realidad. “No creo que la mayoría de los griegos vaya a votar a partidos de extrema derecha y extrema izquierda porque eso podría poner en peligro la economía. La extrema derecha ha utilizado la crisis para difundir ideas nacionalistas y lanzar un ataque a todas las élites políticas. Su estrategia no tendrá éxito, pero es peligrosa para el sistema parlamentario”, explica Sotirópulos, investigador del think tank Eliamep. ¿Y la izquierda? Los sondeos también auguran un incremento de votos para las tres formaciones: los comunistas (KKE, prosoviéticos y antirrescates), Syriza (equivalente a Izquierda Unida, también anti-Europa) y Dimar (Izquierda Democrática, una escisión de los comunistas). “El KKE y Syriza pueden atraer votos de los que no creen en el proceso de construcción europea. Solo el nuevo partido Dimar entiende la gravedad de la situación económica —ve que la salvación de Grecia depende de Europa— y defiende la permanencia en la UE, pero a la vez desconfía de sus líderes y no quiere colaborar con la Comisión Europea en las reformas”, añade.

La más que probable atomización de la Cámara —hasta 10 partidos podrían entrar en el Parlamento—, y el consiguiente horizonte de ingobernabilidad, van a cobrarse piezas a corto plazo: quién sabe si el peaje para la formación de un Ejecutivo no consista en hacer concesiones a los descontentos. Salvo una coalición de socialistas y conservadores, la solución que ansía Bruselas, todas las demás opciones son un salto en el vacío.

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