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ELECCIONES FRANCESAS 2012

Hollande critica la política de austeridad para captar votos del Frente Nacional

El socialista confirma que si gana, aprobará el derecho de voto de los extranjeros en las municipales

Hollande saluda a sus partidarios tras visitar una fábrica en Hirson.
Hollande saluda a sus partidarios tras visitar una fábrica en Hirson.YOAN VALAT (EFE)

François Hollande se siente presidente, y este martes ha dicho por primera vez que piensa que va a ganar las elecciones. Pero antes de eso debe resolver una peliaguda disyuntiva: ¿cómo seguir siendo el candidato de la izquierda, y a la vez “escuchar” y “ofrecer una esperanza”, como ha dicho, a los votantes del Frente Nacional, y pedirles que le apoyen el 6 de mayo sin perder la dignidad por el camino ni variar sus propuestas? El aspirante socialista ha revelado hoy en una entrevista a Libération su particular estrategia de seducción. Se dirigirá solo a una parte de esos electores, a los que votan FN porque sienten “la cólera social”, y les invitará a “encontrar su camino de vuelta hacia el lado del progreso, de la igualdad, del cambio, del esfuerzo compartido con quien está contra los privilegios, contra la globalización financiera, contra una Europa”, dijo, “que desfallece”.

La opción de Hollande pasa por acentuar sus diferencias con Sarkozy, presentarse como un presidente diferente, más cercano y democrático. Nada nuevo, pero metido en harina, el equilibrio resulta complicado, y ayer a Hollande pareció írsele un poco la mano cuando dijo, en una entrevista al canal TF1: “Si soy elegido, habrá un cambio de orientación de la construcción europea. Y se acabarán la austeridad y el libre comercio”.

En Libération, Hollande explicó que se dirigirá a esa gran masa de lepenistas que “no están obsesionados con la inmigración” pero se sienten “descontentos” o excluidos del sistema, indignados con las élites y abandonados por la política.

El candidato socialista ha decidido salir al encuentro de los votantes de Le Pen, convencido de que una parte de ellos “viene de la izquierda". Y ha organizado algunas visitas al este del país, una de esas zonas periurbanas donde se concentra con más claridad el crecimiento de Marine Le Pen, en los suburbios de las ciudades fronterizas que sufren la pujanza de la vecina Alemania y donde muchos obreros han perdido ya sus trabajos o creen estar cerca de hacerlo.

En Hirson, una localidad situada en la provincia de Aisne, donde el FN arrancó el domingo el 26% de los sufragios, el favorito lanzó su mensaje de rasemblement (unidad), y prometió que la izquierda defenderá mejor sus intereses que un Sarkozy “que ha incumplido todas sus promesas”. Hablando ante los obreros de una fábrica de coches, Hollande afirmó que será un presidente “sin inmunidad penal”, que dará conferencias de prensa “cada seis meses y abiertas a todas las preguntas”, que viajará en tren “siempre que pueda”, con “poca escolta”.

Durante la jornada, salieron a la superficie algunas de las inevitables paradojas que Hollande y los suyos van a tener que afrontar para impedir que el trasvase de apoyos entre la ultraderecha y la derecha se convierta en hemorragia. La medida del programa socialista que más puede inclinar a los votantes a apoyar a Nicolas Sarkozy es el derecho de voto a los extranjeros no comunitarios en las municipales, y ayer produjo algunos malentendidos.

Hollande fue fuertemente presionado por la derecha porque Ségolène Royal había dicho que la medida “no era una prioridad” para los socialistas, y tuvo que salir al paso para zanjar la controversia confirmando que la propuesta será “aprobada durante el quinquenio” de su presidencia. El socialista criticó también la propuesta de Sarkozy de reducir a la mitad la inmigración legal en cinco años, pero trató de enfatizar además que será inflexible con la inmigración ilegal y el trabajo negro.

La campaña hacia el Elíseo será larga. Hollande sabe que no puede cometer errores, y que Sarkozy ha puesto en juego toda su artillería. El miércoles, Hollande dará una conferencia de prensa en París, y para el domingo anuncia un gran mitin en el palacio de los deportes de Bercy, con capacidad para 20.000 personas. Sarkozy le persigue cada día pidiéndole debates en televisión y radio, y acusándole de falta de claridad y de sinceridad. De momento, Hollande recurre a la ironía para rechazar todas las ofertas. “Quería dos debates antes del primer turno, tres antes de la segunda vuelta, y después, ¿cuántos querrá?”.

Ante los trabajadores de Hirson, hizo una inesperada y espontánea declaración de fe en su victoria. Acostumbrado a ser llamado flamby (por el flan de sobre), Hollande parece ir convenciendo a todo el mundo, incluso a sí mismo, de que es un grave error subestimarle: "Creo que vamos a ganar esta elección presidencial. Lo siento, lo veo, lo espero y lo quiero. Pero eso dependerá solo de vosotros. Id a convencer a los que han votado diferente de vosotros. Eso nos hará bien a todos. Os necesito a todos, a la izquierda, a toda la izquierda unida, pero sobre todo necesito a los franceses”.

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