La iglexia ortodoxa toma las calles de Moscú
El patriarca Kiril reúne a 65.000 personas contra lo que considera la extensión del laicismo en Rusia
“En defensa de la fe, los santuarios profanados y la iglesia”. Con este lema, la Iglesia Ortodoxa Rusa logró reunir el domingo a 65.000 personas en torno a la catedral del Cristo Salvador de Moscú en un acto dirigido por el patriarca Kiril, su máximo dignatario. Aunque fue calificada de “rezo”, la concentración tuvo características de mitin político antiliberal e identificó la confesión que se considera mayoritaria en Rusia con el mismo Estado.
El evento constituye la reacción de más envergadura hasta ahora de la Iglesia Ortodoxa Rusa ante el acalorado debate provocado por encarcelamiento de tres integrantes de “Pussy Riot”, después de que el 21 de febrero media docena de feministas miembros de este grupo subieran al altar mayor de la catedral y entonaran canciones anticlericales y en contra del líder político ruso, Vladímir Putin. Las tres sospechosas encarceladas pueden ser condenadas a siete años de prisión por “gamberrismo” y su detención fue prolongada hasta el 24 de junio esta semana por un juzgado de Moscú.
Los organizadores del rezo ortodoxo utilizaron unas pantallas gigantes situadas alrededor de la catedral para difundir los mensajes de figuras políticas, culturales y religiosas, que en algunos casos llegaron a atacar a quienes se manifestaron por unas elecciones limpias con ocasión de los recientes comicios parlamentarios y presidenciales en Rusia.
Los representantes de la Iglesia Ortodoxa afirman ser víctimas de una campaña hostil instigada por sus enemigos que, en su opinión, son los mismos que los de Rusia. Para ellos, la acción de Pussy Riot es un episodio en una serie de ataques organizados e instigados por las “fuerzas del mal”, entre los que figuran agresiones a iconos e imágenes religiosas en diferentes partes de Rusia. El domingo, esos iconos con las huellas de por hachazos y cuchilladas en su superficie, fueron sacados en solemne procesión alrededor de la catedral para que los fieles, muchos de ellos llegados de las provincias rusas, pudieran verlos.
Vestido con una casulla roja y dorada, el patriarca Kiril afirmó que las imágenes se van a quedar deliberadamente sin restaurar. Entre los objetos que desfilaron estaba una cruz de la iglesia de Nevinnomisk, en la región de Stávropol, atacada con un cuchillo el 20 de marzo, y cinco de los treinta iconos que un demente armado con un hacha destrozó el 6 de marzo en Veliki Ustiug. A esto se le añadió un icono de la Virgen que había sido acribillado a balazos a principios de los años veinte del pasado siglo.
En la prensa liberal rusa los dirigentes de la Iglesia Ortodoxa Rusa, y especialmente el patriarca Kiril, están siendo muy criticados por sus ambiciones, insensibilidad social y poca transparencia. El departamento de Prensa de la Patriarquía retocó una foto del Patriarca para hacer desaparecer de su muñeca un lujoso reloj de fabricación extranjera. La reputación de Kiril se ha visto empañada también por un pleito en relación a un piso de su propiedad en el que los vecinos del dignatario han sido condenados a pagar una fortuna por el polvo causado en el apartamento del jerarca durante unas obras.
“Las vivencias de nuestra iglesia en el siglo XX no tienen análogo en ninguna parte”, dijo Kiril refiriéndose a la persecución religiosa durante la época comunista. “Reconstruimos la Iglesia como símbolo del renacimiento de Rusia”, afirmó y aseguró que en los momentos claves de la historia, como en la Segunda Guerra Mundial, la Iglesia está con el Estado. “No hemos venido a un mitin. La iglesia no realiza mítines, no tenemos carteles, tenemos pendones, iconos, vinimos para rezar a Dios por nuestro país, por el pueblo, para que nunca más y en ninguna circunstancia sea volada la Iglesia de Cristo Salvador (derribada por Stalin en los años treinta y reconstruida tras la desintegración de la URSS), para que no sean profanados nuestros santuarios, no sea tergiversada nuestra historia, no sea pervertido nuestro espíritu y nuestra fuerza moral”. “No amenazamos a nadie, no demostramos nuestra fuerza, pero nadie puede prohibirnos que en los momentos cruciales de la historia—y hoy vivimos ese momento—nos reunamos para rezar”, manifestó el patriarca.
Desde las pantallas gigantes, en intervenciones previamente grabadas, el cineasta Nikita Mijailkov manifestó refiriéndose a las chicas de Pussy Riot que “no son menores de edad” y por lo tanto no pueden ser perdonadas como si lo fueran. “La iglesia es el último apoyo del Estado y las autoridades lo saben”, sentenció. “No es una broma inocente”, dijo Kiril. Por su parte, el archimandrita Tijon, en el pasado considerado como el director espiritual de Putin, aseguró que las integrantes del Pussy Riot entenderán que “están al mismo nivel que los bolcheviques cuando sean conscientes de lo que han hecho”. “Estamos dispuestos a perdonar, pero (las Pussy Riot) no necesitan de nuestro perdón , sino de la impunidad . Ellos y las que están detrás de ellas quieren permiso para seguir haciendo lo mismo en el futuro”. A su vez, la politóloga Natalia Narochnitskaya afirmó que la persecución vivida por la iglesia comenzó en el museo Sájarov (con una exposición que se llamó “cuidado-Religión”) y que “los que defienden a las Pussy Riot son los mismos que nos llaman a salir a la plaza Bolótnaia (escenario de las protestas masivas por el fraude electoral). “Rusia estaba congelada en el marxismo y cuando se produjo el deshielo, resultó que necesitamos una fe”, sentenció Narochnitskaya.
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