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La policía investiga un caso de canibalismo en Brasil

Detenidas tres personas que han confesado que se comían a sus víctimas

Juan Arias

Un caso de canibalismo ha sorprendido a la opinión pública brasileña esta mañana de sábado. Y no se trata de un hecho ocurrido en alguna lejana aldea indígena enclavada en la selva amazónica. No es así. La policía ha detenido a tres personas sospechosos de haber matado a por lo menos tres mujeres para practicar un rito de canibalismo en Garanhões, al este del país y a poco más de 200 kilómetros de las preciosas ciudades turísticas de Recife y Olinda.

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Las investigaciones indican que, además de las tres mujeres sacrificadas, otras ocho personas habrían sido víctimas de la cuadrilla formada por Jorge Negromonte de Silveira de 51 años; su mujer, Isabel Cristina Torrão de la misma edad y Bruna Oliveira da Silva, de 25 años y amante del primero. La policía ha informado de que los tres detenidos han confesado que mataban a las personas y practicaban con ellas canibalismo porque eran “malas” y estaban “superpoblando el planeta”. El delegado de policía de Garanhões, Demócrito de Oliveira, afirmó que Torrão (que a la postre era vendedora ambulante) describió que con la carne que sobraba de las víctimas —primero comían ellos— cocinaba salgados, unas empanadillas típicas de Brasil. Los asesinatos, aparentemente, se remontan hasta 2008 y salieron a la luz por las confesiones.

Con el trío, vivía también una niña de cinco años, que al parecer es hija de una joven de 17 años asesinada por ellos mismos.

Lo que más choca es que no se trata de ninguna secta satánica o del género, sino de un vago ritual desconocido. Y de los tres acusados de canibalismo no se dice en ningún momento que se trate de psicópatas o locos. Parecen personas normales que han contado los hechos fríamente sin avergonzarse ni arrepentirse.

En 2008, se empezó a hablar de la posibilidad de estos actos de canibalismo en Recife, cuando fue publicado el libro Revelaciones de un esquizofrénico, escrito por Jorge y certificado en una notaría. En él, la amante de Jorge, Bruna, aparece con el nombre de Jéssica, pues había usado la identidad de la víctima.

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