Fatma Neslisah, la última princesa del Imperio Otomano
Nació y murió, el pasado 1 de abril, en Turquía pero pasó gran parte de su vida en el exilio
La princesa Fatma Neslisah Osmanoglu, única superviviente de la familia real otomana nacida todavía en tiempos del Imperio, falleció el 1 de abril en Estambul a los 91 años por causas naturales. Nació en 1921, en el palacio de Nisantasi, una de las residencias que la familia real otomana tenía en la ciudad de Estambul. Nieta del último califa, Abdülcemit II, por parte de padre, y del último sultán, Mehmet VI, por parte de madre, cuentan que una salva de cañones resonó en el Bósforo en el momento del alumbramiento. Una pompa que, tres años más tarde, se extinguió bajo la nueva República de Turquía.
Neslisah nació con los coletazos finales de una familia que había regido el Mediterráneo durante 500 años. Por aquel entonces, los últimos sultanes observaban impotentes cómo el partido de los Jóvenes Turcos y más tarde el general Mustafá Kemal Atatürk llevaban a cabo unas reformas que acabarían con el sultanato y que forzarían a Neslisah y a su familia al exilio. Tenía tres años cuando huyó a Niza. Sus padres decidieron refugiarse en Francia, a pesar de que gran parte de sus tíos prefirieron otras naciones musulmanas como Egipto, Líbano o Siria.
Neslisah pasó su niñez y adolescencia entre una aristocracia venida a menos y con un sentimiento de traición que le acompañaría toda su vida. En 1940 se desposó con su primo segundo Muhamad Abdelmoneim, primo del rey Faruk de Egipto y 22 años mayor que ella. Los enlaces concertados eran una práctica habitual en la familia Osmanli, que usaba la belleza de las jóvenes princesas para continuar viviendo en la opulencia. Para Abdelmoneim tampoco fue un matrimonio de amor, sino más bien su segunda opción, ya que antes había intentado casarse con la princesa Myzejen de Albania.
Tras el enlace la pareja se mudó a El Cairo, donde la historia estaba condenada a repetirse. En 1952, tras el derrocamiento del rey Faruk, Abdelmoneim se convirtió en príncipe regente y Neslisah pasó a ser la princesa consorte y primera dama durante 10 meses. Tras ese periodo, el Consejo Revolucionario de los Oficiales Libres decidió abolir definitivamente la monarquía en Egipto. A la cabeza de la revolución estaba el general Gamal Abdel Nasser, que se convertiría en el primer presidente de Egipto.
En 1957 Neslisah y su familia tuvieron que volver al exilio, acusados de conspirar en el asesinato de Nasser. En 1960 se trasladaron definitivamente a Estambul. Seis años antes la república turca había permitido la vuelta a las princesas otomanas y en 1974 haría lo mismo con los varones. En la ciudad de los sultanes murió su marido. Ella dedicó sus últimos años a la escritura de sus memorias y sin aceptar del todo la nueva realidad de Turquía.
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