Holanda ordena detener y expulsar a uno de los náufragos que ignoró la OTAN
Las autoridades niegan el asilo a un superviviente de un naufragio mortal en aguas libias Abu Kurke salió con vida de una tragedia en la que murieron 63 personas El Consejo de Europa ha denunciado la falta de auxilio de las fuerzas de la OTAN
Uno de los nueve refugiados de la guerra libia que sobrevivieron al drama y naufragio que costó en abril de 2011 la vida a 63 personas está a punto de ser deportado. Se encuentra preso en Holanda y su nombre es Abu Kurke Kebato. El último contacto que mantuvo con la senadora holandesa Tineke Strik fue el pasado día 26 de marzo a través de un correo electrónico. Tres días después, Strik presentaba un informe con el sello del Consejo de Europa en el que denunciaba la falta de auxilio de la OTAN a la lancha en la que viajaba Abu Kurke con otras 71 personas en dirección a Lampedusa (Italia). Ese mismo día y mientras se conocían los detalles de su tragedia, Kurke era detenido en la pequeña localidad holandesa de Baexem, al suroeste del país.
La travesía de Kurke, etíope de 23 años que dejó su hogar para evitar la violencia, ha vuelto a torcerse. Ya lo hizo en marzo de 2011 cuando a bordo de una lancha de goma de unos siete metros trató de huir de la ciudad libia de Trípoli para alcanzar el sur de Europa. No lo logró. Según el relato hecho por Strik en el informe del Consejo de Europa, la embarcación estuvo cerca de una fragata de la OTAN, que ignoró a los refugiados, y recibió algunos alimentos y bebida de un helicóptero militar. No fueron rescatados.
Durante unos 15 días, la barcaza navegó a la deriva hasta que la corriente la puso de vuelta en Zlitan, a 160 kilómetros al este de Trípoli. En el camino perdieron la vida 61 personas. Dos más lo hicieron en tierra. Abu Kurke logró sobrevivir y, junto al resto, pasó 24 horas en prisión, de ahí regresó a Trípoli y volvió a lanzarse al mar para, esta vez con éxito, llegar a Italia. El 21 de diciembre pasado, Kurke llegó a Holanda junto a su mujer para solicitar un permiso de asilo.
Detenido en Rotterdam
"Sigue en Holanda", alertó este viernes la senadora Strik, "pero está detenido para ser transferido a Italia y no puedo contactar con él". Según ha explicado en conversación telefónica el abogado de Kurke, el holandés Marq Wijngaarden, el joven etíope se encontraba hasta ahora en el centro de Baexem. Kurke había solicitado el permiso de asilo junto a su mujer y estaba aún pendiente de respuesta. Tanto es así que el Consejo de Europa señalaba aún ayer en su reporte que Kurke, cuyo testimonio ha sido esencial como el del resto de supervivientes para denunciar la falta de socorro, estaba a la espera de la respuesta de las autoridades holandesas.
"Se lo han denegado", explica Wijngaarden, que prepara un recurso ante el Consejo de Estado para frenar la deportación. Según las autoridades holandesas, la responsabilidad sobre el etíope y su mujer corresponde a Italia. Si el abogado no logra detener la orden, Kurke, que ahora se encuentra preso en Rotterdam, será enviado el próximo miércoles, 4 de abril, de vuelta a Italia (el Convención de Dublín sobre las solicitudes de asilo prevé que en caso de rechazo, el demandante vuelva al último puerto de origen). Su mujer correrá la misma suerte. ¿A dónde les enviarán? "Les dejarán sin más en las calles de Italia", responde el abogado. Como en Libia, la corriente devuelve a Kurke en contra de su voluntad.
El influjo de la extrema derecha
La situación de Abu Kurke muestra la influencia de la extrema derecha en la política de asilo practicada en Holanda. Geert Wilders, el líder xenófobo que apoya desde el Parlamento al Gobierno de centro izquierda, en minoría, no quiere inmigrantes extranjeros. Su influencia es tal, que el actual ministro de Inmigración, Geer Leers, fue a verle antes incluso de tomar posesión de su cargo en junio de 2010.
Ese año, se aprobó el actual procedimiento acelerado de asilo, que permite dictaminar la validez de una solicitud en un plazo máximo de ocho días. El propósito oficial era evitar esperas de más de una década. Amnistía Internacional han criticado esta medida “por insuficiente para las mujeres víctimas de violencia y los niños que llegan solos”.
Esta misma organización ya criticó en 2008 a Holanda por recluir en centros de internamiento para extranjeros a los inmigrantes en situación irregular. Ese ha sido el camino recorrido por Abu Kurke, encerrado en un local especial de Rotterdam, más parecido a una cárcel. Si la justicia no frena la expulsión de este etíope, su siguiente parada será Italia. Pero podría ser peor. Según las leyes holandesas vigentes, los solicitantes de asilo rechazados disponen de 12 semanas para preparar el viaje de regreso. Si no colaboran, o carecen de pasaporte y no pueden ser repatriados a ninguna parte, son abandonados en la acera.
Aunque el Consejo de Europa denunció la situación en 2010, los vaivenes políticos diluyeron la fuerza de la decisión, que es vinculante. El fallo llegó en marzo. Para junio, había ganado las elecciones la coalición de liberales y democristianos que ostenta hoy el poder con ayuda de la extrema derecha.
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