El Supremo de EE UU estudia suavizar la cadena perpetua para los menores
Plantea abolir la cadena perpetua sin libertad condicional a quienes no tengan delitos de sangre
Evan Miller tenía 14 años cuando en 2003, junto a otro joven mayor que él, pegó una paliza a un vecino de 52 años y luego prendió fuego a su casa. El hombre falleció por inhalación de humo. Kuntrell Jackson también tenía 14 años en 1999 cuando un amigo disparó y mató al encargado de un videoclub mientras los dos intentaban robarlo.
Miller y Jackson fueron condenados a penas de cadena perpetua sin derecho a libertad condicional. En su misma situación se encuentran otros 70 presos, según datos de Equal Justice Iniciative. Su abogado, Bryan A. Stevenson, solicitó este martes al Tribunal Supremo que extienda la prohibición de la cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional a todos los menores de edad y no únicamente a los que no hayan cometido delitos de sangre, como determinó en 2010.
Los nueve jueces del Tribunal Supremo deberán dictar sentencia sobre la petición de Stevenson antes de verano. Sus últimas resoluciones sugieren que podrían inclinarse por suavizar las penas que se imponen a los menores. En 2005 el alto tribunal abolió la pena de muerte para los menores de edad, una decisión que afectó a unos 50 reclusos. Cinco años más tarde suprimió la cadena perpetua sin libertad condicional para los menores que no hubieran cometido delitos de sangre, un fallo del que se beneficiaron 130 prisioneros condenados, la mayoría, por violación, robo o secuestro.
La cadena perpetua sin libertad condicional es la sanción más dura que prevé EE UU para un menor de edad, una medida que únicamente aplican otros tres países en el mundo (Suráfrica, Tanzania e Israel) y que está prohibida en varios tratados internacionales
En ambos casos el Supremo apeló a la Octava Enmienda –que garantiza el derecho a no ser sometido a castigos inusuales o crueles-, a la inmadurez e impulsividad de los condenados y a la posibilidad de cambiar su conducta para justificar la adopción de penas menos rigurosas que las impuestas a los adultos.
La cadena perpetua sin libertad condicional es la sanción más dura que prevé EE UU para un menor de edad -los Estados tienen libertad para determinar su duración máxima, la mínima es de 10 años-, una medida que únicamente aplican otros tres países en el mundo (Suráfrica, Tanzania e Israel) y que está prohibida en varios tratados internacionales. Así lo estipula el artículo 37 de la Convención de Derechos del Niño (1989) -ratificada por todos los países salvo por EE UU y Somalia- y el artículo 6 de la Convención Internacional de Derechos Civiles y Políticos (1966). Al ratificarla, EE UU se reservó el derecho de hacer una excepción a la prohibición para menores en “circunstancias excepcionales”. Entonces había 400 menores en esa situación, ahora hay más de 2.000, según Human Rights Watch. En el resto del mundo solo se han contabilizado 12 casos similares.
Si el Tribunal Supremo acepta la petición de Stevenson, se verían beneficiados más de 2.000 reclusos, según Equal Justice Iniciative. Sin embargo, los jueces pueden optar por otras alternativas en su fallo: abolir la cadena perpetua sin libertad condicional únicamente para los menores de 15 años; extender la prohibición a los menores que hayan participado en delitos de sangre pero sin intervenir directamente en ellos, como en el caso de Jackson, o aplicarla en función de las circunstancias personales de cada sujeto.
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