Asesinados tres niños y un adulto en un ataque a una escuela judía en Toulouse
La policía asegura que el arma sirvió para acabar con la vida de tres militares
Una verja verde, una calle estrecha, tranquila y empinada, apartada del centro urbano, situada en un barrio residencial de Toulouse poblado de modestas casas unifamiliares de los años setenta. Este lugar idílico se ha convertido esta mañana en el escenario de un crimen repulsivo que dejará una huella profunda en Francia. Un individuo ha llegado poco después de las ocho de la mañana montado en una motocicleta Yamaha y, sin mediar palabra, ha abierto fuego de forma indiscriminada y desde muy corta distancia contra los alumnos, padres y profesores del colegio judío Ozar Hatorah que esperaban junto a la verja la hora de entrar a clase. Los disparos del agresor han acabado con la vida de Jonathan Sandler, un rabino y profesor de religión de 30 años, llegado el año pasado desde Israel, y a dos de sus tres hijos, de cuatro y cinco años. Pocos minutos después ha muerto camino del hospital una tercera niña, de siete años, hija del director del colegio, Yaacob Monsonego. Una quinta víctima, un joven de 17 años, se debate entre la vida y la muerte.
Nicole Yardeni, presidenta del Consejo de las Instituciones Judías de Francia en la región, vio las imágenes de las cámaras de seguridad del colegio y las definió como "una cosa irreal". "Se ve a un hombre que corre tras los niños, que los alcanza y que mete una bala en la cabeza a un niño", contó.
Toulouse, la ciudad roja y abierta, que mantiene desde hace siglos una activa y bien integrada comunidad judía que hoy agrupa a unas 12.000 personas, está conmocionada por la desolación y la barbarie. Pocos aciertan a explicar lo ocurrido. A las cuatro de la tarde, dentro del colegio, que funciona también como internado, solo había unas mochilas abandonadas en un rincón del patio. En las instalaciones, algunos profesores y estudiantes con kipá. Ninguno lograba contar lo que había visto: “Ha sido terrible”, decía un joven de 17 años sin levantar la vista del suelo. “No podemos hablar, es demasiado doloroso para nosotros”, añadía su madre. “Tiene que ser un tipo medio loco, no se puede matar así a los niños”, comentaba el pequeño Julien Thormiere, de once años, vecino del barrio de la Roseraie.
La tesis del perturbado casual ha quedado superada muy poco después del suceso; el ministro del Interior, Claude Guéant, ha mandado reforzar la vigilancia en todos los locales judíos del país, ha admitido que los hechos podrían tener relación con otras dos ejecuciones similares ocurridas hace unos días en la misma zona y ha ordenado activar el mayor grado de alarma policial del país. También el Ayuntamiento de la localidad ha decidido rearmar temporalmente a sus policías, informa Le Figaro. El domingo pasado (11 de marzo), un soldado francés fue asesinado a tiros en plena calle en Toulouse, y el jueves posterior, dos militares más murieron tiroteados y otro resultó herido muy grave en la cercana ciudad de Montauban, sede de un importante regimiento de paracaidistas. Los tres militares fallecidos eran de origen magrebí y habían prestado servicio en una unidad en Afganistán; el herido es de Guadalupe.
Con el paso de las horas, los datos parecen confirmar la conexión entre los siete asesinatos. Primero, la fiscalía antiterrorista de París ha decidido agrupar las tres investigaciones; más tarde, la policía ha informado de que el arma utilizada en los tres ataques fue la misma, y ha añadido que la descripción de la moto utilizada por el agresor también coincide y que tanto el perfil del asesino como la forma de actuar son idénticos en los tres casos: con calma, en pleno día, y ante numerosos testigos.
La policía ha encontrado casquillos de bala de una pistola del calibre 45 (el mismo utilizado en las matanzas anteriores). La investigación apunta a que la moto empleada en el atentado, una Yamaha T-Max, fue la misma que se usó en los otros dos ataques, y que fue robada antes del primer asesinato de un militar, el 11 de marzo, según informa Le Parisien.
Al caer la noche, la web de la revista Le Point ha informado de que la policía investiga a tres militares franceses de tendencia neonazi por su supuesta implicación en el ataque. Según la revista, los tres sospechosos formaban parte del 17 regimiento de Ingenieros paracaidistas de Montauban. En 2008 la prensa francesa publicó unas fotos en las que aparecían haciendo el saludo nazi ante una cruz gamada. Fueron expulsados. Según Le Point, el perfil de los tres soldados se asemeja a la descripción que los testigos hicieron de los presuntos autores de los tiroteos en Toulouse y Montauban: musculoso, tatuado y vestido de negro.
Por la tarde, en la sinagoga de la céntrica calle Riquet, cientos de vecinos y numerosos miembros de la comunidad judía han celebrado un solemne homenaje a las víctimas. Josef, desolado padre de dos alumnos de la escuela, intentaba explicar un sentimiento muy antiguo: “Los judíos estamos marcados, llevamos miles de años haciendo solamente el bien y siendo perseguidos. Esto nos recuerda que tenemos que seguir sufriendo”. Junto a la verja verde oscuro de la escuela alguien ha colocado cuatro rosas blancas.
También hubo ceremonias fúnebres en varias sinagogas de París. A una de ellas, la de Nazareth, acudió el presidente Nicolas Sarkozy acompañado de su esposa, Carla Bruni.
El plan Vigipirate antiterrorista, activado en su nivel más alto
El Gobierno francés ha decidido elevar al máximo nivel la alerta por amenaza terrorista tras el suceso acontecido este lunes en la localidad francesa.
El plan, que recibe el nombre de plan Vigipirate, establece una serie de niveles de alerta en función de la amenaza terrorista, que van desde el color blanco hasta el escarlata, el máximo nivel de alerta. Francia permanecía en alerta roja, el segundo nivel de mayor riesgo, desde julio de 2005, tras los atentados terroristas perpetrados en Londres el 11 de julio.
Tras el asesinato múltiple en Toulouse, el Gobierno francés ha decidido elevar la alerta hasta el nivel escarlata, que permite detener las redes de transporte público, entre otros servicios, ante una amenaza terrorista.
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