¿Puede el presidente de un país ordenar en secreto la ejecución extrajudicial de uno de sus conciudadanos? Esta es una pregunta cuya simple formulación repugna a cualquier persona, sobre todo en países donde no hay pena de muerte y el poder de los gobernantes se halla limitado estrictamente por las leyes. La historia, sin embargo, nos responde que sí puede y que así es como sucede donde no tienen vigencia el Estado de derecho, la división de poderes o el control de legalidad de los actos del poder ejecutivo.
Sabemos a ciencia cierta que el actual presidente, Barack Hussein Obama, dio la orden secreta de matar al ciudadano estadounidense Anwar Bin Nasser Bin Abdullah al-Aulaqi, nacido en 1971 en Las Cruces, Nuevo Mexico, que se ejecutó el 30 de septiembre de 2011 en forma de un ataque con misiles, lanzados desde aviones no tripulados y teledirigidos por la CIA. Como suelen hacer todos los presidentes antes de tomar una decisión que puede ser controvertida, la Oficina de Consejo Legal, dependiente del departamento de Justicia, fue requerida para que elaborara un documento en el que se garantizara los fundamentos jurídicos de tal decisión. También Bush contó con memorandos del mismo tipo para la apertura de Guantánamo, la legalización de la tortura, las detenciones extrajudiciales o las entregas extraordinarias a terceros países de combatientes enemigos sin Estado, denominación acuñada para eludir las convenciones de Ginebra sobre prisioneros de guerra.
Así fue como un año antes de la ejecución de Al Awlaki, dos empleados de la oficina, los abogados David Barron y Martin Lederman, elaboraron un memorando también secreto de unas 50 páginas, en el que sostienen la legalidad de la orden, en pleno acuerdo con la Constitución y con la Quinta Enmienda que exige el "proceso debido" (due proces) al dictar una pena de muerte.
Desde la Casa Blanca y desde el departamento de Justicia nadie ha desmentido ni confirmado la orden secreta de ejecución, como tampoco la existencia del memorando. Pero el periodista Charlie Savage, reportero de The New York Times, apenas ocho días después de la muerte del dirigente de Al Qaeda, publicó una extensa información en la que se recogía el contenido del memorando gracias a fuentes anónimas que lo habían leído. La empresa editora exigió a continuación el acceso al documento acogiéndose a la legislación sobre libertad de información denominada FOIA (Freedom of Information Act), pretensión inmediatamente rechazada por el departamento de Justicia.
La argumentación legal se ha conocido en toda su extensión gracias a un discurso pronunciado por el fiscal general y responsable del departamento de Justicia, Eric Holder, el pasado 5 de marzo en la facultad de Derecho de la Northwestern University en Chicago. Veamos: EE UU está en guerra. El presidente tiene los poderes del Congreso para librarla. Los escenarios bélicos no se circunscriben a Afganistán, sino que cambian debido a que el enemigo no se identifica con un Estado. Ejecutar a los jefes enemigos, en este caso los comandantes de Al Qaeda, no difiere del ataque en 1943 contra el almirante japonés Isoroku Yamamoto, responsable del ataque a Pearl Harbour y de la batalla de Midway, abatido en vuelo por EE UU. Holder califica de desafortunada la circunstancia de que un jefe enemigo sea ciudadano estadounidense, cosa que no constituye una excepción a la hora de constituirse en objetivo de un ataque si representa una amenaza inminente, su captura no es factible y cabe liquidarlo según "los principios de la ley de guerra".
El historiador Garry Wills, profesor también de la misma universidad donde Holder pronunció su conferencia, sostiene en su libro Bomb Power (El poder de la bomba) que toda esta argumentación es factible gracias a los poderes militares excepcionales que tiene el presidente de EE UU, por encima de la Constitución y de las leyes. La clave está en el arma nuclear, que sustrae el poder de matar de los militares y lo traslada amplificado al presidente. Gracias a esta operación, Wills considera que "el presidente se convierte en prisionero de sus propios poderes" y la administración Obama llega a confundirse con la de su antecesor George W. Bush.
Comentarios
Guardaré este artículo para esgrimirlo en un futuro cuando china empiece a mandar a matar a ciudadadnos occidentales.
Muchas vueltas le dan los todopoderosos del mundo cuando todos sabemos que ellos se lo guisan y ellos se lo comen, en donde guisar es juzgar sin juicio y comer es matar sin defensa.
Mi reacción ante la muerte de Osama Bin Laden (1). Cada vez es más evidente que la operación fue un asesinato planificado, violando de manera múltiple normas elementales del derecho internacional. No que hicieran ningún intento de aprehender a la víctima desarmada, lo que presumiblemente podrían haber logrado 80 comandos que virtualmente no enfrentaban ninguna oposición, excepto, afirman, la de su esposa, que se lanzó hacia ellos. En sociedades que profesan un cierto respecto por la ley, a los sospechosos se les aprehende y se les conduce a un juicio justo. Subrayo “sospechosos”. En abril de 2002, el jefe del FBI, Robert Mueller, informó a la prensa de que después de la investigación más intensiva de la historia, el FBI solo podía decir que “creía” que la conspiración se tramó en Afganistán, aunque se implementó en los Emiratos Árabes Unidos y Alemania. Lo que solo creían en abril de 2002, obviamente no lo sabían 8 meses antes, cuando Washington desdeñó ofertas tentadoras de los talibanes (no sabemos cómo de serias porque se descartaron instantáneamente) de extraditar a Bin Laden si les presentaban alguna evidencia, la que, como pronto supimos, Washington no poseía. Por lo tanto Obama simplemente mintió cuando dijo en su declaración de la Casa Blanca, que “rápidamente supimos que los ataques del 11-S fueron realizados por al-Qaida”. Copyright 2011 NOAM CHOMSKY.
Mi reacción ante la muerte de Osama Bin Laden (2). Podríamos preguntarnos cómo reaccionaríamos si unos comandos iraquíes aterrizaran en el complejo de George W. Bush, lo asesinaran, y lanzaran su cuerpo al Atlántico. Sin lugar a dudas sus crímenes excedieron en mucho los de Bin Laden, y no es un “sospechoso” sino indiscutiblemente el que “tomó las decisiones”, quien dio las órdenes de cometer el “supremo crimen internacional, que difiere solo de otros crímenes de guerra en que contiene en sí el mal acumulado del conjunto” (citando al Tribunal de Núremberg) por el cual se ahorcó a los criminales nazis: los cientos de miles de muertos, millones de refugiados, destrucción de gran parte del país, el encarnizado conflicto sectario que ahora se ha propagado al resto de la región. Hay más que decir sobre el terrorista que hizo volar el avión cubano, Orlando Bosch, quien acaba de morir pacíficamente en Florida, incluida la referencia a la “doctrina Bush” de que las sociedades que albergan a los terroristas son tan culpables como los propios terroristas y hay que tratarlas de la manera correspondiente. Parece que nadie se dio cuenta de que Bush estaba llamado a la invasión y destrucción de EE.UU. y al asesinato de su criminal presidente. Lo mismo pasa con el nombre: Operación Gerónimo. La mentalidad imperial está tan arraigada, en toda la sociedad occidental, que parece que nadie percibe que están glorificando a Bin Laden al identificarlo con la valerosa resistencia frente a los invasores genocidas. Es como bautizar nuestras armas asesinas según las víctimas de nuestros crímenes: Apache, Tomahawk… Es como si la Luftwaffe llamara sus aviones caza: “Judío” y “Gitano”. Hay mucho más que decir, pero incluso los hechos más obvios y elementales deberían darnos mucho que pensar. Copyright 2011 NOAM CHOMSKY.
AL QAEDA está en guerra contra EE.UU. desde antes del 11-S de 2001, fecha en que asesinó 3 mil americanos. Luego ¿quien puede juzgar mal que EE.UU. mate a 1 Jefe de AL QAEDA en esta guera? No logro entenderlo...
La nacionalidad de una persona es algo accidental. El pasaporte de una persona no avala ni su comportamiento, ni su ideología ni sus sentimientos patrióticos.Los hechos hay que contextualizarlos, no es lo mismo que la Casa Blanca ordene la ejecución de una persona que se encuentra en New York a que ordene la ejecución de otra que se encuentra en una zona de guerra actuando contra sus tropas. Si se han utilizado misiles estamos hablando de una zona de juego en la que como mínimo no puede actuar la policía, es decir una zona de guerra.En los Estados Unidos como en la gran mayoría de las democracias existe mucha trasparencia y cuando la información clasificada, incluso de secreto, no es ni útil ni perjudicial para la seguridad nacional se desclasifica. Es muy difícil que una información secreta de ese tipo salga a la luz en un país como los Estados Unidos sin que se autorice su desclasificación abiertamente o se filtre con algún tipo de fin. ¿Sigue todavía vivo y ejerciendo el periodismo Charlie Savage?. Entonces ello indica que la orden secreta de ejecución es falsa o que tiene muchos y poderosos amigos.
Democracia ejemplar pero selectivaCada uno tiene el derecho de elogiar el sistema de poder que le parezca más idóneo y más ecuánime. La democracia en Estados Unidos fue hasta hace poco la más ejemplar. Siempre lo fue para la protección del ciudadano norteamericano. Ahora el éste ha perdido la mayoría de sus derechos por culpa de “Patriotic Act” promulgada en octubre 2001 a raíz de los atentados del 11-S. El poder obtuvo más poder.Los fundamentos de la democracia son quebrados y violentados cuando es aplicada esa democracia fuera de las fronteras estadounidenses, con el pretexto de defender la seguridad nacional (norteamericana, por supuesto), que curiosamente siempre alcanza regiones hasta dentro de las fronteras de otros países. Entonces se recurre a la elaboración de fundamentos jurídicos “excepcionales” para cada caso para liberar al más poderoso de la persecución de la ley, lo que sería una confesión implícita de infraccionar esa vigencia democrática, pero claro esta es una infracción civilizada y así se vende. El otro claro está la tomará como acto de terrorismo e interferencia en asuntos internos.“Los principios de guerra”, y ¿la moral de la guerra? ¿Acaso se necesita tener principios para matar? ¿Quién los define? ¿Son los mismos cuando se enfrentan dos ejércitos de países soberanos, que cuando se enfrenta el ejército de la nación más poderosa contra un grupo de terroristas? ¿Qué pasa cuando caen victimas “colaterales”? ¿Quién es el responsable y se debe o no imputarle por su crimen?
La guerra es el fracaso de la democracia cuando se agotan todos los recursos políticos para convencer a uno para aceptar las condiciones del otro. Estas condiciones suelen ser traducidos a intereses materiales y de sometimiento. La humanidad salió mal herida de la Primera Guerra Mundial y entró en la Segunda por este tipo de fracaso. Para entrar en guerra se buscan las excusas que fueran o se inventan, ejemplo la invasión de Irak. Las treguas se rompen fácilmente y suele ser por imposición o falta de cumplimiento de lo acordado por el lado más fuerte. Desde hace más de siete siglos los contendientes de ambos lados han salido muy endeudados, países en quiebra, que aunque fueran los vencedores han sucumbido al sometimiento de los prestamistas, que supieron y hasta el momento, aprovechar de hacer endeudar a las naciones. Incluso fomentan el distanciamiento y exaltan las disputas. Son los que gana vendiendo armamento, son los dueños verdaderos de la industria militar, son los dueños de las bancas. saludos.
Ah, Lluís, ahora es Barack Hussein Obama, con segundo nombre, pero antes cuando simpatizabas con Obama era solo el presidente Barack Obama… y en cuanto a eso de que: "el presidente se convierte en prisionero de sus propios poderes" y la administración Obama llega a confundirse con la de su antecesor George W. Bush.” Eso te lo dijeron muchos que pasaron por tu blog durante el 2009, 2010, 2011 y fuero baneados…. nada nuevo lo que cuentas.
"La libertad no es hija del orden sino su madre." Pierre-Joseph Proudhon (1809 - 1865)
Estimado Sr.Bassets, saludos. Cuando han dado la orden de desarmar a todo el personal militar norteamericano que participaría en CAMP LEATHERNECK,la base MARINE CORPS en Afganistán, durante el discurso a las tropas ofrecido por el Secretario de Defensa Leon Edward Panetta ( 1938) es porque las cosas van verdaderamente mal. Si tu propia Contrainteligencia no confía ni en sus propios soldados, mejor empaca y regresa a casa. Y cuanto antes, mejor. La “aventura afgana” para los EU terminó. NOTA: Sólo hay una instancia, en una base militar norteamericana en zona de guerra, en la que un soldado deja el arma a la puerta: en el gimnasio. En el resto, el arma siempre debe ir en el cinto o colgada al hombro.sc
Parece que Obama le ganó la vez a Bin Laden, según informa el Washington Post.
MATAR CUANDO LA GUERRA YA NO TIENE SENTIDO (1). La masacre en Kandahar (Afganistán) Todo indica que los militares norteamericanos y sus aliados de la OTAN no sólo han sobrepasado su estadía en Afganistán, sino también el punto en el que su presencia es otra cosa que tóxica. Mientras que los detalles exactos del incidente son todavía poco claros, es sabido que, temprano en la mañana del domingo (11 de marzo de 2012), un soldado norteamericano aparentemente asesinó a sangre fría a 16 civiles afganos en el distrito Panjwai de la provincia de Kandahar. Nueve de las víctimas, se informó, eran niños. Este es meramente el último eslabón en una cadena de episodios en los que los soldados norteamericanos –pese a las intenciones positivas de la abrumadora mayoría de ellos—han mostrado desprecio, falta de respeto y, cada vez más y en forma trágica, odio por la gente del país que los alberga. Dos semanas atrás fue la quema accidental de ejemplares del Corán y otros textos sagrados en una base militar norteamericana –la noticia llevó a furiosos motines en todo Afganistán y a la muerte de al menos treinta personas, incluyendo a seis soldados norteamericanos. En enero, fue un video, filmado por los propios soldados norteamericanos, que mostraba a cuatro marines orinando sobre los cadáveres de varios afganos, sospechados de ser parte de los talibán, a los que habían matado. En 2010, en Maiwand, una provincia del sur –no lejos del distrito Panjwai—, un grupo de soldados norteamericanos emprendió el “asesinato deportivo” de civiles afganos: se tomaron fotos posando con sus víctimas y recolectaron partes de sus cuerpos como trofeos. Jon Lee Anderson.The New Yorker.
MATAR CUANDO LA GUERRA YA NO TIENE SENTIDO (2). Tales incidentes no son desconocidos para los norteamericanos –o no deberían serlo. También ocurrieron en Irak. Hubo las ignominias de Abu Ghraib y la masacre de Haditha, y miles de incidentes menores, a veces no reportados, en los que los soldados humillaron, mataron o abusaron de civiles iraquíes por razones que tenían menos que ver con sus posibles intenciones hostiles y más con sus propios miedos y odios. En el verano de 2003, en Fallujhan, conocí a un soldado norteamericano que se vanaglorió ante mí de haber “quemado” a vehículos civiles que se acercaban por el camino entre Basora y Bagdad porque no estaba seguro de quién estaba en ellos. En ese momento, dijo, había parecido más prudente matarlos que dejarlos vivir, sólo por la posibilidad de que pudieran ser hostiles. El modo en que me contó sus experiencias, sin embargo, dejaba vislumbrar una realidad que a pocos soldados les gusta discutir: que a veces matan porque la oportunidad está allí y porque, en ese momento, a algunos de ellos les resulta divertido. Siete años después, ese mismo soldado me contactó por carta para decir, arrepentido, que era muy diferente de aquel joven que había conocido. Tuve la sensación de que buscaba alguna clase de expiación por las cosas que había hecho, pero también quería mi comprensión. Expresaba un claro sentido de autoconciencia y me preguntó adónde lo llevaría. Dos generaciones atrás, antes de Twitter y YouTube y de celulares con cámara, los soldados norteamericanos en Vietnam demostraban rutinariamente su odio hacia el pueblo del país que los hospedaba de modos a menudo peores y mucho más frecuentemente que en Afganistán. En esos días, llevó mucho más tiempo al público norteamericano descubrir cada uno de los episodios –más de un año en el caso de la masacre de My Lai, en 1968. “Nadie quería ser el primero en publicarla”, escribió recientemente Seymour Hersh, quien sacó la historia a la luz. Jon Lee Anderson.The New Yorker.
MATAR CUANDO LA GUERRA YA NO TIENE SENTIDO (3). En My Lai, entre 375 y 520 civiles vietnamitas, en su mayoría mujeres y niños, fueron masacrados a sangre fría por soldados norteamericanos que, en su mayoría, se callaron. Fue después de que apareciera el primer artículo de Hersh que se publicaron fotografías de la masacre –tomadas, mientras ocurría, por un fotógrafo del Ejército norteamericano que estaba en el lugar— en los diarios y en la revista Life. Dada la tecnología actual y la febril cultura mediática de último minuto, parece improbable que algo de esa escala pudiera ocurrir hoy y ser encubierto. Pero el hecho de que menos civiles –y también soldados—mueran en las guerras de hoy no mitiga los espantosos horrores de sus acciones o reduce el daño político en Afganistán. Los aliados de la OTAN están buscando salirse con algo de gracia y dignidad de una situación que se ha vuelto fea y en la cual su enemigo designado, los Talibán, no sólo ha ganado terreno, sino que luce como probable reconquistador del poder una vez que esa salida final se produzca. En el otoño (boreal) de 2010, visité al Mullah Zaeef, un ex enviado de importancia de los Talibán y prisionero de Guantánamo después del 11 de septiembre de 2011, quien, desde su liberación y retorno a Afganistán, ha vivido en una villa de Kabul con guardias provistos por el presidente Hamid Karzai. Aunque formalmente evita todo contacto con sus camaradas talibán de antaño que todavía están en la pelea, Zaeef conserva, claramente, el rol de intermediario; Karzai y muchos oficiales militares y de inteligencia norteamericanos y de la OTAN lo ven, ciertamente, como un posible enlace con los talibán moderados. Zaeef dijo que le divertía haberse vuelto objeto de atención de tantos funcionarios occidentales. Pero, en primer lugar, no estaba seguro de quiénes podían ser esos talibán “moderados”. En cuanto al valor de negociaciones futuras, sonrió cortante y dijo lo único que los talibán podrían estar dispuestos a conversar con los norteamericanos y sus aliados son las condiciones de su retirada total del país. Un acuerdo tal podría determinar si dejarán Afganistán con alguna apariencia de dignidad o no, afirmó. Jon Lee Anderson.The New Yorker.
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