El ministro del Interior francés alienta la deriva xenófoba de Sarkozy
Guéant es acusado de buscar el voto de la ultraderecha del Frente Nacional
Serge Letchimy, un diputado del Frente de Izquierda, adscrito al Grupo Socialista y original de la Martinica, ha revolucionado a Francia con un breve y apasionado discurso en el que citó a Montaigne y a Voltaire. Letchimy, uno de los poquísimos parlamentarios franceses de raza negra, acusó el martes en la Asamblea Nacional a Claude Guéant, el ministro del Interior, Inmigración y Culto, de buscar el voto de una parte de los electores de Frente Nacional y de los nostálgicos del nazismo al afirmar que “algunas civilizaciones son superiores a otras”.
Ese camino puede acabar muy mal, advirtió Letchimy, tan mal como hace 75 años en Alemania y Europa o poco antes con la esclavitud. La sesión se suspendió unos segundos después de que Letchimy dijera: "Usted, señor Guéant, que confunde la inmigración con una invasión, usted que privilegia la sombra, nos recuerda cada día a esas ideologías europeas que dieron lugar a los campos de concentración”.
“Señor Guéant, el régimen nazi, tan ansioso de purificación, ¿era eso civilización? ¿La barbarie esclavista fue una fuerza civilizadora?", preguntó Letchimy.
Aunque el ministro escuchó la alocución entre risas complacidas, todo el Gobierno se levantó de sus asientos en cuanto el primer ministro, François Fillon, lo ordenó con un gesto. Enseguida, la bancada de la UMP abandonó el hemiciclo en medio de gran algazara, mientras dedicaba abucheos y gestos de desaprobación al orador.
Las palabras de Letchimy eran la réplica a un discurso previo del ministro, pronunciado el sábado ante un auditorio de jóvenes estudiantes del sindicato de derechas UMI, en el que afirmó: "A diferencia de los relativistas de izquierda, nosotros pensamos que no todas las civilizaciones valen lo mismo ".
Guéant adobó esa frase con una llamada a defender la libertad, la igualdad y la fraternidad, y una condena de “las tiranías que no conceden los mismos derechos al hombre y la mujer”. Aunque, según pensaron los que conocen el pensamiento y las obras del ministro, la apostilla republicana era solo un ardid para poder decir más tarde que la frase polémica había sido sacada de contexto.
Lo cierto es que la provocación de Guéant cumplió su objetivo y se convirtió en un escándalo. En la entrevista que Nicolas Sarkozy dio junto a Angela Merkel el lunes, el presidente defendió que lo dicho por su ministro era "de sentido común", aunque en las propias filas de la derecha hubo voces que señalaron que Guéant "es mejor ministro que etnógrafo", y pese a que los musulmanes de Francia (cinco millones de personas) habían preguntado al titular de Interior si se estaba refiriendo a ellos cuando dijo lo que dijo.
Guéant es un rostro muy popular en Francia. Se le conoce como el soldado de Sarkozy y representa al ala más derechista de la UMP. Es él quien decretó las expulsiones en masa de los gitanos rumanos, profiere con frecuencia frases islamófobas, y muchos le acusan de manipular las estadísticas de delincuencia para rebajarlas en año electoral y asociarlas con la inmigración.
Convirtiéndose súbitamente en víctima, Guéant replicó que Letchimy había “instrumentalizado la memoria de la Shoah". Y el miércoles, el primer ministro, François Fillon, afirmó que “asociar a Guéant con el nazismo es una vergüenza”.
La mayoría ha exigido a François Hollande que pida disculpas en nombre de su partido. Hollande se ha negado, afirmando que prefiere hablar de “cosas importantes, como el balance del quinquenio de Sarkozy, el desempleo o el frío”.
Tras la espantada de sus ofendidos adversarios, Letchimy explicó: "Hay una declaración extremadamente bien pensada y concebida que considera que todas las civilizaciones no valen lo mismo. No podemos callar ante palabras así. No puede callarse alguien que es hijo de ese innoble proceso llamado esclavitud”.
En los próximos días, el ministro Guéant viajará a la Martinica. Letchimy, presidente del Partido Popular Martiniqués, forma parte del comité local que le ha advertido que no será bienvenido en la isla. En nombre de los esclavos, de los derechos humanos, de Voltaire y de Montaigne.
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