Reino Unido envía un moderno buque de guerra a las islas Malvinas
El Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner ha reiterado su intención de un diálogo pacífico con David Cameron sobre la soberanía del archipiélago
La Marina británica está estrenando seis nuevos destructores tipo 45, que cuenta con un sistema de navegación difícil de detectar por radares, misiles antiaéreos y un helipuerto. El primero de ellos lo envió al golfo Pérsico, en coincidencia con la amenaza de Irán de bloquear el estrecho de Ormuz. El segundo irá a las Malvinas, en tiempos en que recrudece la tensión diplomática con Argentina, que reclama desde 1833 la recuperación de la soberanía sobre esas islas del Atlántico Sur. Sin embargo, el Ministerio de Defensa británico ha querido aclarar hoy que el envío del destructor HMS Dauntless “se ha planeado por largo tiempo, es enteramente rutinario y reemplaza otro buque que realiza labores de patrullaje". Claro que el barco sustituido, el Montrose, es menos sofisticado, tipo 23, y lleva años en el archipiélago.
El Gobierno del conservador David Cameron no quiso precisar cuándo partirá el Dauntless de Portsmouth con rumbo a las islas que los británicos llaman Falklands. Solo se refirió a los próximos meses. El periódico Daily Telegraph especulaba con que saliera a finales de marzo, es decir, cuando termine la próxima visita de seis semanas a las Malvinas que hará el príncipe Guillermo, segundo en la línea de sucesión de la Corona británica. Guillermo viajará allí como parte de su entrenamiento militar como piloto de rescate y su periplo ha causado que Reino Unido refuerce su custodia de las islas. Se marchará de justo antes del 2 de abril, cuando se cumplen 30 años de la invasión de tropas argentinas dirigidas por el dictador Leopoldo Galtieri, para recuperar el archipiélago a la fuerza. Aquella guerra acabó el 14 de junio de 1982 con la victoria británica, tras la muerte de 255 de sus soldados, 649 uniformados argentinos y tres civiles isleños abatidos por error por fuego europeo.
Del lado argentino no está en los planes una nueva incursión militar por las Malvinas y su Gobierno reclama a Reino Unido un diálogo pacífico. También lo presiona con medidas y apoyos diplomáticos, como la reciente decisión de 11 países sudamericanos de impedir el amarre de barcos con bandera de Malvinas en sus puertos o la prohibición de que las petroleras y los pesqueros que actúan en las islas puedan hacer negocios en Argentina. La presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, catalogó el año pasado a Reino Unido de “potencial colonial en declive” por incumplir con las resoluciones de la asamblea general de la ONU para que se siente a negociar la soberanía de unas islas situadas a 480 kilómetros de la Patagonia y a 12.700 de Londres. Después del bloqueo portuario sudamericano, Cameron calificó a Argentina de “colonialista” por no respetar el deseo de los 3.100 malvinenses, la mayoría descendientes de británicos, de seguir perteneciendo al Reino Unido, como en los últimos 179 años. En los últimos días, Argentina consiguió el apoyo de Centroamérica a su petición de negociación de la soberanía, mientras que Gran Bretaña recibió el respaldo del Caribe a su postura a favor de la autodeterminación.
El príncipe Guillermo, segundo en la línea de sucesión al trono, visitará las Malvinas y se marchará en el 30 aniversario del inicio de la guerra entre Argentina y Reino Unido
El secretario británico de Relaciones Exteriores para Latinoamérica, el liberal Jeremy Browne, también viajará a las Malvinas, pero en junio próximo, para celebrar los 30 años de la victoria bélica de su país. Ante una propuesta de un diputado conservador de sancionar una ley que refuerce el derecho a la autodeterminación de las colonias británicas, Browne opinó que no es necesaria porque ya está consagrado por la Carta de Naciones Unidas.
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