Las protestas tibetanas se propagan en el suroeste de China
Lobsang Sangay, jefe del Gobierno del Tibet en el exilio, cuya sede está en India, ha pedido a la comunidad internacional que “no se quede quieta”
El rosario de autoinmolaciones a lo bonzo de tibetanos que vive China desde hace un año ha dado paso a una ola de protestas por parte de miembros de esta minoría étnica en varias zonas del suroeste del país, en protesta por lo que consideran la represión de su cultura y su religión por parte de las autoridades chinas. Un total de cinco tibetanos, según el Gobierno tibetano en el exilio, -dos, según Pekín- han muerto esta semana en enfrentamientos entre miembros de esta minoría y las fuerzas del orden.
Dos personas fallecieron y muchas otras resultaron heridas el martes en el condado de Sada (provincia suroccidental de Sichuan, vecina a la región autónoma de Tíbet) cuando la policía abrió fuego contra los manifestantes, según la organización Free Tibet, con sede en Londres. “Los locales describen la ciudad como bajo toque de queda. Les han dicho que no salgan de casa y temen que si lo hacen les disparen”, asegura en un comunicado el grupo, que defiende la autodeterminación. La agencia oficial Xinhua ha confirmado los choques, pero ha señalado que las fuerzas de seguridad tuvieron que disparar y mataron a un “alborotador” e hirieron a otro cuando los manifestantes atacaron una comisaría con cócteles molotov, cuchillos, armas de fuego y piedras. “La policía se vio obligada a defenderse después de que los esfuerzos para persuadirlos y la utilización de armas de defensa no letales no lograran dispersar la muchedumbre”, ha afirmado Xinhua. Según la agencia, 14 agentes resultaron heridos y 13 personas fueron detenidas.
El incidente se produjo un día después de que la policía abriera fuego contra una multitud de tibetanos que protestaba por los mismos motivos en la cercana ciudad de Luhuo (llamada Draggo por los tibetanos) y matara al menos a dos e hiriera a más de 30, según vecinos y organizaciones de defensa de derechos de los tibetanos.
Algunos monjes del monasterio Draggo, en Luhuo, dijeron por teléfono el lunes y el martes que los agentes dispararon contra la gente a través de las ventanas de la comisaría, y que los heridos se habían refugiado en el templo mientras miles de policías montaban guardia en el exterior, informa France Presse. Xinhua asegura que murió una persona y cinco policías fueron heridos. El Ministerio de Exteriores dijo el martes que la protesta fue violenta, y su portavoz Hong Lei acusó a “grupos separatistas en el extranjero” de intentar desacreditar al Gobierno con su versión de lo ocurrido.
China rechaza las críticas de quienes aseguran que ha erosionado la cultura y la fe tibetanas
Free Tibet asegura que los manifestantes solo arrojaron piedras después de que las fuerzas del orden dispararan. Las líneas de teléfono en Luhuo y zonas cercanas han sido aparentemente desconectadas. La organización afirma que el lunes se produjo otra protesta en el condado de Aba -o Ngaba-, también en Sichuan, pero que fue agostada rápidamente por los antidisturbios con gases lacrimógenos. Es difícil saber lo ocurrido realmente estos días y el número de muertos, ya que el Gobierno impide a la prensa internacional el acceso a las zonas tibetanas.
Las protestas son algunas de las más graves registradas tras el estallido de violencia que se produjo en 2008 en Lhasa (capital de Tíbet) y otras zonas con gran población de esta minoría étnica. La mayoría de los tibetanos vive fuera de la región autónoma, en provincias como Sichuan, Gansu y Qinghai.
Lobsang Sangay, jefe del Gobierno tibetano en el exilio, cuya sede está en India, ha pedido a la comunidad internacional que “no se quede quieta” e “intervenga para evitar más derramamiento de sangre”. “¿Durante cuánto tiempo y cuántas muertes son necesarios antes de que el mundo adopte una postura moral firme?”, ha dicho.
Al menos 16 tibetanos se han quemado a lo bonzo en el último año en áreas donde vive esta minoría –de ellos, cuatro este mes- para protestar por la falta de libertad religiosa. La mayoría de las inmolaciones ha tenido lugar en Sichuan. Algunos de quienes se prendieron fuego pidieron el regreso del líder budista Dalai Lama, que es venerado por muchos tibetanos y vive en la India desde que huyó de Tíbet tras el fallido levantamiento contra Pekín en 1959. El Gobierno tibetano en el exilio asegura que en los incidentes en Seda y Luhuo han sido matadas por disparos cinco personas.
China, que controla la llamada Región Autónoma de Tíbet desde que el ejército entró en 1950, rechaza las críticas de quienes aseguran que ha erosionado la cultura y la fe tibetanas. Defiende que acabó con la servidumbre del régimen de los lamas y trajo el desarrollo a la atrasada región. Insiste en que los tibetanos gozan de libertad de religión y dice que sus vidas han mejorado mucho, gracias a las cuantiosas inversiones efectuadas por el Gobierno central. Pekín acusa al Dalai Lama de fomentar los disturbios y querer separar la región del Himalaya de China. El dirigente dice que no persigue la independencia sino una autonomía real.
El incremento de las tensiones étnica y religiosa se produce en vísperas del viaje que el vicepresidente chino Xi Jinping realizará en febrero a Estados Unidos. Se prevé que Xi sustituya a Hu Jintao en la secretaría del Partido Comunista Chino este otoño, y en la presidencia, en marzo del año que viene.
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