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Ciudadanas

Ellas son el cambio. Ellas son la revolución. Las hemos visto en primera fila en las manifestaciones, también a la hora de recibir los golpes. Con velo y con la cabeza descubierta, islamistas o laicas, jóvenes o maduras, las mujeres árabes han sido protagonistas como los hombres, al lado de los hombres, de la oleada revolucionaria que ha cruzado este 2011 el mundo árabe desde el Atlántico hasta el golfo Pérsico.

Ahí estaban, a veces incluso en papeles destacados en las revueltas. Por ejemplo, como blogueras, que quiere decir animadoras destacadas de este movimiento sin líderes. Tres nombres bastan: la yemení Tawakul Kerman, detenida varias veces y ya premio Nobel de la Paz; la tunecina Lina Ben Mehnni, autora de 'La revolución de la dignidad', donde recoge los textos de su blog en los días del derrocamiento de Ben Ali, y ahora la egipcia Mona Eltahawy, detenida y agredida sexualmente por los soldados del mariscal Tantaui.

Este era y es un mundo de hombres, regido por los hombres, amoldado por y para los hombres. Cuando entra en crisis, las mujeres salen por todas partes, incluso en las sociedades que más las ocultan y velan, como en Arabia Saudí, donde este año han reivindicado un derecho tan sencillo como conducir sus automóviles y han obtenido el derecho activo y pasivo de sufragio para las próximas elecciones. Luego, cuando la polvareda de las revueltas se esfuma, el mundo masculino y machista las elimina de nuevo de la escena pública y todo se llena de hombres, barbudos en buena parte.

Las presidencias de las Repúblicas, los Gobiernos interinos, los nuevos Parlamentos, las comisiones encargadas de redactar las nuevas Constituciones, todo se llena de hombres. Aunque el Túnez revolucionario impone listas paritarias en sus primeras elecciones, las mujeres no encabezan las listas y al final solo una cuarta parte de los escaños quedan para ellas.

La egipcia es una sociedad muy joven: 24 años de edad promedio frente a 40 años en España. Simplificando, una tercera parte de la población tiene menos de 15 años; otro tercio, entre 15 y 25, y el tercio restante, más de 25. La mitad de esta plétora de jóvenes, deseosos de vivir con dignidad y libertad, son mujeres. Solo por estas simples razones estadísticas no podían faltar las jóvenes a las citas revolucionarias. Hay además un cambio generacional y cultural, al hilo de la globalización y de la tecnología de las comunicaciones, que clama por espacios de mayor libertad para las egipcias y tunecinas, las más liberadas, o incluso las saudíes o yemeníes, las más sojuzgadas.

Su presencia y protagonismo en las protestas es la revolución misma, y por eso es insoportable para los contrarrevolucionarios. Las violaciones y malos tratos a las mujeres que protestan y se manifiestan se convierten así en instrumentos represivos. Y cuando la revolución sostiene su envite frente al poder militar que se resiste, como ha sucedido en Egipto, son las mujeres las que sufren la represión con especial crueldad.

Lo prueba la foto, convertida en símbolo, de una mujer apaleada y despojada de su velo por los soldados en la plaza de Tahrir. O las llamadas pruebas de virginidad a las que los militares sometieron al menos a 17 mujeres con la excusa vergonzosa de que trataban de comprobar si eran prostitutas puesto que se manifestaban y quedaban a dormir en la plaza junto a los hombres.

El poder dictatorial, prolongado por los militares, como el de los partidos islámicos, es de los hombres. Los hombres poderosos no quieren que las mujeres se alcen en pie de igualdad, ciudadanas exactamente iguales que los otros ciudadanos. Si no pueden limitar los derechos de los hombres, al menos intentan limitar los de las mujeres.

Las ideologías islámicas y el salafismo en especial, ahora en ascenso, siguen expulsando y relegando a la mujer, que es una menor de edad según la legislación coránica, al menos en sus interpretaciones más conservadoras. Las leyes civiles en casi todo el mundo árabe, incluido el Túnez más liberal, discriminan gravemente a las mujeres. Basta con observar el derecho sucesorio, que atribuye a los hijos varones el doble de herencia que a sus hermanas.

Habrá que ver qué sucede con la condición femenina en las nuevas Constituciones y en las legislaciones que se deriven de ellas. La foto de la mujer maltratada por los soldados en Tahrir no es una anécdota. Es la imagen misma de lo que está en juego. La condición de la mujer será la prueba del cambio. Los hombres árabes no serán libres si las mujeres no son libres, ciudadanas con los mismos deberes y derechos que los otros ciudadanos. El destino de las mujeres es el de las revoluciones.

Comentarios

Ojalá que algún día todas las mujeres se conviertan en ciudadanas de primera clase, como en este país. Ante discriminaciones como las que todavía padecen las mujeres en algunos países vecinos, situaciones de no paridad como la que revela el último gobierno español son una mera anécdota, pero, ojo, no nos descuidemos, que para avanzar un pasito se tardan siglos pero para retroceder al abismo no hace falta tanto. Que lo mismo que caemos en recesión pese a las riquezas acumuladas, nada impide que caigamos en regresión pese a las metas conquistadas.
Excelente su artículo, sr. Bassets, de forma, fondo y matiz. Entre la mujer y el islam, como entre los derechos humanos universales y el mundo musulmán, hay una incompatibilidad absoluta como acredita la experiencia, lamentablemente, día a día: las llamadas "revoluciones árabes" están preteriendo a las mujeres de modo escandaloso ante cierta pasividad occidental. Viendo las imágenes recientes de El Cairo me viene el lacinante recuerdo del magistral filme del turco Yilmaz Güney: "Yol (El camino)" que, a principios de los ochenta, otra cosa no hacía, aparte de denunciar la dictadura militar en Turquía, que dar un aldabonazo en las conciencias por el trato explotados, esclavista y sanguinario a las mujeres: ¡menuda obra maestra!. Saludos cordiales.
NUNCA ha sido facil la vida en los paises árabes para las mujeres.. ni para los hombres, pero lo que ocurre con ellas hoy allí no es nada comparado con lo que está ocurriendo en Siria (200 muertos en 48 horas.. mas de 5.000 muertos civiles en esta revuelta) y de lo que nadie se ocupa! ¿Donde están los europrogres que siempre se manifiestan contra EE.UU. e Israel?
Ya se están produciendo cambios bastante notables en los países islámicos, pero queda aún mucho camino por recorrer y es esencial la educación para conseguir ese cambio y principalmente el papel en la política de la mujer, lo mismo que los países occidentales deben apoyar gobiernos donde la mano radical del islamismo no se cierna y se cebe especialmente con ellas...
las mujeres en el islam han sido revolucionarios hace muchos siglos,han sido poetas,medicas,reinas,musicos,etc..etc..el que le ha destrozado su papel el el colonialismo europeo..la ha suprmido de la sociedad..en occidente hablamos de la mujer como si aqui la mujer siempre ha tenido libertad y ha votado..si en todos lo paises occidentales hasta los 70 las mujeres no podian ni votar,divorciarse menos segun la iglesia hasta hoy dia,sin ir mas lejos en bejer de la frontera en los 80 las mujeres aun ivan tapadas con un tipo de velo parecido al nikab musulman,,,vamos a ser sinceros con nostros mismo y no olvidar nuestro ayer..
¿Mujeres en el mundo árabe dice? ¿Cree usted lo que escribe? ¿Ha visitado alguna vez un país árabe? ¿Es cinismo? ¿ironía?¿estupidéz?
Ja, ja, permitidme que me ría un poco -aunque el tema séa serio- pero no hay efecto sin causa y viceversa. Está más que claro -para el que quiera verlo- que hay un desequilibrio aparente, y hasta cierto punto lógico, pero hay que profundizar un poco para poder ver las cosas con mayor nitidez. Son muchos los factores que se pasan por alto.En primer lugar el patriarcado, que ya lleva demasiado tiempo dirigiéndolo todo -de allí el lamentable estado actual del mundo- no es otra cosa que una clara confirmación de la inferioridad masculina, que cada vez se hace más patente.Qué duda cabe de la represión patrialcal se practica en la mayoría de las religiones -siendo más visible en las monoteístas- sinó, ¿Por qué no aceptan sacerdotizas entre sus miembros?, y en donde las mujeres realmente solo son relegadas a papeles secundarios.En los planos político, militar, económico -y otros- la ausencia de la mujer en puestos claves es más que patente.Las mujeres árabes están ahora destacando porque el último reducto del machismo y el patriarcado a ultranza es el Oriente Medio, y sus sociedades son ahora más visibles, y ésto es así desde la campaña de Afganistán para "liberár" a ese país de la opresión soviética. Que sigue igual o peór.Si todo es en realidad poder y economía, es esta última la que pondrá las cosas en su lugar, no sin antes cobrarse un buen número de víctimas, pero habría que empezar por la preparación intelectual, y ésa revolución afortunadamente ya ha empezado, el número de estudiantes femeninos en las universidades está ya superando el masculino, y ésto tendrá que notarse en el futuro. Un buen comienzo, pero no es suficiente; hacen falta más mujeres en todas las cúpulas, en todo lo importante. No dudo que finalmente tendremos un mundo mejor, pero me desencanta que tardará aún algunas décadas en llegar. Hay demasiada ignorancia y deshonestidad, y su erradicación costará bastante. Ojalá la naturaleza nos heche una mano, y cuanto mas severa mejor, a ver si así aprendemos. Gracias por un buen artículo. Un saludo.
La religión siempre ha sido el instrumento de represión social. Hasta hace poco la iglesia en sus distintas sectas lo ha protagonizado. En el mundo árabe el islam radical desempeña actualmente este papel. La contrarrevolución y en particular la egipcia está financiada por Arabia Saudí (los salafistas) y por Qatar(los Hermanos Musulmanes), dirigida por secuaces de Mubarak que aún pululan entre los responsables en el Consejo Militar y los grandes comerciante y empresarios, entre ellos muchos militares, y bien diseñada según intereses de Estados Unidos para salvaguardar su único objetivo; mantener la paz con Israel. De modo que todavía pasarán muchos años antes que la revolución árabe o primavera islámica llegue a buen puerto.
El extremismo es siempre rechazable sea como sea su procedencia, fuera político o religioso.El radicalismo islámico nunca tomó protagonismo internacional como ahora. Yo diría que es el producto de las últimas décadas. La explicación de ello es otro tema. Pero volvamos al propio radicalismo; el islámico, tal y como analiza el Sr. Bassets, uno de sus aspectos sociales es su ascenso oportunista dentro de la revolución árabe, es la cara negativa de la sociedad árabe donde nadie, salvo a los que se les ha lavado el cerebro, siente rechazo. ¿Puede alguien negar el radicalismo cristiano (neo conservadores, nuevos anglicanos, nuevo evangélicos y miles de iglesia que siguen a otros tantos fanáticos, y también lavados de cerebro, que acaban de descubrir la enseñanza bíblica), que cada vez tiene más cimiento social, militar y político en los Estados Unidos y el daño que está causando dentro de la propia sociedad norteamericana, así como dentro de otros países gracias a sus guerras en el exterior? La diferencia entre radicalismo cristiano y radicalismo islámico es el enorme daño y destrucción causado por el primero. Tomemos por ejemplo la guerra de Vietnam y la de Irak, que han dejado a más de un millón de víctimas, en su mayoría civiles, mujeres y niños. Encerrar a la mujer siempre deja la esperanza viva para liberarla, mientras de la muerte no puede resucitar. Si los EE UU dejaran de inmiscuirse en los asuntos internos de otros países, ser buenos defensores de la democracia y los derechos civiles, no sólo dentro del Primer Mundo, y apoyar los derechos palestinos y no medir con doble estándares cuando se trata de asuntos árabes, estaríamos con toda seguridad libres de toda esta plaga de radicalismo que mancha la memoria árabe.
Ellas son protagonistas y ellos mueren.La victoria islamista debe de escocer a más de uno.El islam no es la solución: es lo que hay y habrá, i.a

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