Quito perdona la vida a los toros
Entra en vigor en la feria de Quito la regulación que impide que el toro sea sacrificado durante la corrida y que irrita a taurinos y antitaurinos
El habitual “¡olé!” de las corridas de toros se ha mezclado en esta edición de la Feria Taurina de Quito, una de las más importantes de América Latina, con gritos de “¡libertad!”, pronunciados por un público que rechaza la decisión de las autoridades de prohibir la muerte del animal en el ruedo. La medida tampoco convence a los antitaurinos, que objetan que el toro sea herido durante la lidia y finalmente matado en los chiqueros.
Este descontento en torno a los toros parte de los resultados de la consulta popular del pasado mes de mayo. Aparte de intentar controlar los contenidos de la prensa y sustituir a la cúpula judicial, en las papeletas se preguntó a los ecuatorianos si estaban de acuerdo con que “se prohíba los espectáculos que tengan como finalidad dar muerte al animal”. El presidente Rafael Correa incluyó este tema en la consulta, junto con aspectos como la reforma al sistema judicial, la regulación a los medios de comunicación, y la prohibición de los juegos de azar.
Si bien el “no” triunfó en ciudades como Ambato y Riobamba, cuyas corridas de toros siguen en importancia a las de Quito, en la capital ecuatoriana venció el “sí”, con el 50.86% de votos. A consecuencia de ello, el Municipio capitalino aprobó una ordenanza por la cual se mantienen en la fiesta los tercios de varas y banderillas, pero el animal no muere en el ruedo a vista del público, sino en los chiqueros.
En la Feria Taurina de Quito de este año, que se desarrolla hasta el 6 de diciembre y en la que intervienen toreros de prestigio internacional, como los españoles El Fandi y Enrique Ponce, y el francés Sebastián Castella, varios matadores han debido cortar “orejas simbólicas” mientras que en más de una ocasión ha aparecido en el ruedo un capote con la palabra “Libertad”.
El jueves pasado, no obstante, en otro sector de Quito, varios cientos de jóvenes se reunieron para efectuar una marcha en rechazo a lo que llaman una “burla” de las autoridades municipales al no respetar el resultado de la consulta popular y permitir la “tortura” a la que se somete al toro en el ruedo. Allí el grito era: “Tortura, tortura, ni arte ni cultura”.
En la capital ecuatoriana venció el “sí” a la propuesta con
el 50.86% de votos
“Esta es una protesta contra el Municipio por haberse pasado por alto la decisión popular. La pregunta era clarísima y buscaba abolir los espectáculos donde la finalidad sea la muerte del animal como son las corridas de toros”, dijo Jorge Almeida, miembro de la asamblea de la agrupación ciudadana Diabluma, una de las organizadoras de la marcha antitaurina.
Los grupos antitaurinos demandan la eliminación por completo en Quito de las corridas de toros. En los próximos días, dichas organizaciones empezarán a recoger firmas entre los ciudadanos para exigir al Consejo Municipal que revise su ordenanza. Además, han presentado quejas ante la Defensoría del Pueblo, y buscan que se pronuncie la Corte Constitucional.
“Ya ganamos la consulta popular y estamos en democracia, donde las mayorías mandan. Entonces hay que hacer cumplir lo que dispuso la mayoría en rechazo a las corridas de toros”, insistió Almeida, estudiante universitario de Derecho.
En el otro lado de la controversia, Catalina Chiriboga, directora de Comunicación de la empresa Citotusa, organizadora de la Feria Taurina de Quito, dijo que tras la consulta popular se ha despertado entre los aficionados taurinos un sentimiento de defensa de la fiesta brava.
Los antitaurinos consideran
la regulación municipal una burla
a la consulta popular
“La gente sigue apoyando con la idea de mantener viva la tradición, pero una prohibición siempre molesta”, señaló Chiriboga, y resaltó que la feria taurina significa “un motor económico para la ciudad” que mueve, según afirmó, alrededor de 50 millones de dólares. De ese dinero, 600.000 dólares acaban en el Municipio en impuestos, y el sector genera unos 90.000 empleos directos e indirectos entre la actividad taurina, publicidad, turismo y provisión de servicios.
¿Cuál será el futuro de una fiesta brava que no es del completo agrado de taurinos y que genera el rechazo de antitaurinos? Gonzalo Ruiz Álvarez, periodista especializado en temas taurinos, antes que hacer proyecciones, señala que “sí ha bajado un poco el número de espectadores” en la presente feria de Quito.
“Ha habido corridas con carteles fuertes, en las que la asistencia ha sido muy buena. Pero también hay que decir que ha habido otras con menos gente que lo habitual, lo cual es obvio, pues la afición está golpeada por una medida que considero que es de carácter político”, dijo Ruiz Álvarez, quien asegura que las corridas de toros tienen unos 500 años de tradición en Ecuador, pues llegaron junto con la colonización española y fueron parte del sincretismo cultural.
El experto taurino comentó los reiterados gritos de “Libertad” que se han emitido desde los graderíos de la plaza de toros de Quito, a la cual, durante la fiesta de este año han acudido, entre otros, los hermanos del presidente Correa, Pierina y Fabricio, y autoridades como el fiscal General, Galo Chiriboga.
“La gente demanda libertad, y eso atañe a los derechos políticos, a la libertad de expresión como derecho humano fundamental, y también a la libertad de la gente que quiere su fiesta íntegra”, concluyó Ruiz Álvarez.
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