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Al Qaeda como pretexto

El régimen de Saleh trata de ganar simpatías internacionales acusando a los opositores de vínculos con el grupo terrorista

Ángeles Espinosa

A 1 de octubre de 2011, la lucha contra Al Qaeda le ha costado a Yemen las vidas de 1.160 militares, 228 policías y 91 civiles. El general Ali Hassan al Shater, director del departamento de Orientación Moral de las Fuerzas Armadas, exhibe esas cifras como prueba de la contribución de su país a la lucha internacional contra el terrorismo. Al Shater no llega a meter en el mismo saco a los militantes de aquel grupo con los manifestantes por el cambio, pero establece vínculos que dan alas al régimen para tratar desprestigiar la protesta popular.

Al Qaeda está extendida por todo el país. Incluso aquí, en Saná, tenemos a sus militantes en Musaik”, admite Al Shater, en referencia a un barrio de la capital donde el mes pasado asesinaron a un general. “No es fácil distinguirles del resto de la población porque se camuflan entre los civiles y actúan como una guerrilla”, explica. Aún así, asegura que la única parte del país en la que el Ejército no tiene el control es Abyan, la provincia del sur en la que desde hace meses los militares luchan contra grupos extremistas islámicos.

El general Ali Hassan al Shater, director del departamento de Orientación Moral del Ejército yemení
El general Ali Hassan al Shater, director del departamento de Orientación Moral del Ejército yemeníA. E.

“Estamos haciendo grandes sacrificios”, subraya Al Shater, sentado ante un retrato del presidente Ali Abdalá Saleh en su despacho de Tahrir, en el centro de la capital yemení. Al otro lado de la plaza, en el Club de Oficiales de la Policía, el ministro del Interior, el general Rashad al Masri, recibe a la periodista ante un enorme cartel con los rostros de los agentes caídos. La sede de su ministerio, en el barrio de Hasba, quedó destruida el pasado junio durante los combates con un grupo tribal contrario a Saleh.

“Lo instalamos hace dos semanas y ya tenemos 30 mártires más”, declara el ministro. Las madres de dos de ellos, completamente cubiertas de negro, aprovechan su presencia para pedirle ayuda. Sus hijos, que murieron en Abyan, eran el único sustento de sus respectivas familias. Hay muchas situaciones así en un país donde el desempleo supera el 50% y las fuerzas de seguridad son casi la única vía para un salario seguro.

Rechazo occidental y de la oposición

“Al Qaeda ha acabado con la infraestructura económica del país, ha afectado al turismo y al desarrollo con el apoyo de los partidos de la oposición”, afirma Al Shater. La grave acusación, fundada en que los terroristas beben de la misma ideología salafista que el ala más radical del Islah (el partido islamista), busca ensombrecer las intenciones de los activistas por el cambio ante la comunidad internacional.

“No es que haya un contacto directo, pero sí apoyo de inteligencia y tal vez armas. Además, los líderes de Al Qaeda [en Yemen] son militantes del Islah. Además, los propios responsables de Al Qaeda han declarado que tienen militantes en la plaza de la Universidad”, responde el general cuando se le pide que aclare en qué consiste el apoyo que denuncia.

Fuentes de seguridad occidentales rechazan que existan vínculos operativos entre la oposición a Saleh y los terroristas. Y los opositores devuelven la imputación asegurando que ha sido el régimen de Saleh el que ha dado espacio a Al Qaeda al utilizar durante años a los islamistas radicales para combatir a sus enemigos políticos.

Pero a los portavoces oficiales no les desanima la realidad. Cuando a Abdu al Janadi, viceministro de Información y virtual portavoz del Gobierno, se le pregunta por la represión de las protestas, contesta que ellos también han tenido “1.500 muertos”. Además, acusa a los manifestantes de “traer los muertos en accidentes de tráfico o en otros combates, y llorarles en la plaza como si fueran víctimas de las fuerzas de seguridad”. Las imágenes de cuerpos ensangrentados que recopila en un DVD quedan muy lejos de probar sus alegaciones. Al contrario, el batiburrillo está degradando el esfuerzo real que sus soldados llevan a cabo contra Al Qaeda.

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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