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La cuenta pendiente de los Montoneros

La familia del sindicalista José Ignacio Rucci exige a antiguos guerrilleros peronistas que admitan la autoría de su asesinato hace 38 años

Soledad Gallego-Díaz

"Supongo que debe ser difícil admitir ante sus hijos y nietos, aunque sea hoy, 38 años después, que fueron ellos, los dirigentes Montoneros, quienes dieron la orden de asesinar a mi padre, un obrero metalúrgico, secretario de la Confederación General del Trabajo (CGT)". Claudia Rucci, diputada peronista disidente, tenía nueve años cuando su padre, José Ignacio Rucci, uno de los artífices del regreso de Juan Domingo Perón al poder en Argentina, recibió 23 tiros a la puerta de su propia casa, en el popular barrio de de Flores de Buenos Aires. Todavía hoy, aniversario de aquel 25 de septiembre de 1973, no ha conseguido que la justicia argentina determine formalmente quienes fueron los responsables concretos de aquella acción.

El líder sindical fue asesinado dos días después de la victoria de Perón
El suceso impactó al general, que veía a Rucci clave para su proyecto político
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Esta semana, y para evitar que, una vez más, el caso se cierre "por falta de evidencia", la familia Rucci ha presentado una lista de 13 personas que, a su juicio, deben ser interrogadas, entre ellas, los ex jefes montoneros Mario Firmenich (que reside en Barcelona), Roberto Perdía y Fernando Vaca.

"Todavía hoy, no tienen la bola de admitir formalmente que fueron ellos, los miembros de la Conducción Montonera, quienes dieron la orden de asesinar a mi padre", explica Claudia Rucci. "Quizás, porque no quieren que se estropee la imagen romántica con la que ahora se quiere volver a cubrir sus actos, olvidando que mataron a mi padre en plena democracia y que pasaron a la lucha armada mucho antes de que se produjera el golpe militar", asegura. "Me irrita esa confusión, que se está instalando entre los más jóvenes, y me irrita que se quiera olvidar quien mató a mi padre y por qué. Como si reclamar a Montoneros por este asesinato supusiera justificar los crímenes brutales de la dictadura militar, que me parecen odiosos. Pero son dos cosas distintas, incluso en el tiempo, y hay que dejarlo claro de una vez", insiste. Rucci critica que el gobierno kirchnerista esté alentando esa confusión.

Claudia Rucci, que es actriz de profesión y que empezó a trabajar cuando era una niña, recuerda que su madre, que tenía 42 años cuando asesinaron a su marido, no volvió a casarse nunca y que tuvo que empezar inmediatamente a trabajar para sacar adelante a la familia. "Ella no es partidaria de remover todo esto, pero mi hermano y yo no queremos que se cierre el caso sin que quede establecida la verdad". Los Rucci no pretenden que nadie vaya hoy a la cárcel por aquel asesinato (que no habría prescrito en el caso de declararse delito de lesa humanidad, como los cometidos por los militares), sino que los responsables asuman públicamente su responsabilidad.

El asesinato de Rucci fue investigado por el periodista Ceferino Reato, que publicó en 2008 un libro titulado Operación Traviata, el nombre macabro que recibió a posteriori el "operativo" que acabó con la vida del dirigente sindical porque en los años 70 existía una publicidad de unas galletas de igual nombre que se promocionaban como "las de los 23 agujeritos". Reato recogió numerosos testimonios que dejaban claramente establecida la autoria de Montoneros, incluso el de una fuente no identificada que le relató pormenorizadamente el desarrollo de la operación ese 25 se septiembre de 1973. Fue a raíz de ese libro que la justicia decidió reabrir el caso, pero pasados tres años no se ha producido el menor avance.

"Nosotros creemos que la fuente que le relata el desarrollo de ese día a Ceferino Reato es Ernesto Juaretche, que tenía un cargo en el Gobierno de la provincia de Buenos Aires y que fue quien retiró posteriormente las armas y los disfraces de pintores que utilizaron los asesinos", precisa Gustavo Salischiker, esposo de Claudia Rucci, que ha participado activamente en la investigación que la familia ha presentado ante el juez. En la lista de personas que deben ser llamadas a declarar en relación con su papel en Montoneros o por declaraciones realizadas con anterioridad que pueden aportar, a su juicio, elemento de evidencia figuran también el actual director de la Biblioteca Nacional, Horacio González, y el periodista y diputado Miguel Bonasso, autor de libros y artículos relacionados con el tema.

El asesinato de Jose Ignacio Rucci se produjo dos días después de que el general Juan Perón, que había regresado a Argentina en junio de 1973, consiguiera una aplastante victoria electoral. Testigos presenciales afirman que cuando Perón conoció el asesinato del Secretario General de la CGT, un hombre absolutamente leal a él y clave para su proyecto político, afirmó: "Me cortaron las patas". Los montoneros no han admitido nunca públicamente su responsabilidad, pero indirectamente algunos de sus dirigentes, como Roberto Perdía, han aceptado que "fue uno de los puntos más negativos para nosotros", "una operación de alto coste político". Los montoneros consideraban a Rucci un obstáculo en su proyecto revolucionario y querían alejarle de Perón. Igualmente le responsabilizaban de los incidentes ocurridos el día del regreso del general, en el aeropuerto de Ezeiza, cuando las dos ramas del peronismo se enfrentaron a tiros y hubo decenas de muertos.

Personas cercanas a Perón aseguran que el asesinato de Rucci ("el único sindicalista que me es leal, creo", llegó a decir) tuvo un fuerte impacto en el general, que no tardó mucho en identificar a los Montoneros como los autores. En cualquier caso, supuso una auténtica declaración de intenciones por parte de los dirigentes de la organización armada.

El cabecilla del grupo guerrillero argentino los Montoneros, en Buenos Aires en 1984, tras ser detenido en Brasil.
El cabecilla del grupo guerrillero argentino los Montoneros, en Buenos Aires en 1984, tras ser detenido en Brasil.REUTERS

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