¿Por qué el mundo no detiene la matanza en Siria?
Más de mil civiles muertos, más de 10.000 detenidos y más de 20.000 refugiados a ambos lados de las fronteras entre Siria y Turquía, tal es el balance a fecha de hoy de la atroz represión con que el clan de los Assad está respondiendo a las manifestaciones que, desde el pasado abril, reclaman un mínimo de libertades y derechos en tan importante país árabe. El uso de armas de fuego, incluidos los cañones de los tanques, y el bombardeo de localidades rebeldes forman parte de los instrumentos con que los hermanos Assad -Bashar, el presidente blandito y Maher, el comandante sanguinario- responden a las reivindicaciones de tantos sirios. Con algo semejante, la comunidad internacional, ciertamente, decidió intervenir en la Libia de Gadafi.
Hoy, en su tercer discurso desde el comienzo de las protestas, Bashar el Assad ha insultado a la inteligencia de su pueblo y a la inteligencia del resto del planeta. "No habrá reformas en medio del sabotaje y el caos", ha dicho, cuando, pese a la censura brutal que ejerce su régimen, es bien sabido que el único "sabotaje" y el único "caos" existentes en Siria son los provocados por la brutalidad de sus fuerzas represivas. También ha añadido que le gustaría escuchar las demandas de los manifestantes "sin filtros". Pues bien, para esto último Bashar el Assad no tiene nada más que comprarse un smartphone, una tableta o un portátil y conectarlo a Internet. Allí verá y escuchará las reivindicaciones de los manifestantes tal y como ellos las cuelgan -directamente, sin intermediarios- en la Red y tal y como las podemos seguir en todo el planeta.
¿Por qué la comunidad internacional no interviene en Siria cuando sí lo hace en Libia? La pregunta es pertinente; la respuesta se elabora con varios elementos. Entre ellos:
1.- La intervención en Libia está prolongándose demasiado y los países democráticos implicados no pueden comprometerse en otra operación de rescate hasta haberla terminado exitosamente. La excesiva duración de la, en mi opinión, justa y necesaria acción en Libia es debida a las tremendas limitaciones del mandato internacional. Esta intervención tiene las manos atadas: no puede armar y entrenar a los rebeldes, no puede emplear acciones terrestres, debe restringir los ataques aéreos... Además, Estados Unidos, con la vida ya muy complicada por el repliegue en Irak y la continuidad de los combates en Afganistán, es allí poco activo militarmente.
2.- La Siria de los Asad aún tiene valedores en la escena internacional. Como ha ido, más retóricamente que otra cosa, de país opuesto al imperialismo estadounidense y de defensor de los palestinos frente a Israel, Rusia y China son muy reacios a la caída del régimen. Esto explica también que cierta izquierda, más o menos la misma que sigue defendiendo a la Cuba de los Castro, vea con antipatía una eventual operación en Siria.
3.- Paradójicamente, a Israel le conviene la Siria despótica de los Asad. Tanto el padre, Hafez, como los hijos galleaban y gallean mucho contra el "Estado sionista", pero a la hora de la verdad no han cruzado un disparo con él en los últimos lustros.
4.- La Siria de los Asad se beneficia en los medios diplomáticos occidentales de la bendición de un comentario de Kissinger, según el cuál es "un factor de estabilidad en Oriente Próximo". La realpolitik europea y norteamericana teme que una caída del régimen de esta familia alauí provoque el caos, dada la complejidad étnica y religiosa del país, y ello en la vecindad de Israel, Turquía y el ya desarbolado Irak.
Entretanto, los demócratas sirios -acusados de nuevo por Bashar de agentes de potencias extranjeras o de islamistas radicales- siguen demostrando un extraordinario valor. Hoy mismo, tras el decepcionante discurso del hijo de Hafez y hermano de Maher, han vuelto a salir a las calles.
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