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Entrevista:

"Serbia quiere ser candidato oficial para pertenecer a la Unión Europea"

En una entrevista concedida al diario EL PAIS en enero el ministro de Exteriores serbio, Vuk Jeremic, reconocía los esfuerzos de su país por capturar al fugitivo más buscado del mundo como requisito de Bruselas

Olvidados los tambores de guerra en los Balcanes, Serbia solo quiere mirar al futuro, y ese futuro pasa por Europa. "Queremos intensificar las conversaciones de adhesión a la Unión Europea en este 2011. Somos un candidato potencial pero queremos serlo oficial". Son palabras del ministro de Exteriores serbio, Vuk Jeremic, quien concedió en enero una entrevista al diario EL PAÍS. Durante la conversación con este periódico en el hotel Palace de Madrid, Jeremic, en su empeño por mostrar su disposición a ser parte de Europa, no se cansó de repetir que su país iba a "cumplir con las obligaciones internacionales", entre las que se encontraba el arresto de Ratko Mladic, el fugitivo más buscado del mundo.

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Belgrado presentó su candidatura a la UE en diciembre de 2009 y desea lograr el estatus oficial de aspirante antes de que termine este año. "Estamos muy contentos de poder pertenecer al club de Europa. Hay un entusiasmo europeo entre los serbios y es una cualidad a tener en cuenta", recordaba Jeremic, que forma parte de una generación de políticos serbios pragmáticos, mucho más preocupados por el futuro y el desarrollo económico que por los fantasmas balcánicos del pasado. Pero hasta hoy Serbia tenía un gran obstáculo en el camino: arrestar a Ratko Mladic, responsable del genocidio de Srebrenica donde murieron más de 8.000 bosnios musulmanes en 1995, la mayor matanza de civiles ocurrida en Europa desde el final de la II Guerra Mundial. "Estamos trabajando mucho para capturarle", afirmaba Jeremic cuando se hablaba del general serbio.

El trabajo ha obtenido sus frutos. Con la captura de Ratko Mladic, Serbia acaba de conseguir su billete para ingresar en la Unión Europea, el objetivo primordial del Gobierno pro europeo de Boris Tadic. La entrega de los criminales de guerra es una precondición que impone la UE a los antiguos contendientes en los Balcanes para una futura incorporación. La detención de expresidente Radovan Karadzic en 2008 supuso un espaldarazo a la política de acercamiento a Bruselas del Ejecutivo serbio, pero en La Haya faltaba Mladic.

Desde su llegada al cargo en 2007, el responsable de Exteriores serbio siempre ha sido consciente de la necesidad de esta captura. La presión diplomática por la falta de avances ha agobiado a Belgrado pero Jeremic explicaba las dificultades de su detención: "Es muy complicado conseguir una prueba y conocer su paradero a efectos prácticos". Datos de la Fiscalía del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY) señalaban que se ocultaba en Serbia. También los cables del Departamento de Estado de Estados Unidos, filtrados por Wikileaks y publicados por EL PAIS, revelaron cómo el presidente Tadic, europeísta convencido, aseguró a diplomáticos norteamericanos que quienes supuestamente ocultaban al general serbio tienen lazos con el crimen organizado, cuyas riquezas proceden de los beneficios acumulados durante las guerras de los noventa. Por eso, Jeremic hablaba de una "dificultad y complejidad extraordinarias" en todo este asunto.

A este obstáculo se ha sumado la complicidad local en una tierra, víctima de cruentas guerras, donde las heridas no han cicatrizado del todo. Según un sondeo publicado el año pasado, el 65% de los serbios eran contrarios a la detención de Mladic. El ministro de Exteriores serbio se defendía al respecto: "Vamos a continuar en nuestra senda de compromiso, más allá de lo que piense cualquier persona".

En el banquillo de La Haya, ahora falta Goran Hadzic, ex líder de los serbios de Croacia, que también forma parte de las exigencias europeas. Pero con la captura de Madlic el camino hacia Bruselas queda mucho más despejado.

El ministro de Exteriores serbio, Vuk Jeremic, en el hotel Palace el pasado enero.
El ministro de Exteriores serbio, Vuk Jeremic, en el hotel Palace el pasado enero.SAMUEL SÁNCHEZ

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